"La doble moral que hay impide que se toque el tema"
El sida creó una literatura de tono elegiático, afirma Monsiváis
Guadalajara, Jal., 26 de agosto. El surgimiento del sida como epidemia mundial aparejó la llegada de una literatura con tonos de elegía, muy cercana al modelo clásico de León Tolstoi en su obra La Muerte de Iván Ilich, con vocación de testamento mediante una fuerza narrativa enorme, dijo Carlos Monsiváis al dictar la noche del viernes ante asistentes del Congreso de VIH que se desarrolla en esta ciudad su conferencia El sida y la literatura.
Desde sus títulos, Mi amigo que no me salvó la vida, hasta desenlaces trágicos de artistas que se suicidaban luego de pintar su último cuadro con pinceladas de su sangre enferma, todo aderezado en torno a la gran represalia social contra las víctimas gay, culpables para la sociedad de la pandemia, esta literatura llegó a cimbrar la visión primigenia en torno a la pandemia y a obrar para evitar la discriminación que ha sido un signo inevitable de quienes la padecen.
Monsiváis hablo durante el segundo día del congreso que ha reunido en Guadalajara a los interesados en enterarse de lo más novedoso dentro de la metodología del tratamiento contra el sida.
"En el caso del sida el descubrimiento de la enfermedad es múltiple: De pronto se vuelve propietaria de un cuerpo absolutamente desvencijado, también lo coloca en el centro del rechazo social y es una enfermedad que cuesta mucho más que cualquier otra, es un caso donde el prejuicio se convierte en una antesala de la muerte y en un repudio previo", dijo.
De México dijo que la literatura ha sido además escasa, sobre todo en los testimonios lacerantes comparados con las tragedias que suceden en Africa.
"El único equivalente que yo encuentro en México son las crónicas que se publicaron en un periódico sobre los 500 empleados de Pemex que se infectaron en un banco de sangre que fueron segregados y que murieron en condiciones en verdad catastróficas, una tragedia que no se ha querido descifrar, porque hay una apología del buen gusto, la crítica de la doble o triple moral que establecemos, funcionarios de día, narcos de noche, morales todo el tiempo", señaló.
En América Latina hay incluso literatura previa al surgimiento del sida, como El beso de la mujer araña, un verdadero anticipo de lo que vendría; o ejemplos bárbaros como el de Reynaldo Arenas, escritor cubano que se suicida en Nueva York y ya muy deteriorado por el sida escribe una carta póstuma donde culpa a Fidel Castro.