El canoísta solicita que se atiendan necesidades del pueblo
Recibimiento de José Cristóbal en Uranden devino fiesta popular
Morelia, Mich., 26 de agosto. Uranden es una pequeña isla en el lago de Pátzcuaro, Michoacán. Pueblo de pescadores que se debate entre el bajo precio de su producto en el mercado y la sequía de un lago que paulatinamente se va llenando de lirio, por lo que el producto de la pesca es como dicen los indígenas purépechas, "para irla llevando al día".
En esas condiciones, José Everardo Cristóbal Quirino aprendió el canotaje desde los cinco años de edad, más por necesidad que por otro tipo de vocación, no obstante, en la faena cotidiana el joven pescador fue definiendo el canotaje como una práctica profesional que lo llevaría a conseguir importantes triunfos, como en el Campeonato Mundial de Canotaje en la especialidad C-1, mil metros, mismo que se adjudicó el 19 de agosto en Szeged, Hungría.
José Everardo regresó a Uranden con una medalla de oro histórica para México, que fue motivo de gran regocijo en su comunidad, la cual lo recibió con música de banda y un despliegue gastronómico propio de las fiestas tradicionales del pueblo.
Así, el canoísta colocó a nuestro país en los ojos del mundo y descubrió a México que existe una isla que debe ser tomada en cuenta como importante semillero de deportistas.
Seguido por un impresionante séquito de medios de comunicación, José Everardo atravesó las callejuelas solitarias de la isla de Uranden, seguido de una banda de viento que interpretaba Caminos de Michoacán; las calles estaban vacías porque los hombres y niños de la comunidad caminaba detrás de él, mientras que en el punto más alto de la isla se encontraban concentradas las mujeres, afinando los preparativos para la comida que ofrecerían a este joven de 20 años, motivo de encuentro del pueblo purépecha, pues gente de las poblaciones aledañas se dieron cita para homenajearlo.
"Me siento muy bien, ya tenía ganas de estar aquí con toda mi gente. Estoy muy feliz y hay que disfrutarlo, pero también echarle ganas para la siguiente competencia: el Panamericano", expresó José Everardo, quien con humildad saludaba a sus antiguos compañeros, amigos y familiares.
Sus padres observaban a la distancia el fenómeno mediático en que se ha convertido El Mudo, de cuya imagen se colgaron empresas cerveceras, diarios deportivos y cadenas televisivas que le exigían posara para la histórica postal: en lo alto de la isla, medalla en mano y con el agonizante lago de Pátzcuaro como telón de fondo.
No obstante, José Everardo anhela que el boom mediático que ha desatado se materialice en beneficios reales para su pueblo y comenta: "Me gustaría que se mejoraran las condiciones del pueblo: quisiéramos tener una pista, un centro de alto rendimiento para no ir a concentraciones tan lejos. Podríamos tener olimpiadas nacionales aquí, o un Panamericano y hasta un Mundial".
La gente hace fila para tomarse la foto con el paisano, mientras en la parte tradicional del festejo, José Everardo baila con sus padrinos que le entregan canastas con pan y otros presentes a manera de ofrenda y agradecimiento por volver a la comunidad.
En el lago, los niños juegan con sus canoas bajo la lluvia, se pelean por ser El Mudo y con su empeño invertido demuestran que José Everardo seguirá presente en Uranden por largo tiempo.