La revolución que Chiapas necesita
Durante los últimos 12 años Chiapas ha sido un estado beneficiado con importantes inversiones en obras de infraestructura de diverso tipo: nuevos hospitales, construcción de carreteras, escuelas, un aeropuerto e importantes vialidades. El actual gobierno del estado ha terminado con la negra historia de los interinatos que tanta inestabilidad produjo a la gobernabilidad chiapaneca.
Hoy se cuenta con mayor y mejor infraestructura que la existente hace 12 años; sin restar méritos a la acción gubernamental, es indudable que el detonador de estas inversiones fue el levantamiento zapatista, al cual es imposible y mezquino no reconocer los méritos a su contribución de la incipiente modernización chiapaneca. Sin regatear sus trayectorias como dirigentes políticos, Pablo Salazar y Juan Sabines lograron su posibilidad como gobernantes de Chiapas, merced al escenario generado por la movilización zapatista. De no ser así la rancia e ineficaz vieja clase política chiapaneca seguiría encabezando gobiernos de corte caciquil en un estado que con ellos al frente no tendría ninguna posibilidad hacia el futuro.
Sin embargo, a pesar de los avances logrados, los rezagos sociales en Chiapas son brutales y representan el principal reto de la administración del próximo gobierno que encabezará Juan Sabines.
Reconstruir el tejido social de un estado conformado por miles de pequeñas, pobres y dispersas comunidades indígenas y rurales requiere la conformación de una política social que se nutra del componente comunitario en la toma de decisiones, la ejecución de los trabajos y el diseño de estrategias integrales para enfrentar los rezagos educativos, de salud, de empleo y de servicios. Los programas federales son importantes, pero insuficientes, sobre todo para modificar la tendencia de la dependencia y el asistencialismo.
La autogestión es y ha sido un sistema de trabajo y de vida en las comunidades mexicanas, cuya aportación, si es entendida por el gobierno e incorporada a las tareas del ejercicio gubernamental, será el pilar de las transformaciones que la sociedad reclama para tener una nueva relación con el gobierno. El problema es que las burocracias poco entienden de los procesos comunitarios.
No obstante, la "autogestión comunitaria" es el elemento sustantivo que habrá de ser acompañado por el ejercicio gubernamental para atender los grandes rezagos sociales de Chiapas, que deberán constituir la acción central del próximo gobierno, atendiendo las causas que dieron origen al levantamiento armado zapatista en 1994.
Terminar con el analfabetismo, atender la desnutrición y generar las condiciones para el desarrollo y el progreso de las comunidades será el mayor reto de la administración de Juan Sabines. En esta acción no cabe la idea de planes piloto, porque la pobreza y el atraso se encuentran diseminados en todas las regiones chiapanecas.
Por otro lado, sin dejar de reconocer que el levantamiento zapatista tiene componentes tanto locales como nacionales y que las partes en conflicto son el EZLN y el gobierno federal, es claro que por lo que ha significado para la historia de Chiapas, y la validez de la causa zapatista, el gobierno de Chiapas puede contribuir de manera comedida a destrabar un conflicto que aunque traspasa las fronteras del Estado, tuvo su origen en el interior de su territorio, y tal como aquí hemos explicado su contribución al desarrollo del estado ha sido valiosísima. Por ello con disposición y buena voluntad siempre existirán caminos que explorar para atender un conflicto añejo, que a pesar del tiempo no ha perdido las causas que se defienden.
Es claro que las verdaderas transformaciones no se producen de la noche a la mañana, pero sí se producen en condiciones donde existe coherencia, consistencia, convicción y dirección política. La definición del nuevo gobierno es clara y convincente.
Juan Sabines pertenece a una nueva generación de políticos chiapanecos que persiguen insertar al estado en la nueva realidad nacional e internacional a partir de una nueva gobernabilidad democrática. Tiene claro que Chiapas requiere para su desarrollo un clima de confianza y entendimiento con todas las fuerzas políticas, con todas los niveles del gobierno y todos los poderes del Estado, pero reconociendo los límites de cada uno de ellos y la responsabilidad republicana de cada uno de los actores, pero con claro sentido de su origen y del programa enarbolado durante la campaña. Todo ello para que cada uno se ubique en su justa dimensión y no llegue a pensar que a cambio de obras federales, la reciprocidad deberá producirse en términos político-electorales y nadie se sienta engañado o traicionado.
No tengo duda que por el bien de Chiapas, Juan Sabines sabrá cumplir la cita con su destino y los retos que representa el desafío chiapaneco.
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