Siete kilómetros ininterrumpidos de manifestantes exigen la salida de Ulises Ruiz
"En la sierra no hay guerrilla, sólo pobreza", aseguran los oaxaqueños
Lo pacífico no quita lo contundente, aclaran participantes de la megamarcha en la entidad
Ampliar la imagen La movilización multitudinaria colapsó el centro de la capital Foto: Ezequiel Leyva
Ampliar la imagen La lluvia no fue impedimento para nutrir la manifestación Foto: Blanca Hernández
Oaxaca, Oax. 1º de septiembre. Siete kilómetros ininterrumpidos de gente (lo que toma del residencial barrio de San Felipe del Agua al zócalo de Oaxaca), demandando la salida del gobernador, como lleva más de tres meses reiterándolo el movimiento magisterial y popular. Y de muchas formas, los manifestantes negaron ser guerrilla. "Ni urbana, ni serrana", declaraba una cartulina fosforecente. Y otra: "En la sierra no hay guerrilla, sólo pobreza".
Un monigote de los muchos que poblaron esta movilización multitudinaria que nuevamente colapsó el centro de esta capital, muy grande y ensartado en una estaca como estandarte, ironizaba: "Guerrilla urbana de Huatulco", y en un brazo anunciaba "piedras de alto poder". Otros carteles hablaban de plano de "la guerrilla de Ulises". Autoridades tradicionales de Ixtlán, Zoogocho, San Pablo Guelatao y otras circunscripciones de la sierra Juárez han negado la existencia de grupos armados en la zona, donde hace unos días hubo una acción "de propaganda armada" de cinco grupos y por otro lado se habló de uno más hasta ahora desconocido, pero que hasta video tiene, y bien distribuido.
"Nada de eso tiene que ver con nosotros, somos pacíficos", comenta un dirigente campesino que participa en la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO). "Lo pacífico no quita lo contundente", agrega. No existe al parecer ninguna identificación de la gente con las guerrillas que han hablado o asomado en días recientes, como para darle un empujoncito a la versión de la procuradora local, quien sin pruebas pero con aceptable efecto mediático había acusado al movimiento popular de "guerrilla urbana".
El bestiario de la protesta oaxaqueña se expresa ya no sólo en los adjetivos y caricaturas, sino en figuras de tercera dimensión: piñatas, esculturas, muñecos de trapo, performanceros. Tres catrines abren la marcha vestidos de frac; uno con máscara de cerdo, otro de buey y otro de burro. "No pasa nada", dice el cartelito del cerdo. Atrás va una pickup con el más estridente aparato de sonido, que anuncia: "En estos momentos, el traidor Vicente Fox trata de leer su último Informe, pero el pueblo de Oaxaca ya no cree en sus mentiras".
Tras una relativamente pequeña descubierta con representantes de la APPO, la sección 22 del SNTE, el frente gremial (FESODO) y los trabajadores del sector salud, encabezada por un niño discapacitado, viene el río humano. A lo largo del trayecto se aglomera más gente a ver la marcha. Aplausos desde las casas y las banquetas. "El pueblo mirando también esta apoyando", dicen los que sí marchan. Y también un buen resumen ejecutivo de todo esto: "Ulises, entiende, la gente no te quiere".
Se suceden pueblos y colonias con contingentes sindicales de las siete regiones de Oaxaca. San Pablo Macuiltianguis, San Antonio Huitepec, colonia La Cascada, pueblos de la Villa de Etla, Tlacolula, una hirviente multitud universitaria gritando "güevos" y pintándolos contra las oficinas del gobierno que encuentran a su paso. El hospital civil de Zimatlán, la clínica de Putla, los ayuntamientos populares de San Blas Atempa y San Antonino, el MULT Independiente, y el MULT "oficial" de grandes huestes; ambos grupos hoy antagónicos, separados por algunos kilómetros de gente, llevan por delante a centenares de mujeres triquis vestidas de rojo con elegancia y orgullo, y respaldan a la APPO.
En efecto búmerang, algunos carteles le "devuelven el eslogan" a la propaganda paragubernamental: "Ulises, queremos clases ya", "Fuera Ulises para una Oaxaca en paz". Son 103 días de calles de la capital tomadas por el pueblo. Siguen grupos de Tlacolula, Yalalag, Mitla, la Mixe Media, "Guardianes" de San Miguel Cajonos, anarquistas de negro con boinas o pelos parados, trabajadores electricistas, la Asamblea Popular Mixteca de Tlaxiaco, la Asamblea Popular del Pueblo Mazateco, hombres y mujeres de San Juan Lalana, la Ucizoni desde Matías Romero, muchos contingentes de Tuxtepec. Los normalistas prometen ser "los maestros del futuro". Artesanos, comerciantes independientes, en un sólo contingente grande las ONG locales. Autoridades de San Juan Tepanzacoalco, Ixtepec, Juchitán, morenazos de la Costa Chica, comunidades eclesiales de base, sindicalistas del IMSS y la UABJO con efigies de Benito llevando la boina del Che Guevara.
Y cuando uno cree que la columna ya a va a terminar (y que marcha tan grande) aparecen decenas de miles de maestros y sus familias, y son tal muchedumbre que la marcha parece comenzar apenas. Irrumpe una gran banda de alientos a la oaxaqueña. Los muros y fachadas del recorrido fueron parchados anoche por la brocha municipal, y hoy vuelven a quedar completamente grafiteados. Los nombres de los presos políticos: Germán Ramiro, Catarino, Erangelio.
Los monigotes se suceden, representando al gobernador que "ya cayó, ya cayó" como rata (el más solicitado), chupacabras, diablo rojo, demonio de Tasmania. "Que sube, que baja, el istmo no se raja". "Regiones unidas jamás serán vencidas". "Presente la sierra Sur". Las calles de Oaxaca huelen a leña, a bosque, a humo y aerosol. A indio y anarcopunk.