¿Un presidente espurio en la Casa Blanca?
Aplazan en Ohio la destrucción de boletas ante el cúmulo de anomalías en la elección de 2004
Ampliar la imagen Las dudas sobre la legitimidad de George W. Bush en la presidencia estadunidense saltaron de nuevo a la escena cuando las autoridades electorales de Ohio fueron obligadas a postergar la destrucción de boletas. Ese estado fue determinante para decidir la cerrada contienda con John Kerry, en 2004 Foto: Reuters
Nueva York, 1º de septiembre. Mientras que los principales periódicos y analistas estadunidenses ofrecen generosamente sus consejos a los mexicanos sobre la mejor forma para resolver el conflicto electoral, y sugieren el respeto a las "instituciones" de la democracia, pocos parecen recordar que las dos elecciones presidenciales anteriores en Estados Unidos estuvieron marcadas por tantas irregularidades que hasta hoy nadie puede asegurar quién ganó, y lo único que se sabe es que no todos los votos fueron contados.
Ese hecho aún mancha la presidencia de George W. Bush y provoca que millones duden de las instituciones electorales estadunidenses.
Esta semana, bajo intensa presión ejercida por críticos, las autoridades electorales de Ohio fueron obligadas a postergar la destrucción de las boletas de la pasada elección presidencial, ya que abogados, organizaciones de derechos civiles, expertos en estadística y varios políticos señalan que es necesario realizar una investigación a fondo sobre el cómputo y las irregularidades que han dejado en duda el proceso comicial. Ohio fue determinante en la muy cerrada elección entre George W. Bush y John Kerry en 2004.
La demanda legal presentada ante un tribunal federal busca detener la destrucción de las papeletas. "La querella está basada en investigaciones recientes que demuestran que muchas boletas fueron alteradas de manera que afectaron el resultado de la elección", explicó en entrevista con La Jornada Bill Goodman, director legal del Centro de Derechos Constitucionales, una de las agrupaciones que presentan la demanda.
Goodman precisó que se está solicitando la intervención del tribunal para permitir que se logre establecer la imparcialidad de la elección. Destacó que existe una diferencia entre el conteo registrado a escala local -datos que sólo hasta hace poco pudieron examinarse- y el conteo oficial estatal después de la elección, y "queremos determinar la razón de esa diferencia".
La ley federal permite la destrucción de las papeletas 22 meses después de una elección, pero no es obligatorio. La demanda legal se realiza después de que, finalmente, investigadores logra- ron tener acceso a la documentación de los pasados comicios. Luego de ocho meses de revisar unas 35 mil boletas de 75 distritos, informaron que se han encontrado papeletas que parecen haber sido manipuladas, así como que en algunos distritos el número de votantes es significativamente diferente de los resultados consignados oficial- mente. No se examinó el total de 5.6 millones de boletas, ya que a los investigadores no se les permitió acceso a toda la documentación sino hasta enero, pero suponen que descubrirán más anomalías.
Entre lo que señalan los investigadores independientes está que no han detectado una gran conspiración, pero sí casos de mal manejo de las boletas y algunos indicios de posible fraude a escala local, reveló el New York Times esta semana.
Poco después de los comicios de 2004 se presentaron demandas legales en Ohio impugnando la elección, pero no prosperaron, y varias investigaciones han descubierto una serie de irregularidades pero han concluido, igual que el Partido Demócrata y su candidato Kerry, que no hubieran anulado el triunfo de Bush.
Sin embargo, el representante John Conyers -el demócrata de mayor rango en el Comité Judicial de la Cámara- y un equipo de expertos realizaron una extensa investigación que documentó irregularidades masivas en la elección, que en su conjunto podrían haber cambiado de manera significativa el resultado no sólo en Ohio, sino nacionalmente.
Por otro lado, Robert Kennedy Jr. también escribió un extenso reportaje sobre la elección presidencial de 2004, publicada por Rolling Stone hace un par de meses, en el que concluyó: "Estoy convencido de que el partido del presidente montó una campaña masiva y coordinada para subvertir la voluntad del pueblo".
Como reportó La Jornada en junio, Kennedy examinó una serie de irregularidades, evidencias de manipulación y supresión del voto y de fraude tanto a escala nacional como en el caso particular de Ohio. Entre las anomalías y hechos sospechosos que descubrió destacan: casi la mitad de los 6 millones de votantes estadunidenses en el exterior jamás recibieron sus boletas o las recibieron demasiado tarde; una empresa de asesoría contratada por los republicanos para empadronar votantes en seis estados claves fue descubierta destruyendo registros de demócratas; en Nuevo México, donde la elección fue decidida por un margen de unos 6 mil votos, se reveló que las máquinas fallaron misteriosamente en registrar el voto presidencial en unas 20 mil boletas, y que en el ámbito nacional se anularon hasta un millón de votos por maquinaria de votación que no funcionó correctamente (casi un voto por cada 100 emitidos).
"Pero lo más anómalo en 2004 fue su giro decididamente partidista: casi sin excepción dañaron a John Kerry (el candidato presidencial demócrata) y beneficiaron a George Bush", escribió. El autor, hijo del famoso Robert Kennedy y sobrino del presidente John Kennedy, quien se dedica a proyectos ambientalistas y de derechos humanos, se enfoca en el caso de Ohio, estado fundamental en determinar el resultado de la elección nacional presidencial.
Anomalías en el padrón
En Ohio, a por lo menos 357 mil votantes, la abrumadora mayoría demócratas, no se les permitió votar y sus sufragios no fueron contados en 2004 (más de lo suficiente para haber cambiado los resultados de una elección decidida por un margen de 118 mil 601 votos). Uno de cada cuatro ciudadanos empadronados en Ohio llegaron a las casillas sólo para ser notificados de que no estaban en el padrón. Además, hay pruebas de un fraude bruto que indica que más de 80 mil votos emitidos para Kerry fueron contados para Bush, lo cual es un giro de intención de unos 160 mil sufragios, más de lo necesario para haber entregado el triunfo al demócrata Kerry.
Kennedy también examina cómo los medios nacionales no siguieron investigando todas estas irregularidades a pesar de amplias pruebas iniciales que indicaban que algo sumamente sospechoso había ocurrido, y cómo al final periódicos nacionales como New York Times y Washington Post descartaron la posibilidad de una conspiración para manipular el ejercicio electoral.
A pesar de que las encuestas de salida realizadas por organizaciones con amplia experiencia, incluyendo Mitofsky Internacional, contratadas por los medios electrónicos, habían concluido que Kerry era el triunfador, y que no podían explicar las discrepancias finales entre sus sondeos y el conteo final, casi ningún medio ha continuado reportando lo sucedido.
"Por segunda vez consecutiva en las elecciones, el presidente de Estados Unidos fue seleccionado no por la voluntad incuestionable del pueblo, sino bajo una nube de trucos sucios. Dado el alcance de las maquinaciones del Partido Republicano, simplemente no podemos estar seguros de que el hombre correcto ocupa ahora la Oficina Oval, lo cual significa, en efecto, que hemos sido privados de nuestra fe en la propia democracia", escribe Kennedy.
Concluyó: "Si las pasadas dos elecciones nos han enseñado algo, es esto: la amenaza más grande para nuestra democracia es la inseguridad de nuestro sistema electoral. Si la gente pierde su fe en que sus votos son registrados de manera precisa y fiel, abandonará las urnas. Nada menos está en juego aquí que toda la idea de un gobierno del pueblo".
Vale recordar que en la elección presidencial de 2000, las irregularidades reportadas en Florida aún no han sido resueltas, y por tanto nadie sabe hasta hoy día si Bush o Al Gore ganó la elección. La decisión sobre la voluntad del pueblo fue hecha, bajo el marco de la ley, por la Suprema Corte de Estados Unidos.