Usted está aquí: sábado 2 de septiembre de 2006 Espectáculos Surte The Strokes al DF con 90 minutos de trepidante garage

El Palacio de los Deportes se inundó de gozo con las 21 rolas que interpretó la banda

Surte The Strokes al DF con 90 minutos de trepidante garage

Porter, la banda abridora, sorprendió con su manejo instrumental y vocal; Espiral fue coreada por los 15 mil asistentes

Los neoyorquinos repetirán hoy; calentarán el escenario los Dandy Warhols

JORGE CABALLERO

Ampliar la imagen De principio a fin, Julian Casablancas (en la imagen) cautivó al respetable con su desgarrada voz Foto: Fernando Aceves

Aunque The Strokes tocó muy bien, fueron dos conciertos los que se vivieron en su primera presentación en el Palacio de los Deportes de la ciudad de México: los de la parte de abajo, quienes en completa y total fruición fueron los crisoles donde la banda neoyorkina depositó su potente música, y los de la parte de arriba, que no lograron conectar por completo, por más que se esforzaron, a lo largo de las 21 canciones que incluyó el repertorio, en la hora y media que duró el concierto, desde Juicebox hasta Take it or leave it.

Un público integrado por bellos mancebos, delgadas y pequeñas jóvenes con el mismo corte de pelo y algunos treintañeros en edad productiva añorando aún los reminiscencias garacheras/gruncheras de los años 90.

El grupo tapatío Porter, abridor del concierto, sorprendió con su art rock a propios y extraños, con su excelente manejo instrumental y vocal (pasando a placer de los graves a los agudos en innumerables ocasiones) para sonar muy bien en la media hora que les dieron chance.

El vocalista, vestido con un disfraz de helado, que a la distancia parecía de vainilla, deconstruyó el escenario y elevó su canto a lo más recóndito del inmueble. Iniciaron con su prolongada canción Vaquero galáctico, continuaron con Girl y siguieron con Daphne. Pero los segundos 15 minutos de su actuación resultaron de antología, por momentos Porter parecía la banda estelar más que la telonera. No te encuentro, colocó en éxtasis al público de la parte de abajo, que no dejó de moverse, mientras el resto murmuraba la versión extendida que hicieron de la pieza. Porter continuó con su enorme canción Espiral, que fue coreada en su totalidad por los 15 mil asistentes, poniéndolos en el cenit del gozo. Finalizaron con Bipolar, su nuevo éxito radial, que coronó su estupenda actuación para dejar listo el escenario para The Strokes, aunque para eso transcurrieron 58 minutos, tiempo en el cual, por cierto, los pobladores de la explanada no dejaron de moverse y exigir la salida de los músicos estelares.

Impecables, galopantes, sorprendentes

Por fin el quinteto de la ciudad de Nueva York tomó sus posiciones en el estrado; los alaridos y sonrisas de satisfacción del respetable aparecieron para recibirlos. Juicebox, segundo track del tercer material original que promueven, abrió el concierto. Las canciones rápidas y cortas de los Strokes, o sea, el rocanrol puro, tomaron el sistema nervioso del público para inhibir cualquier orden de decoro que enviara el cerebro. Todo mundo comenzó a disfrutar, sobre todo los afortunados de la explanada del Domo de Cobre, con un Julian Casablancas impecable, un Albert Hammond Jr. galopante, un Nick Valensi solvente, un Fab Moretti golpeante y un Nikolai Fraiture, muy cool.

Mientras corría el concierto, la gritería del público se hacía más fuerte con las canciones The end has no end, Red light y Modern age, de su segundo disco Room on Fire, momento para que Casablancas dijera en español: "Hola, bienvenidos. Gracias por estar aquí. ¡Viva México!"

Por momentos, el vocalista, los dos guitarristas y el bajero atacaban el escenario en línea, en otros se desperdigaban en el escenario y en otros más Casablancas se rifó solo, para ponerse en contacto con el público, haciendo movimientos de baile, alzando las piernas y desgarrándose la garganta.

Continuaron con un set de éxitos de su discografía: Heart in cage, Electricityscape, Is thit it, Ize of the world, Hawaii y Someday, con los cuales pareció que el punto máximo de su actuación no podía descender de esa franja. Pero con 12:51, Last nite y Ask me anything superaron, por mucho, los grandes momentos protagonizados en el pasado inmediato del concierto.

Casablancas también agradeció a Porter y recordó su primera actuación en México; como colofón eligió las canciones Vision of division, Reptilia y Barely legal, pero el público insatisfecho pidió más. Se despidieron.

Regresaron para el encore, e interpretaron el clásico tema de Lou Reed, Walk on the wild side, que resultó una enorme y agradable sorpresa. Le siguió New York City cops y finalmente Take it or leave it dio el cerrojazo de la noche.

Un concierto que los asistentes de la parte de arriba, unos 10 mil, disfrutaron de manera interpelativa presenciando el gozo de los mancebos de la parte de abajo. Esperando que en las siguientes presentaciones de los Strokes los productores elijan un mejor sitio para que todo el público los disfrute plenamente.

Atrás quedaron las actuaciones de sus conciertos del 26 de enero de 2002, en el Salón 21, y el del 19 de marzo de 2004 en el mismo recinto. Los Strokes se presentarán de nueva cuenta hoy en el Palacio de los Deportes, con sus compadres los Dandy Warhols, pero las localidades ya están agotadas.

 
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