El informe que no se declamó
El gobierno federal, ante el temor de que se diera una concentración, o se estableciera un campamento, cerca o alrededor del Palacio Legislativo, llegó a instalar retenes de soldados y policías incluso a kilómetros de ese lugar. Quince colonias quedaron, como se ha dicho repetidamente, bajo estado de sitio. Hubo momentos en los que los que vivían ahí no podían entrar a su propia casa. Y estas medidas se iniciaron más de dos semanas antes del Informe presidencial, aunque se fueron intensificando para llegar, el primero de septiembre, a su máximo nivel. El jefe de Gobierno electo del DF dijo que el despliegue de efectivos de seguridad incluyó 2 mil 840 elementos de la Policía Federal Preventiva, 800 del Estado Mayor Presidencial, 200 del Grupo Especial y 40 tanquetas. Han de haber creído que estaban haciendo una gran demostración de fuerza.
Los retenes se acercaron incluso al Zócalo, donde se llevó a cabo una asamblea informativa de partidarios de López Obrador. Este, en su informe, dijo que no iban a caer en la trampa, en la provocación, de irse a pelear con los policías o los soldados; que se quedarían ahí, en el Zócalo. Y que "nosotros, no ellos, vamos a escoger el momento", palabras más, palabras menos.
El programa del Informe incluía, como en otros años, que un legislador expusiera la posición de cada partido, y luego el Presidente llegara, entregara su informe por escrito (que es la parte que exige la Constitución) y pronunciara un discurso, éste no obligatorio pero que siempre, para lucirse o por el motivo que se quiera, siempre se había dado también.
Como generalmente sucede, los legisladores hablaron en orden "de menos a más", primero el que tiene menos legisladores, luego el segundo de abajo para arriba, y así, hasta el partido con más legisladores, que en este caso es el PAN. El penúltimo orador lo fue por el PRD, que es la segunda fuerza por número de legisladores.
Varios de los primeros oradores hicieron referencia, con evidente molestia, al "estado de sitio" alrededor del Palacio Legislativo, y todavía más dentro de él. De modo que cuando habló el representante del PRD, a nadie le extrañó que se refiriera al asunto. Pero agregó un elemento: "si estamos bajo estado de sitio, no podemos legislar libremente, ni deliberar libremente. Por lo tanto, no voy a exponer la posición de mi partido, sino que aquí me quedo hasta que se levante el estado de sitio". Al mismo tiempo, sus numerosos compañeros (más que en años anteriores) subieron también y rodearon al orador. Y ahí se quedaron. El presidente de la Cámara de Diputados, del PAN, sólo acertó a declarar un receso. Mientras, llegó el Presidente a presentar su Informe, le dijeron que no se iba a poder, y luego de algunos intercambios de palabras, Fox entregó su escrito y se retiró.
La gente que estaba en el Zócalo y que, como dijo López Obrador, se había quedado ahí, veía lo que pasaba en San Lázaro por medio de una pantalla gigante. Y los gritos de alegría aumentaban a medida que veían y oían lo que estaba pasando. Unos minutos después, se oía "el pueblo... unido... jamás será vencido". Y es que la demostración de fuerza resultó inútil ante la astucia.
La izquierda llevaba más de un mes fuera de la televisión. Este incidente le dio la entrada, aunque en medio de los evidentes ataques. Incluso la televisión internacional transmitió los hechos principales.
Esta experiencia muestra que no basta tener toda la fuerza del Estado y del dinero. Y se han señalado otras fechas próximas: el Grito del 15 de septiembre; el 16 de septiembre, con la convención nacional democrática, que plantea todo un sistema de instituciones alterno, y el primero de diciembre, toma de posesión del nuevo presidente, que si las cosas siguen como van, será considerado por muchos como producto del fraude electoral. Todos debemos considerar esto con cuidado, pues los hechos no se repiten igual.
El tribunal electoral, aunque ya descartó las objeciones que mostraban el fraude, no ha anunciado todavía dos cosas. Primera, si las elecciones son válidas, o se anulan. Y segunda, quién es el presidente electo. Esta batalla del primero de septiembre demostró que las cosas no están tan sencillas como para seguir por el camino del fraude. Pero no van a pasar muchos días antes de que veamos si aprendieron de esta lección, o no.