Serán los días 3, 5, 7 y 10 de septiembre en el Palacio de Bellas Artes

Ofrecerá la Compañía Nacional de Danza cuatro funciones de Romeo y Julieta

El montaje coreográfico corre a cargo de Jane Bourne, quien recuperó su espíritu original

CARLOS PAUL

Una de las más atractivas y refinadas coreografías, creada en 1960 por el coreógrafo sudafricano John Cranco, inspirada en la célebre tragedia amorosa Romeo y Julieta, de William Shakespeare, podrá ser nuevamente apreciada en el Palacio de Bellas Artes, interpretada por la Compañía Nacional de Danza, en cuatro únicas funciones.

Con el mismo titulo de la obra del dramaturgo inglés, el jueves pasado todavía se terminaban de afinar los últimos detalles técnicos y artísticos para poder apreciar este montaje coreográfico en su plenitud.

Sobre el escenario se acomoda y ajusta la escenografía, que evoca la ciudad de Verona, Italia, en 1400.

Como una espléndida y famosa pintura en movimiento, el cuerpo del ballet con un magnífico vestuario de época, ensaya, escenifica el despertar de esa ciudad, el trajín de vendedores de frutas y flores, la vida cotidiana de sus habitantes, los paseos de la aristocracia y el vulgo, entre quienes se distinguen los bailarines que encarnan a los jóvenes varones pertenecientes a las familias de los Capuleto y los Montesco, quienes de las bromas juguetonas entre ellos, pasan al enfrentamiento con las espadas desenvainadas. Cuadro en el que los bailarines hacen gala de precisión y plasticidad con movimientos de danza neoclásica.

El alboroto es apaciguado por el anciano Duque de Verona (Jorge Cano), quien obliga a los miembros de ambas familias a hacer las paces. Se aprecia que de mala gana lo hacen, lo que representa, por un lado, el comienzo de una venganza que no terminará, y por otro, el principio de este espectáculo coreográfico, en el que se irá tejiendo el romance y la tragedia y que por lo visto promete lucir y fluir como una de las más atractivas, refinadas, elegantes y realistas obras llevadas de la literatura a la danza clásica.

La primera versión de Romeo y Julieta se atribuye al coreógrafo veneciano Eusebio Luzzi, la cual fue estrenada en Venecia en 1785. Otras puestas en escena fueron concebidas por los coreógrafos Ivan Valberg, en San Petersburgo, en 1809 y la del italiano Vicenzo Galotti, en Copenhague, en 1811. Más de un siglo tendría que pasar para que algún otro coreógrafo volviese a interesarse en esa célebre historia.

El coreógrafo sudafricano John Cranko, como muchos otros creadores, decidió tomar para su singular creación dancística la música de Serge Prokofiev, partitura que en su tiempo, según se ha documentado, fue duramente criticada, pues los bailarines encontraron que esa composición no se podía bailar y que la escena final del suicidio era muy deprimente.

Actualmente esta partitura "es reconocida precisamente por bailable. Es considerada la versión más refinada de la obra de William Shakespeare y una de la composiciones para ballet más populares", la cual será interpretada por la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, bajo la batuta de Enrique Patrón de Rueda.

En octubre de 1994, la Compañía Nacional de Danza estrenó esta magnifica producción y de nueva cuenta el montaje coreográfico estuvo a cargo de Jane Bourne, quien se ha encargado "de dejar la coreografía tal y como Cranko la concibió hace más de 45 años".

De acuerdo con Dariusz Blajer, titular de la Compañía Nacional de Danza, Bourne ha comentado que "el espíritu latino de los intérpretes mexicanos se refleja en la coreografía, con lo cual se le da un toque más agradable y un color muy especial, a diferencia de los bailarines estadunidenses o alemanes".

Con más de 60 bailarines en escena, con los papeles protagónicos de Julieta las bailarinas Irma Morales y Laura Morelos, y de Romeo, Tihui Gutiérrez, Jaime Vargas y Raúl Fernández, la escenografía y vestuario de Elisabeth Dalton, Romeo y Julieta se escenificará los días 3 y 10 de septiembre, a las 17 horas y el 5 y 7, a las 20 horas, en el Palacio de Bellas Artes.