Bajo la Lupa
Las balcanizaciones que vienen: ¿Kurdistán y Baluchistán?
Más que una entidad informativa imparcial, Fox News, propiedad del controvertido Rupert Murdoch, constituye un canal bélico de propaganda que marca los tambores de guerra de la tripleta israelí-anglosajona
Después de la destrucción de Afganistán, Irak, Palestina y Líbano, la guerra global en proceso, que echó a andar su maquinaria bélica hace cinco años con la coartada del 11 de septiembre, prosigue su marcha fúnebre que conviene a los intereses financieros de la banca israelí-anglosajona totalmente quebrada, con el fin de intentar resarcir sus colosales pérdidas y capturar los recursos energéticos desde la frontera de China con Afganistán hasta la costa oriental del mar Mediterráneo: el corredor superestratégico en cuya encrucijada crucial se ubica Irán con 16 fronteras (ocho continentales y ocho marítimas), entre las que destaca su colindancia con el mar Caspio y el golfo Pérsico, tercera y primera reservas mundiales de petróleo, respectivamente.
Sus ocho fronteras continentales de 5 mil 440 kilómetros las comparte con Irak (mil 458), Turkmenistán (992), Afganistán (936), Pakistán (909), Turquía (499), Azerbaiyán (432), el enclave de Najichevan (179) y Armenia (35); sus colindancias marítimas son Rusia y Kazajstán, en el mar Caspio, y en el golfo Pérsico: Kuwait, Arabia Saudita, Qatar, Bahrein, Emiratos Arabes Unidos y Omán.
Hace mucho comentamos que la contienda contra Irán ya había comenzado de facto mediante la guerra desinformativa: la gran especialidad de la banca israelí-anglosajona que controla los principales multimedia globales y al complejo militar industrial de los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel. Más que una entidad informativa imparcial, Fox News, propiedad del controvertido Rupert Murdoch, constituye un canal bélico de propaganda que marca los tambores de guerra de la tripleta israelí-anglosajona.
La guerra multidimensional de Israel contra Hezbollah, que pulverizó la economía y las finanzas de Líbano, también representó una guerra de Estados Unidos contra Irán, de la propia confesión de Baby Bush.
La desestabilización de Irán también comporta varias guerras en sus flancos mediante las balcanizaciones en sus dos fronteras, Irak y Pakistán, que pueden llevar al desprendimiento regional caleidoscópico de Kurdistán y Baluchistán.
En nuestro libro -agotado- Irak: Bush Bajo la Lupa (Ed. Cadmo & Europa, 05) habíamos advertido el desmembramiento de la antigua Mesopotamia en tres entidades: una kurda al norte (donde destacan los yacimientos petroleros de Kirkuk), aliada a la banca israelí-anglosajona; una chiíta al sur, donde descuellan los yacimientos petroleros de Basora, íntimamente vinculada a Irán como parte del "creciente chiíta", y una sunita, sin petróleo, que puede conectarse a Jordania o a Siria (dependiendo de las tratativas tras bambalinas, si es que ambas no son balcanizadas antes).
El mayor retirado Ralph Peters (Armed Forces Journal, agosto 06), quien fungiera en el estado mayor como encargado de los servicios de inteligencia para las "guerras del futuro", propuso la necesidad (sic) de establecer un "Estado kurdo independiente" que "se extendería de Diyarbakir hasta Tabriz, y constituirá el principal Estado pro-occidental (sic) entre Bulgaria y Japón". ¿Más que Israel? Cabe señalar que Tabriz es la principal ciudad al noroeste de Irán en la cercanía de Azerbaiyán y el mar Caspio.
Luego de referir en forma perturbadora que las limpiezas étnicas funcionan muy bien desde hace 5 mil años en la región, Peters balcaniza todo en el corredor desde la costa oriental del mar Mediterráneo hasta Afganistán: "Irán perdería bastante territorio en beneficio del Azerbaiyán Unificado, el Kurdistán Libre, el Estado Chiíta Arabe (nota: que deglutiría la parte oriental de Arabia Saudita en la costa del golfo Pérsico), y el Baluchistán Libre, pero que obtendría a cambio la provincia alrededor de Herat en Afganistán".
El centro de pensamiento de extrema derecha Carnegie Endowment for International Peace (que apadrina la tóxica revista Foreign Policy), siempre omnisciente, se adelantó al "resurgimiento del nacionalismo de Baluchistán en Pakistán" (26.1.06), en un estudio de Frederic Grare, quien resaltó la importancia de la provincia de Baluchistán, que "se encuentra a horcajadas entre Pakistán, Irán y Afganistán". Sus señalamientos sobre la volátil provincia son explosivos: existencia de dos bases militares de Estados Unidos para librar la guerra contra el terrorismo; posesión de vastos recursos minerales en su subsuelo (oro, carbón, cobre, plata, platino, aluminio, y, sobre todo, uranio) y 36 por ciento de la producción total de gas de Pakistán; ubicación de la pruebas nucleares pakistaníes; construcción del puerto militar y comercial de Gwadar con capital y fuerza laboral de China, cuya "presencia es percibida por India como una amenaza".
Con uno solo de estos ingredientes explosivos basta y sobra para glorificar el nacionalismo baluchi y desprenderlo de Pakistán, Irán y Afganistán con el fin de crear el "Gran Baluchistán".
La filantropía de Grare se conmueve hasta ahora de que los "baluchis no obtengan una parte justa de los ingresos de sus recursos naturales". ¿Qué dirían, entonces, en México, los campechanos, tabasqueños, veracruzanos y chiapanecos que literalmente subsidian a los parasitarios Grupo Monterrey y Roberto Hernández Ramírez?
Después de amarrar navajas con el ejército paquistaní, la mayoría elitista étnica punjabi, Grare acumula con lujo de detalle geo-etno-demográfico los agravios sufridos por los baluchis, en particular en la región de Sui, pletórica en gas. ¿Quién mejor que la banca israelí-anglosajona y su bagaje de trasnacionales petroleras para aliviar los agravios del pueblo baluchi vejado y ultrajado?
Grare comenta que "los baluchis y los paquistaníes piensan (sic) que Washington desearía usar a Baluchistán como retaguardia para un ataque contra Irán", y analiza el "resultado de su secesión" que desembocaría en un "país independiente inestable": Pakistán "perdería sus recursos naturales, su profundidad estratégica y sus instalaciones de pruebas nucleares"; Irán y Afganistán se verían desmembrados para gestar el "Gran Baluchistán", lo cual tampoco sería favorable para India, ya que "estimularía el irredentismo en Cachemira y en los territorios del noreste" que incluye a Waziristán, colindante con Baluchistán.
Luciana Bohne interpreta que la desestabilización de Baluchistán, que representa 40 por ciento de Pakistán, y cuya capital Quetta -acusada de abastecer a los talibanes- está conectada con los planes para la "próxima guerra contra Irán" (Global Research, 1.9.06) y refiere que el asesinato, por el ejército paquistaní, de Akhbar Khan, líder nacionalista-independentista en Baluchistán, atizó la hoguera en la pletórica provincia gasera donde China construye un gasoducto al que Bush se opone" y "desde donde los comandos penetran a Irán" (de acuerdo con las revelaciones estrujantes de Seymour Hersh).
Bohne analiza los alcances del gasoducto en construcción en el puerto de Gwadar para conectarse a China: "el puerto de Gwadar geográficamente ubicado para observar (sic) el estrecho de Ormuz que los iraníes intentan bloquear en caso de ser atacados".
Sobra recalcar que las balcanizaciones proyectadas están manejadas con criterios petroleros.