SALON PALACIO
¡Sorpresa!, un libro de Mario Santiago Papasquiaro en el FCE
NINGUNEADOS POR TODA institución cultural desde la fundación de su indecente movimiento infrarrealista, hace por lo menos tres décadas, los poetas identificados dentro de este grupo, bautizado así por el fallecido escritor chileno Roberto Bolaño, ahora parecen resurgir del olvido oficial por ser políticamente incorrectos (cometieron el atrevimiento de molestar al poeta Octavio Paz), más allá de su cuestionable, o no, calidad poética. Mencionamos esto, porque el Fondo de Cultura Económica (FCE) ha decidido publicar (quizá para la Feria del Libro de Guadalajara) una antología poética del más destacado representante del Infrarrealismo, Mario Santiago Papasquiaro. La selección y presentación de este libro la hace otro infra (o realviceralista, según la novela Los detectives salvajes, de Bolaño), Mario Raúl Guzmán. Es de celebrar la actitud desprejuiciada del FCE para abrir sus criterios editoriales a otras perspectivas literarias no necesariamente legitimadas por la institucionalidad cultural.
Edición especial infrarrealista en Nomedites
COINCIDENTEMENTE, LA IRREDENTA revista de audio-video Nomedites presentará el próximo mes un número especial dedicado al movimiento infrarrealista, el cual reúne el trabajo de investigación que a lo largo de varios años ha realizado el periodista Raúl Silva, director de este proyecto que tiene como base el periodismo radiofónico, pero que en cada edición nos propone experimentos insospechados. En esta ocasión se augura una propuesta nunca antes intentada, pues incluye videos de lecturas infras (es decir, borracheras), reproducciones facsimilares de libros inconseguibles, una antología infrarrealista, textos inéditos de Mario Santiago Papasquiaro, fotografías de Roberto Bolaño, así como canciones que compusieron bandas y trovadores como La Lengua, Rafael Catana, Gerardo Enciso y Nono Tarado. Nomedites se distribuye en las librerías Educal (donde ya se puede conseguir el número 6, el cual rescata cartas de Bolaño a Papasquiaro); por cierto, esta es la única red de librerías culturales que existe en el país.
J.M. Servín y Armando González Torres
DOS NUEVOS ACIERTOS ha tenido la cuidadosa editorial Almadía, que comanda el sensible empresario oaxaqueño Guillermo Quijas con la asesoría del irredento escritor Leonardo Da Jandra. En su colección Estuario, dedicado al ensayo, aparece el libro Eso que ilumina el mundo, provocador recuento de aforismos y reflexiones breves del poeta y ensayista Armando González Torres, una de las presencias más lúcidas y a la vez discretamente incorrectas de nuestras letras contemporáneas. Un aforismo de González Torres: "Aunque sigo viviendo en la misma casa, dejé de dirigirme la palabra hace muchos años". El otro título de reciente aparición en Almadía es Revólver de ojos amarillos, de J.M. Servín, quien mediante 14 relatos nos confirma su intensidad narrativa, dura, cáustica, sin la mínima concesión ante la vanalidad de ser felices en un mundo en descomposición, pero simultáneamente el talento narrativo nos reconforta.
La clínica contra el odio
ESTUVIMOS TAMBIEN EN la querida cantina Covadonga aquel jueves al que se refiere nuestro colega Jaime Avilés en su columna Desfiladero del sábado 2 de septiembre, en La Jornada. Creo que todos suscribimos esa preocupación ante la confrontación maniquea que ha permeado a nuestra sociedad a partir del pasado proceso electoral (y quizá desde antes). Hemos escuchado argumentos certeros y honestos, pero los más son necios, viscerales y tendenciosos en favor de una u otra postura política; así se va generando el odio. Aquel tipo que cuestionó a Jaime por su lectura de lo que ocurre, paradójicamente fue quien en 1982 facilitó 50 metros de cable desde su casa para que se efectuara un mitin del entonces candidato de izquierda Jaime Avilés; me parece que esta anécdota encierra un profundo mensaje de tolerancia y de reinterpretación de las cosas más allá de la retórica del poder; sólo así se puede exorcizar el odio. Gracias, Jaime, por el pésame que me regalaste aquella noche, luego de la muerte de mi padre; la clínica puede funcionar.