"Sus democracias débiles, frágiles se han diluido, mientras aumenta la pobreza"
América Latina, una de las regiones más inequitativas del mundo: Celam
La corrupción mina los países que padecen migraciones incontrolables, señala
El Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) acusó que esta región evidencia "democracias débiles, frágiles". Es decir, "se han diluido", mientras la pobreza aumenta, el "cáncer de la corrupción mina los países" y padece "migraciones incontrolables".
Al dar la bienvenida al segundo Congreso de Doctrina Social de la Iglesia en América Latina y El Caribe, el presidente del Departamento de Justicia y Paz del Celam, cardenal Oscar Rodríguez Madariaga, manifestó que el gran desafío de la Iglesia católica es el diálogo con la esfera política, ante el reto que representa vivir en una de las regiones "más inequitativas del mundo".
Cuestionó que en el planeta se construyan "ya no los muros de la vergüenza, como en Berlín, sino los del racismo, la xenofobia, la exclusión". También, insistió en la urgencia por hacer realidad la condonación de las deudas de los países más pobres.
"Tenemos grandes desafíos para que los pueblos tenga vida con dignidad", asentó el religioso. Nos encontramos con enormes problemas, empezando por la migraciones, pues "aunque haya desarrollo no se van a detener"; se excluye a los humanos y enfrentamos que "nuestras democracias se han diluido, son débiles, son frágiles".
Estamos preocupados porque "la corrupción es como un cáncer que mina los países y porque la pobreza, lejos de disminuir, sigue aumentado. Nuestro continente se está caracterizando por ser uno de los más inequitativos del mundo y esos no nos deja pasivos". Como Iglesia, aseveró el arzobispo de Tegucigalpa, se nos presentan interrogantes que nos dejan profundos desafíos a los cuales debemos responder, pero no como organizaciones caritativas.
Dentro de este contexto, horas antes, al celebrar la ceremonia litúrgica de apertura de este congreso, el arzobispo primado de la ciudad de México, Norberto Rivera Carrera, dijo en la Basílica de Guadalupe que el reto es conjugar unidad y diversidad en nuestros pueblos. O sea, afirmó, "sanar fracturas. Promover el diálogo y perdonar", aunque la Iglesia, subrayó, "podría ofrecer más y más su experiencia".
Insistió que ante el reto de la pobreza y la desigualdad, puede ayudar a encontrar caminos de justicia y paz, así como promover "la libre articulación de la diversidad en un contexto cada vez más global".
Más tarde, durante la bienvenida a los participantes, el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de México, el obispo Luis Artemio Flores, enumeró algunas de las acciones a trabajar: opción por los pobres contra la exclusión; "una bioética que defienda la vida"; rehacer el tejido social, tanto en la familia como en la comunidad política; buscar alternativas para los excluidos; acompañar iniciativas de integración latinoamericana; promover un nuevo modelo de desarrollo y replantear la educación.