Usted está aquí: jueves 14 de septiembre de 2006 Opinión MELON

MELON

Luis AngelSilva

Festival Afrocaribeño en Veracruz

ANTES DE ENTRAR en materia, quiero darle las gracias a la doctora María Esther Hernández Palacios, titular del Instituto Veracruzano de Cultura, y a David Barquero, responsable de Producción Artística, por haberme invitado al Festival Afrocaribeño, celebrado en el puerto de Veracruz, lo cual me permitió gozar del jícamo que tiene ese lugar que me hace vibrar.

TAN SOLO CAMINAR por sus calles y callejones es motivo de gozo y alegría, trayendo a mi mente recuerdos de tiempos pasados combinados con el placer de encontrar a gente muy querida por éste, su enkobio, como Jerry Maracas, la familia del Negro Peregrino, Domingo Lucas, los aseres del barrio de La Huaca, los asiduos de La Parroquia y la oportunidad de cantar en ese festival tan importante después de cuatro años de ausencia.

MUY GRATO FUE darme cuenta que hay jóvenes que interpretan el son con entusiasmo y calidad, sumándose a los Pregoneros del Recuerdo, Chico Andrade y demás veteranos, me llamaron como el bombo de los Dandys, el grupo Efele Son y Juventud Sonera, a los cuales deseo larga vida y mucho éxito, ya que muestran "patas para gallo".

ENCONTRE QUE SE celebran bailes gratuitos en la Plaza de la Campana y en el Portal de Miranda. Había muchas parejas gozando de una manera espantosa, como dijo el Ciego Maravilloso Arsenio Rodríguez. En fin, que los seis días que pasé en el puerto se me fueron volando. Desde aquí mi agradecimiento al público de Veracruz por las muestras de cariño que me regalaron, haciéndome sentir como en mis años mozos.

NO PODIA FALTAR mi reconocimiento y admiración para las veracruzanas que, siguiendo la tradición, están por la maceta. Y, para ser sincero, me di banquete de ojo, ya que a estas alturas del partido con qué objeto, cosa que lamento porque me pusieron una edecán, de nombre Toñita, que paraba el tráfico. Vaya clase de niña en verdad para concurso de belleza.

TAMBIEN VOLVI A ver a Yoli Martínez, a la que el amor le arrebató al son, lo que parecía se iba a convertir en tremenda figura de nuestro ambiente sonero, vaya uno por lo otro, convertida en bella madre gozando de un matrimonio feliz. El festival tuvo de todo como en botica, sin faltar el saoco.

TUVE LA OPORTUNIDAD de participar en una mesa redonda en la cual se habló del desarrollo del son en México, en compañía de Merry MacMasters y Rafael Figueroa. Me correspondió hablar de lo que los viejos de la comarca llaman época de oro del son cubano en nuestro país, lo que me permitió darles humilde reconocimiento a los grandes soneros que pude encontrar en el principio de mi trayectoria.

DE 1945 A 1954 la calidad de los soneros mexicanos no permitió que orquestas de otras latitudes llegaran a este México de mis amores, donde los conjuntos nacionales inundaron de jícamo y saoco los lugares que fueron sitio de reunión de los amantes de la música con salsa.

COMO PODER OLVIDAR las noches del Waikikí con la música del Clave de Oro; el Río Rosa, con el conjunto de Eduardo Periquet; Los Diablos del Trópico, en el Macao; Los Guajiros del Caribe, en Astoria; Chucho Rodríguez y Arturo Núñez, en los mano a mano inolvidables del Oaxaqueño, y el Swing Club, adornados con la presencia de las niñas de la noche más hermosas de aquella época, con soneros de verdura, que nombraré advirtiéndole, mi nagüe, que serán unos cuantos por falta de espacio, no de memoria:

PABLO ZAMORA PEREGRINO, Luis González Pérez, Daniel de la Vega, Toño Espino, Memo Salamanca, Luis Cachimba, Fayo Cabrera y Juanelo, así como Tony Camargo y Lalo Montané. Aquí le paro para poder contarle, mi asere, de la presencia de Aurora Flores, periodista de Billboard, de Nueva York, que también produce un espectáculo llamado Zon del Barrio, The Barrio Zone Sandunga, Gandinga y Mondongo, con gran conocimiento de causa, así como la de Helio Orovio, musicólogo cubano, quienes participaron en una mesa redonda de mucha calidad.

PARA ECHAR UN pie a ritmo de comparsa, conga o como más le guste, mi enkobio, otra vez, ¡gracias, Veracruz! Vale.

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