La nave Soyuz TM-9 se acoplará a la Estación Internacional este miércoles
Por 20 millones de dólares, la primera turista del espacio viajará 10 días
La estadunidense, nacida en Irán, despegó del cosmódromo ruso de Baikonur
Ampliar la imagen Personal del cosmódromo ajusta el traje espacial de Ansari antes de emprender el vuelo Foto: Ap
Moscú, 18 de septiembre. Tras desembolsar 20 millones de dólares, el astronómico costo de su boleto, pero 5 millones menos de lo que tendrá que pagar el siguiente comprador de emociones fuertes por 10 días de vuelo -"es por la inflación", explicó un ejecutivo de RosKosmos, la agencia espacial rusa-, la estadunidense nacida en Irán Anushah Ansari se convirtió este lunes en la primera mujer en ingresar al selecto club de los multimillonarios que se permiten el lujo de hacer turismo espacial.
El cohete Soyuz-FG despegó a la hora programada del cosmódromo de Baikonur, arrendado por Rusia a Kazajstán, según pudo verse en la transmisión en vivo de la televisión pública, la primera de este tipo que realiza en muchos años.
Poco después, a unos nueve minutos del despegue, se separó del cohete portador la nave Soyuz TMA-9 con la turista espacial, el cosmonauta ruso Mijail Tiurin y Michael López-Alegría, estadunidense de origen español y astronauta de la NASA, a bordo.
A partir de ese momento, al ser colocada en una órbita elíptica transitoria de 242 kilómetros de apogeo (altura máxima) y 200 kilómetros de perigeo (distancia mínima), la Soyuz TMA-9 comenzó su vuelo hacia la Estación Espacial Internacional (EEI), a la que tiene previsto acoplarse el próximo miércoles.
Tiurin y López-Alegría van a relevar a la actual tripulación de la EEI, el ruso Pavel Vinogradov y el estadunidense Jeffrey Williams, quienes regresarán con Ansari a la Tierra el 28 de septiembre siguiente, en la nave Soyuz TMA-8, adosada al ingenio orbital.
Desde que el mítico Yuri Gagarin inició la conquista del espacio, el 12 de abril de 1961, cada vuelo de una nave rusa está precedido de un ritual de supersticiones que, según trascendió, cumplieron al pie de la letra Ansari y acompañantes.
La noche anterior, igual que en su momento hizo el primer cosmonauta de la historia, vieron la película El sol blanco del desierto; al dejar el hotel del cosmódromo estamparon su autógrafo con un marcador grueso en la puerta de madera de sus respectivas habitaciones; y con la primera luz de la mañana, salieron del edificio, al tiempo que el equipo de sonido reproducía una canción muy popular de la época soviética.
Luego, mientras se ponían las escafandras, les pasaron dos videos (a Gagarin le tocaron todavía películas), uno con diferentes fragmentos de su periodo de preparación y el otro con saludos y buenos deseos de los familiares.
Queda a la imaginación de qué manera pudo cumplir Anashah Ansari la última superstición de Gagarin, quien pidió, en plena estepa kazaja, que se detuviera el autobús que lo llevaba a la rampa de lanzamiento del Vostok-1: lo último que hizo para estar seguro de que su viaje sería exitoso fue orinar la rueda derecha de la parte trasera del vehículo.
Aunque pagó para ir como turista, tampoco estará de ociosa en el espacio. Ansari se comprometió a llevar a cabo dos experimentos para la Agencia Espacial Europea y uno para Energuia, consorcio aeroespacial ruso.
"Sueño con poder dormir cerca de la escotilla, contemplar la Tierra desde la órbita y, desde ahí arriba, pensar en cosas muy mías", reveló Ansari poco antes de emprender la aventura.
En la Tierra esperan a esta bella mujer de 40 años de edad un marido orgulloso, Hamid, y una demanda en su contra interpuesta ante una corte federal de Massachusetts, que deberá decidir si tienen fundamento o no las acusaciones de que, cuando desempeñaba el cargo de vicepresidenta de Sonus Network Inc., se enriqueció con información privilegiada en operaciones de bolsa, efectuadas en detrimento de ese consorcio de Dallas.
Al parecer, tampoco es muy claro el origen de la fortuna de los Ansari, cuyas familias emigraron a Estados Unidos cuando el ayatola Ruhollah Jomeini ya había instaurado los pilares del régimen islámico en Irán. Sólo se sabe que tuvieron la previsora ocurrencia de vender en 550 millones de dólares sus acciones de Telecom Technologies Inc., pequeña empresa de su propiedad dedicada a elaborar programas computacionales para redes telefónicas. Al poco tiempo se produjo el colapso bursátil de la industria de telecomunicaciones en Estados Unidos y esos papeles cayeron estrepitosamente de 40 a 5 dólares.