La arquidiócesis rechaza que se haya "protegido" al cura Nicolás Aguilar

El cardenal Rivera pide ayuda a la PGR y se dice víctima de chantaje

ALMA E. MUÑOZ

El cardenal Norberto Rivera Carrera presentará ante la Procuraduría General de la República (PGR) una denuncia de hechos y solicitará a las autoridades judiciales de Estados Unidos que investiguen todo lo relacionado con el caso del presunto pederasta Nicolás Aguilar Rivera, para demostrar que no participó en ninguna "conspiración", como se le acusa.

Su vocero, el sacerdote Hugo Valdemar, acompañado del abogado de la arquidiócesis de México, Bernardo Fernández, afirmó que esto les permitirá además comprobar que detrás de la denuncia interpuesta el martes en California hay intentos de extorsión y chantaje hacia el prelado.

La solicitud también incluye constatar si los abogados de la víctima de pederastia, Joaquín Aguilar, cuentan con los permisos correspondientes para actuar como tales -solicitarán información al Colegio de Abogados de Los Angeles-, y que la Secretaría de Gobernación profundice la investigación sobre las actividades que los litigantes realizaron en el país el pasado miércoles.

Cuestionado sobre por qué el cardenal Rivera no denunció a Nicolás Aguilar, a pesar de conocer sus excesos, Valdemar afirmó que el jerarca católico cumplió con hacer una "recriminación muy fuerte" al cura por su homosexualidad, cuando en 1986 apareció con la cabeza rota y en medio de un charco de sangre en Cuacnopalan, Puebla, luego de participar en una orgía. Pero rechazó, junto con Fernández, que la Iglesia pueda actuar como policía o instancia jurisdiccional, porque ese no es su papel.

"A ver -retó el abogado-: si localizo y traigo aquí al padre Nicolás, él alegará su inocencia. Las cuatro denuncias interpuestas en su contra en México no prosperaron. Entonces, ¿yo de qué lo acuso?"

Valdemar explicó, en conferencia de prensa, que Nicolás Aguilar Rivera pudo ejercer su ministerio sacerdotal en dos parroquias de la ciudad de México en 1994 y 1995 -en la primera ocurrió la violación de Joaquín- durante el último periodo del hoy arzobispo emérito Ernesto Corripio Ahumada, porque éste "prácticamente durante sus dos últimos años en funciones no gobernó la arquidiócesis. En esa época se dio bastante anarquía en cuanto a entrada y salida de sacerdotes, pero cuando el presbítero Aguilar supo que llegaría Rivera Carrera se dio a la fuga".

Manifestó que el cardenal recibió después un informe de uno de sus obispos auxiliares, Marcelino Hernández, quien el 18 de febrero de 2006, a las 17.30 horas, se entrevistó con Joaquín Aguilar y quedó con la impresión de que el joven en realidad había sufrido abuso, pero no fue víctima de violación, "pues nunca quiso hablar de su propio caso, sino que sacó a colación los de Puebla (más de 60 niños abusados por el sacerdote). Además comentó que le había sido ofrecido dinero a cambio de hablar ante los medios de comunicación".

Al reiterar que el jerarca católico no participó en un complot para proteger a pederastas, y de manera particular al supuesto victimario de Joaquín Aguilar, aseguró que como obispo de la diócesis de Tehuacán Rivera Carrera informó "debidamente" a la arquidiócesis de Los Angeles del problema de la homosexualidad que sufre el cura Nicolás Aguilar -aunque una carta del otro inculpado en el complot, el cardenal Roger Mahony, desmienta esa versión-, pero que para ese entonces, 1987, el entonces obispo no tenía noticias de que el sacerdote acusado abusara de menores.

Dio a conocer que a Joaquín Aguilar se le ofreció en 2004 ayuda sicológica, pero no la aceptó, como tampoco quiso presentar denuncia ante el tribunal eclesiástico para que se castigara al presbítero.

Por eso resulta extraño, dijo, el comportamiento de sus abogados. "Resulta indignante que junto con Eric Barragán, vocero de la Red de Sobrevivientes de Víctimas de Abuso Sexual de Sacerdotes, engañen a las autoridades migratorias haciéndose pasar como turistas, cuando en realidad vienen a realizar ilegalmente su trabajo, dando conferencias de prensa difamatorias y llenas de mentiras". Los acusó de dar a entender que la justicia y los jueces mexicanos "son despreciables".

-¿Usted alertó a la Secretaría de Gobernación sobre la conferencia de prensa que el miércoles darían los abogados?

-No -sonrió-, es muy fantasioso quien así piense.

Lo cierto, subrayó, es que esclarecieron su verdadera intención: "comercializar la justicia, pues tal parece que su cometido no es el castigo del criminal y la justicia para sus víctimas, sino la ganancia económica alcanzada inmoralmente a través de la manipulación y la explotación del dolor y la tragedia de las víctimas de tan deleznables delitos".

Desde luego, sentenció el abogado de Rivera Carrera, "ni el cardenal ni la arquidiócesis se prestan a chantajes. Consideramos que esto es una extorsión y no vamos a colaborar ni a acceder".

-¿La Conferencia del Episcopado Mexicano podría solicitar a los obispos que rastreen al sacerdote Nicolás Aguilar entre los presbíteros que hay en México (13 mil aproximadamente)?

-Podría, sin duda, girar una petición.

-¿Lo harán, sí o no?

-La Iglesia y la CEM no son policía; quien tiene la función de investigar y localizar a las personas es la policía, la procuraduría...

-¿No lo van a buscar? -se insistió.

-Pero nosotros por qué -contestó el abogado.

-¿No les preocupa que ande suelto y que más niños puedan ser sus víctimas?

-No está bajo la jurisdicción del arzobispo. En todo caso quien puede tomar medidas contra él es el obispo de la diócesis de Tehuacán -aclaró Valdemar.