Agua, por ejemplo
Somos seres de agua. Más de 70 por ciento de nuestro cuerpo está formado por este elemento. Todas nuestras funciones se realizan en un medio acuoso. El pensamiento, la imaginación, el deseo, la nociones del universo, del tiempo, el movimiento, la alegría, la tristeza, la ira, el sexo. La actividad de las células nerviosas -y de todas las células- se desarrolla por el intercambio de materiales en un medio líquido en nuestro interior. Somos agua.
Tengo sed. Necesito agua. Es nuestra necesidad primaria. Podemos estar mucho tiempo sin comer o sin otras cosas, pero no sin agua. Es indispensable un intercambio entre el agua exterior, la del medio ambiente, con la de nuestros cuerpo, de otra manera es imposible la vida. Y no sólo de nosotros, me refiero a todos los seres vivos.
En el siglo XIX, Claude Bernard desarrolló un concepto central para la biología: el de medio interno, y describió su tendencia a mantenerse estable. De ahí surgiría luego el término homeostasis. Se refiere al equilibrio dinámico entre las células y el medio que las rodea. Este, el medio interno, está formado principalmente por agua. La ruptura del equilibrio daría lugar a la enfermedad. Esta idea podría extenderse a la necesidad de un equilibrio entre los seres vivos y el medio ambiente. Cuando éste se rompe, sobrevienen la enfermedad... y la muerte.
La realidad es que vivimos una emergencia, porque el agua del medio ambiente se está agotando, o mejor dicho, está en medio de una grave crisis. Esto significa que la vida en el planeta está en peligro. No es un juego. No estoy exagerando. Se trata de un problema de vida o muerte.
Tuve la fortuna de participar en la elaboración del libro Agua: emergencia en Puerta, editado por La Jornada. Se trata de un esfuerzo periodístico muy serio, encabezado por Fabrizio León. Además de un diagnóstico global, en esta obra se examina principalmente el caso de México, haciendo un recorrido por todos los estados de la República. El panorama es sumamente grave, parecería desalentador. Sobrexplotación de los mantos acuíferos, agotamiento, contaminación generalizada de nuestros recursos en ciudades, ríos, lagos y playas, distribución y administración anárquicas, corrupción, conflictos locales e internacionales por el agua, entre otros problemas.
Pero a pesar de que el mensaje para algunos pudiera resultar apocalíptico, para mí no lo fue. En este libro se muestra que enfrentamos un problema sumamente grave, pero que tiene solución. En esta obra se recogen las opiniones y los trabajos de instituciones de investigación, de científicos y tecnólogos mexicanos, que desde hace años dedican sus esfuerzos a entender y tratar de resolver los graves problemas del agua en nuestro país. La conclusión es que sí hay una solución, y que ésta es de carácter científico y tecnológico. No hay de otra.
Un aspecto muy interesante es que para enfrentar y resolver los problemas del agua se requiere de proyectos multidisciplinarios, que involucran tanto la investigación básica como la aplicada y a las ciencias naturales, sociales y las humanidades. Esto implica el conocimiento de nuestros recursos acuíferos, la comprensión del ciclo del agua, la formación de recursos humanos, la preservación de especies animales y plantas, la desalinización del agua de mar, el manejo de aguas residuales, la geología y biología, la historia del recurso en diferentes comunidades, la economía, la gestión de conflictos locales e internacionales, entre muchos otros temas de investigación.
Yo creo que la comunidad científica mexicana está lista para enfrentar este desafío. Instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, el Cinvestav, entre muchas otras, cuentan con los especialistas y las propuestas para encarar el problema del agua.
Solamente falta que se dote a la ciencia y la tecnología del país de los recursos para trabajar en la solución de este grave problema. Por desgracia en este punto entramos en el tema de los políticos, que desafortunadamente son bien ignorantes. Sólo piensan en ganar elecciones, es lo único que saben hacer. No reflexionan en problemas como el del agua, en el que a todos nos va la vida.