EL FORO
El inmortal
De lo destacable en la Cineteca
ENTRE LAS CINTAS más interesantes del conjunto latinoamericano que este año presentó el Foro de la Cineteca, destaca El inmortal, segundo largometraje de Mercedes Moncada, realizadora también hace tres años de otro documental estupendo, La pasión de María Elena.
ESTA VEZ, LA investigación de Moncada, cineasta de origen nicaragüense, radicada en México, tiene como tema la historia de dos hermanos gemelos que combaten en bandos opuestos durante la larga ofensiva que grupos paramilitares lanzaron en la Nicaragua de los años 80 contra el gobierno sandinista. Estos bandos fueron los llamados compas, miembros del ejército de liberación y simpatizantes, y "la contra", grupo paramilitar empeñado en derrocar al régimen, al que luego se unieron personas disidentes o nostálgicos del viejo régimen dictatorial de Anastasio Somoza.
TESTIGO DIRECTO DE los acontecimientos (su padre militó en el Frente Sandinista de Liberación Nacional), la directora regresa al país donde vivió 10 años, y recoge los testimonios de personas que, como los mellizos Rivera, vieron su país brutalmente polarizado por una guerra de odio auspiciada por un gobierno estadunidense empeñado en desestabilizar y derrocar al nuevo poder revolucionario. Parte de la familia Rivera fue obligada a unirse a los contra, el resto permaneció en las filas del FZLN.
EL INMORTAL NO proporciona mayor información puntual sobre el conflicto, suponiendo que cada espectador está ya familiarizado con los pormenores del mismo. Más que pretender una crónica del desarrollo del enfrentamiento, lo que elige Moncada es presentar el clima de la posguerra que dura hasta nuestros días: un clima de desasosiego y desconfianza social, y de heridas no cicatrizadas.
MANAGUA ES AQUI la capital ausente, pues la directora he elegido explorar una provincia, antes inaccesible, donde cada habitante tiene alguna pérdida y el recuerdo todavía vivo de la devastadora guerra fratricida.
SEÑALA MONCADA QUE en Nicaragua no ha sido posible crear una comisión de la verdad que investigue a fondo los efectos de la guerra y deslinde las responsabilidades, pues la mayoría de la gente aún tiene al respecto sentimientos muy encontrados y siente que, de algún modo, muchas personas fueron a la vez víctimas y victimarios, por lo que comparten gran parte de la culpa por la violencia generalizada.
LA CINTA NO se ocupa de exorcizar los fantasmas del pasado. Su tratamiento es más original e incluye en cada testimonio alguna nota de humor o una explicación providencial, casi mística, de los sucesos, así como la convicción de que la guerra ha marcado las existencias para siempre.
LA FACTURA DEL documental, filmado en 35 milímetros, es limpia y el ritmo ágil. La música, perturbadora, es de Diamanda Galás.
NINGUN ACENTO DE conmiseración empaña los relatos entrecruzados ni tampoco el abrazo fraternal de quienes antes fueron enemigos políticos dentro de una misma familia.