Los viejos sobreviven de la siembra y los jóvenes del trabajo en la zona turística
Mayas de QR: pobres en un estado rico
Ampliar la imagen Poblado de Tixcacal Guardia, en la zona maya de Quintana Roo Foto: José Luis López Soto
Carrillo Puerto, QR, 30 de septiembre. Su organización social data de más de 500 años y mantienen la organización teocrática militar que los rigió desde antes de la Conquista. Aquí todos pertenecen -al menos informalmente- a una de las 11 "compañías" subordinadas a generales, capitanes, tenientes, sargentos o cabos.
El municipio de Carrillo Puerto fue el último refugio maya luego de la larga y sangrienta Guerra de Castas -que inició en 1847 y un año después contaba con un ejército de 40 mil indígenas que ocuparon la mayor parte del territorio de la península de Yucatán y se establecieron a escasos ocho kilómetros de Mérida, centro del dominio español en la región-.
El esplendor de una civilización de grandes matemáticos y astrónomos, hoy es apenas un recuerdo.
Los tres principales municipios donde está concentrada esa población son: Felipe Carrillo Puerto, que tiene 65 mil 373 habitantes; José María Morelos, 32 mil 746, y Lázaro Cárdenas, 22 mil 357 habitantes.
En Carrillo Puerto, el contraste entre los viejos, que buscan respetar y sostener las tradiciones en medio de la marginación, y los jóvenes, deslumbrados por el reggaeton, las gruesas alhajas de oro, la cerveza y los nuevos trabajos en la zona turística del estado, salta en las esquinas, en las casas y hasta en las fiestas populares. El uso de la lengua maya los unifica, es quizá su lazo más fuerte.
En agosto y diciembre, cientos de mayas se vuelcan a sus centros ceremoniales católicos de Chumpón, Tixcacal Guardia, Chancá Veracruz y Tulum para una fiesta que les garantice una buena cosecha o les conceda algo a cambio de una promesa.
La fiesta previa a la siembra, con rituales de 500 años de antigüedad, es una mezcla exacta de los contrastes de esta cultura. Los más ancianos observan los ritos con reverencia. Marchan de sus casas a la iglesia con sus ofrendas, siguiendo a un grupo musical, el Maya Pax, que toca una melodía sagrada.
En ese ritual no se permiten fotos y difícilmente se acepta a los intrusos. Por nueve días las personas que realizan la promesa matan un cerdo, rito que comienza a la tres de la madrugada, y lo llevan a la iglesia como ofrenda para lograr lo que han pedido.
Pero los jóvenes apenas conocen el significado de lo que hacen, como Humberto May Pat, quien de plano reconoce: "Yo quisiera saber lo que mi papá, pero no sé nada", mientras se enreda explicando cuál es el paso que sigue en la celebración en la que él participa. Muchos ni siquiera se acercan, la mayoría permanece en las esquinas con los brazos cruzados o con una cerveza en mano.
Los mayas de hoy viven en la zona más pobre de un estado rico por sus atractivos turísticos; son el entorno casi invisible de las construcciones prehispánicas que los turistas visitan con mirada exploradora. Los viejos sobreviven de la siembra y los jóvenes emigran hacia los destinos turísticos del norte de Quintana Roo.
Uno de los aspectos más arraigados de su tradición es el culto a la Cruz Parlante, que está ubicada en el corazón de la cultura maya quintanarroense: la ciudad de Felipe Carrillo Puerto, cabecera del municipio con el mismo nombre.
En el viejo esquema del corporativismo priísta -reciben un subsidio gubernamental de 350 pesos y una despensa cada mes- los dignatarios hallaron una fuente de ingresos en el máximo símbolo religioso.
Está prohibido ver la cruz, dicen, pero si se se da una limosna de 20 pesos es posible conocer aquél símbolo que sirvió para unir a los últimos rebeldes mayas que pelearon la Guerra de Castas.
Los dignatarios se turnan para custodiar el símbolo, y sólo puede ser descubierto por un sacerdote. "Aquí sólo maya, no español", dice el aviso mientras conduce hacia el sitio donde se halla su máximo emblema. En la puerta de la iglesia un escrito en inglés pide respeto por el templo. Para ingresar hay que despojarse de sombrero y zapatos.
"Si pones una propina te dejan sacar foto", dice el dignatario José Isabel Sulub Cima. A un lado de las cruces hay una pequeña caja con la inscripción: "limosna, gracias", en castellano e inglés. Felipe Carrillo Puerto, antes Chan Santa Cruz, fue el lugar elegido por los mayas para soportar el asedio de las fuerzas gubernamentales cuando se replegaron hacia el sur de Quintana Roo, después de 1850.
En este municipio las dependencias públicas locales y estatales nunca modifican sus relojes. Verano o invierno, aquí se aplica el "horario rebelde". "Tenemos que trabajar con la hora del pueblo; todas las dependencias municipales y escuelas trabajan así, cuando hay un evento del gobierno del estado se hace de acuerdo a estos horarios", comenta la vocera del ayuntamiento, Tere Xiu.
Sólo en la central de autobuses se acepta el horario de verano, que rige del primer domingo de abril al último de octubre, pues es el punto de contacto entre el tiempo maya y el mundo.