La muestra de Honorio Robledo puede verse en el Centro Cultural y Social Veracruzano
Delirante fandango, exposición sobre los personajes de la fauna jarocha
Exorciza sus miedos para formar un carnaval; "vi el último de los mejores mundos posibles"
Una pareja de recién casados se mira extasiada de amor, flotando lejos, muy lejos de la fiesta que se celebra en su honor. Al mismo tiempo, un hombre se dedica a sacar pequeñas aves de un pozo, como por arte de magia, para llenar con ellos el atardecer, mientras un jaranero, en venganza de Ulises y sus marineros, embelesa a un grupo de sirenas con su canto.
Estas escenas coloridas y fantásticas, que regresan de un golpe a quien las mira a la infancia perdida, forman parte de la exposición Delirante fandango, del ilustrador, pintor y cuentista Honorio Robledo (Tenancingo, 1954), "veracruzano honorario" que se ha dedicado a reproducir en cuanto papel llega a sus manos a todos los seres que pueblan la abundante mitología jarocha.
A pesar de su estatura, anteojos y barba, Robledo no puede disimular que sigue siendo un niño. Y es de las experiencias de esa etapa de su vida que toma las imágenes que plasma en sus lienzos y grabados.
"Tuve dos abuelas maravillosas que contaban cuentos de los lugares donde viví: pueblos viejos, que eran el paso entre el campo y la ciudad y donde quedaron seres mágicos y leyendas bajo el pavimento", dice en entrevista Robledo, ex colaborador del suplemento La Jornada Niños con la tira del gato Cubeta.
El estilo del dibujante se inscribe directamente en el realismo mágico, seguramente como herencia de las realidades intensas que vivió, desde el estado de México y Playa del Carmen hasta Oaxaca y Veracruz. "Me tocó el último de los mejores mundos posibles", define.
Los ojos de los hombres, que al contemplar el baile de una hermosa mujer brillan como cocuyos en uno de sus cuadros, son los ojos del señor Albores, "un negro ancho, de ojos grandes, que iba provocando el silencio a su alrededor con su tacita de café" mientras empezaba uno de sus relatos diciendo "pues yo me acuerdo que...".
Pero esa atmósfera que "relampagueaba de seres sobrenaturales" provoca más miedo que fascinación en la niñez. Al describir el ambiente de un campo de refugiados, el escritor sudafricano J.M. Coetzee dice en su libro Vida y época de Michael K: "Pensó en la caseta oscura y calurosa, en el aire lleno de burlas. Es como volver a la infancia, pensó: es como una pesadilla".
Honorio también vivió algunas experiencias infantiles como un mal sueño, pero supo exorcizar sus fantasmas de niño para hacerlos un carnaval. Los pleitos en la calle, los amoríos, los balazos y los yerberos que curaban a los niños del "cuajo revirado" se transformaron en pinturas que hacen sonreír a quienes las admiran.
"La literatura oral es magia y debemos seguirla transmitiendo. Las historias se van recreando y toman nuevos matices, como un orfebre que va puliendo un diamante. Por más Internets y Nintendos que haya, es mucho mejor el chiste o el cuento contado en vivo", afirma Robledo.
Delirante fandango permanecerá hasta el 19 de octubre en la galería del Centro Cultural y Social Veracruzano, Miguel Angel de Quevedo 687, Coyoacán. De martes a domingo de 13 a 19 horas.