Usted está aquí: domingo 1 de octubre de 2006 Cultura Urgente, proteger el patrimonio intangible: Fernando Híjar

Llama a adoptar los "derechos autorales colectivos"

Urgente, proteger el patrimonio intangible: Fernando Híjar

ARTURO JIMENEZ

Ante la creciente utilización y lucro externo de los "bienes culturales intangibles" de comunidades indígenas y mestizas, se hace cada vez más urgente una discusión amplia que lleve ya a legislar sobre los "derechos autorales colectivos" que protejan ese patrimonio, dice el etnomusicólogo Fernando Híjar.

Otro paso importante en esa labor de protección y fortalecimiento es la catalogación y sistematización de los "materiales culturales" (discos, libros, videos) derivados de dicho patrimonio en rubros como música, danza, lenguas, literatura, arte, mitos, gastronomía, ciencia y tecnología, agrega el investigador en entrevista.

Híjar acaba de publicar el Catálogo histórico de producciones fonográficas, Volumen I, de la Dirección General de Culturas Populares e Indígenas (1982-2005), que sistematiza unas 230 grabaciones (ediciones y coediciones) y será presentado hoy viernes a las 6 de la tarde en el Museo Nacional de Culturas Populares.

Será una fiesta de trova, huapango y otros géneros con la intervención musical de David Haro, Rafael Mendoza, Carlos Maceiras, el trío La Aurora y el grupo La Milpa. Y los comentarios de José Antonio Mac Gregor, Maya Lorena Pérez Ruiz, Gonzalo Camacho, Virginia Careaga y el propio investigador.

El catálogo incluye un prólogo de Fernando Híjar, una presentación de Gonzalo Camacho, la catalogación año por año y varios índices: de autores y compositores, de intérpretes, de géneros y estilos musicales, de siglas, créditos y títulos.

Encargado de promoción musical de la Dirección General de Culturas Populares e Indígenas (DGCPI) y quien realizó la investigación en el Centro de Información y Documentación Alberto Beltrán, Híjar comenta:

"El catálogo no sólo es un testimonio del trabajo en torno a la producción discográfica de la DGCPI en más de 20 años, con unas 230 grabaciones en acetato, casete y cidí, sino que su objetivo principal es reconocer la importancia del patrimonio cultural inmaterial, en este caso, sonoro."

Recuerda que existe una gran discusión actual en torno al futuro del patrimonio cultural de México, pero lamenta que sólo se haya centrado en el patrimonio monumental, tangible: sitios arqueológicos o monumentos históricos, sin tocar el patrimonio inmaterial.

En ese sentido, agrega, el catálogo es un aporte a dicha discusión y además hace evidente la importancia del patrimonio cultural inmaterial, "sin el cual los conceptos como cultura, diversidad e identidad pierden su razón de ser o se debilitan".

Con un tiraje de 2 mil ejemplares, el catálogo está dirigido a todo público, se vende en las librerías Educal y se distribuye en fonotecas, centros de investigación, de capacitación musical y países como Estados Unidos, Canadá, España o Chile.

Los dueños son los pueblos

Destaca que entre 30 y 35 por ciento de los materiales producidos y catalogados provienen de la música indígena de México. Apoyado en la norma mexicana de catalogación, Híjar especifica en las fichas todo lo referente a los créditos del patrimonio de los pueblos indígenas.

"La cuestión es dejar claro que los dueños de determinada música y canto son los pueblos indígenas. Es una forma de revalorar y de dar en su justa dimensión el crédito a los creadores colectivos."

Es por eso que plantea la urgencia de que en México se discuta y legisle acerca de los llamados "derechos colectivos" de los pueblos indígenas, que incluye los "derechos autorales colectivos" con rubros como la música, la gastronomía o los diseños de textiles.

"Generalmente, los créditos y todo lo relacionado con la música indígena se hace a un lado. Se utilizan sus materiales, no se les dan los créditos correspondientes, no regresa el material a las comunidades. Y como no hay una legislación que plantee esta situación de los derechos autorales colectivos, no se trabaja ni se da el tratamiento igual a los indígenas que a los autores individuales."

Por eso recuerda que la DGCPI, cuando planea realizar grabaciones de música indígena, primero pide el permiso de las autoridades comunitarias, y luego establece los criterios de producción, con tirajes muy reducidos pero que se destinan en 60 u 80 por ciento a la comunidad y sus creadores.

Sólo hasta el final, los sobrantes se destinan a difusión, prensa, acervos, centros de investigación y una mínima parte a la comercialización. Dicho procedimiento se ha realizado, por ejemplo, con las antologías de creadoras indígenas Lluvia de sueños, los cantos cucapás o los sones mixes.

Para Fernando Híjar, esa nueva forma de trabajo con las comunidades las reivindica y propicia que esos "materiales culturales" acompañen sus procesos culturales y los fortalezcan. "Cuando las comunidades indígenas ven su música plasmada en un disco compacto, la presentación local de un cidí y que ellos mismos son participantes, se fortalecen sus vínculos comunitarios y se revaloran sus propias expresiones".

 
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