¿Pacto por Oaxaca? Los pueblos indígenas al olvido
Este fin de semana el gobierno federal nos ha enviado dos mensajes y señales muy claras a todos los oaxaqueños. Por un lado, la Secretaría de Gobernación ha anunciado la realización de un foro denominado Pacto por la gobernabilidad, la paz y el desarrollo del estado de Oaxaca, para el miércoles 4 de octubre, en el que se está convocando a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, los partidos políticos, las cámaras empresariales, las agrupaciones religiosas, las organizaciones de la sociedad civil, así como a los oaxaqueños que radican en el extranjero, con el objeto de llevar a cabo un gran pacto por Oaxaca.
Por el otro lado, desde el sábado por la mañana han empezado los movimientos de las fuerzas federales en gran parte del territorio oaxaqueño, particularmente en la Costa y en los Valles Centrales. Lo que hasta ahora ha llamado fuertemente la atención han sido los sobrevuelos constantes de las fuerzas aéreas federales en la ciudad de Oaxaca, con la clara intención de crear un ambiente de temor y zozobra en la población civil, particularmente hacia todos aquellos que están movilizados en los plantones y campamentos.
Estas dos señales constituyen el desenlace de una estrategia que, semejante al movimiento de una pinza, tratará de "acorralar" o "encapsular" las demandas y aspiraciones legítimas de gran parte de los pueblos y sectores sociales de Oaxaca. Bajo esta lógica se estará atendiendo la petición no de los oaxaqueños movilizados, sino de aquel que bajo el título actual de presidente electo pretende empezar a gobernar este país el primer día de diciembre, y que no quiere asumir como herencia un problema que puede ser el inicio de su propia caída.
Ante esta nueva estrategia, debemos recordar claramente que si hay una verdadera voluntad política para resolver el problema que estamos viviendo en Oaxaca debe descartarse de manera explícita y concreta el uso de la fuerza pública. No será mediante el uso de la violencia institucionalizada como se habrá de resolver el problema social y magisterial oaxaqueño, tal como han solicitado algunos partidos y sectores de la sociedad mexicana.
Por el contrario, tiene que haber una clara apuesta de todas las partes a la vía del diálogo y la negociación. Este diálogo debe ser emprendido y desarrollado en el marco de un proceso regulado por la ley y fundado en la confianza y la buena fe. Para ello se requiere abandonar el doble discurso, la simulación y todas aquellas actitudes que siembren la desconfianza y la incertidumbre entre todas las partes interesadas. Deben dejarse de lado las iniciativas unilaterales, como la realizada la semana pasada por los legisladores del Congreso local de Oaxaca, que hicieron una supuesta reforma político- electoral cuyo único afán verdadero es perpetuarse en el poder, haciendo a un lado las exigencias ciudadanas de justicia y democracia.
El gobierno federal, en especial la Secretaría de Gobernación y los legisladores del Congreso de la Unión, necesitan entender que en Oaxaca no queremos más violencia, venga de donde venga, y que requerimos urgentemente del impulso de un proceso de diálogo y negociación basado en el acuerdo de todos los pueblos y sectores, sin parcialidades ni exclusiones de ningún tipo. En este aspecto nos indigna enormemente que en el llamado Pacto por la gobernabilidad, la paz y el desarrollo del estado de Oaxaca estén excluidas las reivindicaciones de los pueblos indígenas y las comunidades campesinas de Oaxaca.
Esta exclusión de la temática relativa a los pueblos indígenas y las comunidades campesinas en el ámbito nacional y estatal no es nueva para nosotros. Sabemos que para muchos de los que actualmente dicen gobernarnos nuestros pueblos y comunidades no existen. Así lo demostraron claramente en 2001, cuando sus legisladores emitieron una reforma constitucional que desconoció los derechos fundamentales de nuestros pueblos indígenas contenidos en los acuerdos de San Andrés y en la propuesta de la Cocopa.
Hoy la historia se repite en Oaxaca. El gobierno federal está convocando a un foro en el que los indios y los campesinos no existimos. Su ceguera es tal que no ven lo que es a todas luces visible. En Oaxaca perviven 16 pueblos indígenas. En Oaxaca existen 418 municipios indígenas. En Oaxaca la población indígena representa 70 por ciento de la población total del estado. Oaxaca tiene el número más alto de comunidades agrarias que hay en todo el país. La fuente de diversidad étnica y cultural de Oaxaca está sustentada en los pueblos indígenas. A su vez, las comunidades y municipios indígenas de Oaxaca están catalogados por el Consejo Nacional de Población (Conapo) como de alta y muy alta marginación.
Quizás en las expectativas del gobierno federal esté contemplado que los indígenas oaxaqueños podemos esperar otros cinco siglos para que nuestros problemas y reivindicaciones sean atendidos y resueltos. Pero este olvido deliberado constituye una muestra más de que somos la parte más roja de su conciencia y que pese a nuestra explícita presencia no están dispuestos a aceptarnos.
Los pueblos indígenas sabemos que el olvido y la exclusión no son nuestro destino. Así lo hemos demostrado con nuestra presencia y participación activa en la construcción de una sociedad más justa para todos. Nuestros pueblos ya no están dispuestos a esperar más. Y aquellos que pretendan seguir ignorando nuestras demandas, sueños y aspiraciones, pronto se darán cuenta de que habrán errado de camino. Por eso debe quedar claro que la solución del grave problema que estamos viviendo en Oaxaca no pasa por la vía del uso de la fuerza, mucho menos en las actitudes de supuesto diálogo que pretende excluir a nuestros pueblos y comunidades.