Usted está aquí: miércoles 4 de octubre de 2006 Cultura Inusitado intercambio de obra artística en torno del trabajo interdisciplinario de Damien Hirst

Abrirán la muestra Visitaciones en el Museo de San Carlos y la galería Galguera

Inusitado intercambio de obra artística en torno del trabajo interdisciplinario de Damien Hirst

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen Escultura de Hirst que se exhibir� en el Museo de San Carlos FOTO Cortes�a Galer�a Galguera

En un acto sin precedente, el Museo Nacional de San Carlos y la galería Hilario Galguera intercambiarán obra artística que gira en torno del trabajo interdisciplinario y siempre polémico del artista británico Damien Hirst.

Por un lado, cuatro pinturas pertenecientes al acervo de ese museo viajarán a la galería de Galguera, donde dialogarán con la escultura-instalación In nomine patris, una ''triple crucifixión" y pieza maestra de la exposición de Hirst, La muerte de Dios, que el recinto albergó de febrero a agosto. Por el otro, ocho obras de Hirst, así como 13 serigrafías de la serie La última cena, intervendrán con el guión museográfico de la exhibición permanente de San Carlos.

Las dos partes de la muestra Visitaciones serán inauguradas mañana, primero a las 19:30 horas en la galería Hilario Galguera (Francisco Pimentel 3, colonia San Rafael) y a las 20:30 horas en el museo de Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera.

Tras la conclusión de La muerte de Dios -recibió más de 38 mil visitantes-, Galguera se vio en la posibilidad de conservar durante siete meses In nomine patris, consistente en tres tanques con igual número de animales crucificados en formol. Fue así que el galerista se acercó a Fernanda Matos, directora del Museo de San Carlos, para ''invitar a obras maestras de este recinto dentro de la tradición pictórica de las crucifixiones".

Fue así que Galguera pidió ''un descendimiento de la cruz, de Juan de Flandes; una visita de Cristo al limbo, de Gillis Mostaert; una Magdalena penitente, de Francisco de Zurbarán, y una Santa Agueda, de Andrea Vacarro". El interés de Galguera no era exclusivamente historicista, ''se trataba más bien de una apuesta para el análisis pictórico y escultórico de las piezas, donde podemos comprobar cómo varios maestros, de distintas épocas, atacaron un tema que de alguna manera nos es común por cuestiones culturales e históricas".

Ante la solicitud de Galguera, la respuesta del museo fue ''sí, siempre y cuando cumplan con las condiciones que marcan las normas del Instituto Nacional de Bellas Artes". Fernanda Matos, sin embargo, quiso saber más acerca del proyecto. Así fue como nació Visitaciones, porque según ella un museo hoy día tiene que ''abrir sus puertas y dar cauce a nuevos diálogos".

Para la galerista se trata de un momento muy significativo porque, ''a pesar de que el proyecto en sus dimensiones espaciales tal vez no sea de enorme magnitud, sí lo es desde el punto de vista teórico e intelectual". La idea en un principio era ''contrastar la emoción estética que puede presentar un artista contemporáneo, vivo, trabajando en México, con maestros que en su momento, si no llegaron a tener el mismo reconocimiento que tiene Hirst ahora, sentaron precedentes fundamentales en la historia del arte y la cultura occidental".

A Galguera le pareció relevante experimentar con este hecho plástico derivado de conversaciones sostenidas con sus amigos, los curadores Víctor Zamudio Taylor y Fernando Delmar, ''del devenir del arte contemporáneo, la posición de los artistas jóvenes, no sólo en México, y de qué manera ellos se asocian o se disocian de los conceptos históricos, simbólicos y mitológicos que en un momento dado tiene la historia. Razón por la cual finalmente acaban en propuestas que pierden solidez, que envejecen rápidamente, que son olvidadas de inmediato y que están creando una esfervescencia extraordinaria en el mundo, donde cada vez vemos más artistas, más bienales, más concursos, más museos de arte contemporáneo, pero con poca esencia".

En la planta baja del museo lucen solas las 13 serigrafías de La última cena, que hacen alusión a que la sociedad actual se vale de la medicina para continuar la vida y crear paraísos artificiales, apunta Zamudio Taylor.

La intervención de las obras de Hirst con el guión museográfico comienza en la planta alta. Allí un cordero conservado en formol asume una actitud de rezo, con rosario y Biblia, ante un retablo en el contexto de la España medieval. En la siguiente sala, un cuadro de Adán y Eva, de Luccas Cranach, remata la instalación de una pareja de novios esqueléticos, que falló en su intento de alcanzar el paraíso mediante el alcohol y las drogas, según los restos de una pequeña mesa.

De esta manera se va de sorpresa en sorpresa. En la sala dedicada a la escuela goyesca, se encuentra la última ''intervención", En su infinita sabiduría-El sueño ha muerto, escultura de dos vacas siamesas, fundida en plata, y colocada sobre un banco, que a su vez hace referencia a la ''bicicleta" de Duchamp.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.