Mandatarios centroamericanos criticaron la decisión de Estados Unidos
Gobiernos de América Latina rechazan el muro; "erróneo y lamentable", dicen
No armoniza integralmente las políticas migratorias y de seguridad, afirman
Montevideo, 4 de octubre. Los gobiernos de América Latina mostraron su desacuerdo y calificaron como "errónea" y "lamentable" la decisión de Estados Unidos de erigir un muro en la frontera con México, cuyo gobierno llegó a considerar "lastimada" la relación con su vecino del norte.
El afectado directo, México, puso de manifiesto su profundo desagrado por la iniciativa de la construcción del muro en una extensión de mil 200 kilómetros, ratificada por el presidente estadunidense George W. Bush, quien este miércoles firmó la ley para construirlo, habilitando de esa manera la ejecución de la obra.
El vocero del presidente mexicano Vicente Fox, Rubén Aguilar, expresó el "enérgico rechazo al establecimiento de muros", y destacó que "lastima la relación bilateral en su conjunto, es contraria al espíritu de cooperación que debe prevalecer para garantizar la seguridad en la frontera común".
Aguilar advirtió que el anuncio del muro "propicia un clima de tensión en las comunidades fronterizas y genera divergencias en lugar de convergencia entre ambos países".
Por su parte, la cancillería mexicana envió una nota diplomática a Washington en la que aseveró que la valla "lastimará la relación entre los dos países".
El canciller Luis Ernesto Derbez ahondó las críticas: en Estados Unidos "siguen confundiendo (...) lo que es la lucha contra el terrorismo, lo que es la seguridad en las fronteras con algo que no corresponde a la realidad, y es que los migrantes mexicanos, centroamericanos o sudamericanos representen realmente un riesgo para esa nación".
También el presidente electo de México, Felipe Calderón, manifestó su rechazo al muro, asegurando que el alto índice de migración mexicana hacia Estados Unidos, "no puede reducirse por decreto ni por obstáculos físicos".
El pedido de "paciencia" que hizo el subsecretario de Estado estadunidense, Thomas Shannon, al asegurar que la iniciativa del muro llevará a una reforma migratoria "mucho más amplia", pareció no amainar los ánimos.
Los mandatarios centroamericanos reunidos en Honduras con Calderón emitieron el martes una declaración en la que lamentaron "la adopción de decisiones que no armonizan integralmente las políticas migratorias y de seguridad, en especial la decisión en la implantación del muro en la frontera del norte de México y sur de Estados Unidos".
"Es lamentable que se haya tomado esa decisión. Los muros no sirven para nada", enfatizó el presidente de Guatemala, Oscar Berger.
Las críticas en los países centroamericanos, que también aportan una buena cuota de migrantes a Estados Unidos, fueron abundantes.
El arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz, indicó que "la reacción de toda Latinoamérica, empezando por México, ha sido en contra de esta determinación. "Ojalá que lo repiensen" las autoridades estadunidenses, clamó.
Por su parte, Ecuador envió una nota a la cancillería mexicana en la que le manifiesta su apoyo: "Ante la decisión del Congreso estadunidense de aprobar un proyecto de ley para construir un muro a lo largo de la frontera entre ambos países, Ecuador se adhiere a la posición de México".
El canciller ecuatoriano, Francisco Carrión, dijo que su país entró en contacto con México para definir eventuales acciones que sensibilicen a Bush sobre la inconveniencia de construir el muro.
"Hemos acordado mantener el contacto para ver qué acciones podemos tomar, y no descartamos adoptar iniciativas, con el fin de sensibilizar al presidente Bush respecto de la inconveniencia de construir ese muro, que es un símbolo de separación", declaró el diplomático.
De su lado, el canciller peruano, José Antonio García Belaúnde, fustigó asimismo el muro, cuya construcción consideró "una decisión errónea y no se condice con el tipo de relación entre esos dos países.
"No sirven para mucho esos muros", señaló sobre la construcción de la valla aprobada la semana pasada en el Congreso estadunidense, y que tendría un costo de 8 mil millones de dólares.