Carlos Slim y la realidad kafkiana
Carlos Slim, el más poderoso empresario de México y de América Latina, se ha referido a la izquierda mexicana y a sus acciones de resistencia civil de manera crítica, llegando incluso a denominarlas "kafkianas". Me he preguntado en estos días qué de kafkiano puede tener que la izquierda mexicana luche y combata a la derecha. Qué de kafkiano tiene que frente a un fraude electoral haya resistencia civil? Qué de kafkiano puede tener que frente a una realidad de grave desigualdad la izquierda mexicana apoye y se apoye en las clases populares. Qué de kafkiano tiene que realice un plantón precisamente en la avenida más importante, más céntrica, más visitada, más observada de todo el país. Nada.
Kafkiano sería que agredida por los hombres del poder económico, la izquierda mexicana saliera a aplaudirles. Kafkiano sería que frente a tantas evidencias de irregularidades, vicios, trampas, desaseos, la izquierda saliera a reconocer a quien dice haber ganado con medio punto porcentual. Pero no ha sido así. Hasta ahora la izquierda ha jugado el rol que política, histórica y hasta lógicamente le corresponde. No es kafkiano que la izquierda "tome la avenida que más inversión ha tenido de los gobiernos perredistas", pues la razón de que haya sido la más remodelada es la misma del plantón: se trata de la más importante del país, y el plantón, por lo demás, tuvo sólo una existencia efímera. Tampoco es kafkiano que la izquierda "tome la ciudad que gobierna", pues independientemente de quién gobierne la ciudad de México, es el centro político del país y el espacio que más resonancia da a la lucha política contra la injusticia, el fraude y el autoritarismo.
Lo que sí podría parecer kafkiano es el tipo de posicionamientos y el conjunto de relaciones que las fuerzas políticas han establecido con Carlos Slim y su empresa Telmex. Por un lado, el poderoso empresario apoya financieramente, primero, y políticamente después, al partido de la derecha, a su candidato a la Presidencia en 2000, Vicente Fox, y después, el gobierno de la derecha promueve una "reforma estructural en materia de telecomunicaciones" para debilitar a Telmex y fortalecer a las empresas trasnacionales en el ramo, como World Com o ATT u otras, de capital estadunidense y español especialmente.
En la Cámara de Diputados, a lo largo de 2002, la bancada del PAN, coordinada por Felipe Calderón, presentó iniciativa para abrir la telefonía básica a inversión extranjera de hasta 100 por ciento y para que las empresas extranjeras ya existentes pudieran utilizar las redes de Telmex al "costo", es decir, sin generar una ganancia para la empresa telefónica nacional por el uso de sus instalaciones, así como para introducir la figura de empresa predominante para calificar a Telmex, excluyéndola de beneficios, apoyos y derechos que sólo tendrían las pequeñas empresas extranjeras para ayudarlas a crecer utilizando la infraestructura de Telmex y a costa de su propio mercado. De la misma manera se planteaba la prohibición a la empresa predominante de bajar sus tarifas, porque ello debilitaba las posibilidades de crecimiento y capitalización de las empresas extranjeras.
Frente a la ofensiva contra Telmex, que se convirtió en otra potencial víctima de las reformas estructurales, quienes salieron en su defensa fueron los diputados del PRD, planteando defender a la empresa de capital nacional, el empleo protegido que tiene, su infraestructura y sus redes frente a una eventual legislación que tendiera a fortalecer artificialmente al capital extranjero en las telecomunicaciones.
Eso, todo ello, sí parece verdaderamente kafkiano. El gobierno del PAN tiene la encomienda del Banco Mundial de debilitar a Telmex y su dueño apoya al PAN. Eso sí que no lo entiendo. Como, por cierto, tampoco entiendo el afán de algunos legisladores en reconocer al presidente ilegítimo cuando ni siquiera tienen nada, absolutamente nada, que tratar con él.