Realizan congreso multidisciplinario Mozart y Ciencia
Analizan en Viena efectos de la música para diagnósticos médicos
Berlín, 4 de octubre. Un congreso realizado en las afueras de Viena reunió a científicos de distintas disciplinas para intercambiar experiencias sobre los efectos de la música en el ser humano y evaluar su potencial en la aplicación médica.
Que la música tiene efectos curativos es una certidumbre que nadie duda. Pero, ¿en qué forma ayuda a tratar enfermedades como el Alzheimer y la epilepsia?; ¿cómo y por qué ciertas melodías ayudan a mejorar la concentración y la creatividad en los niños?; ¿qué efecto concreto tiene la música sobre el cuerpo, la mente y las emociones humanas? Estas son algunas de las cuestiones discutidas en el congreso Mozart y Ciencia, que reunió durante cuatro días a más de 50 científicos de distintas disciplinas y universidades. El encuentro fue convocado con motivo del año Mozart, por la Asociación Austriaca para la Investigación Internacional de la Música y el Arte y reunió a médicos, biólogos, físicos, matemáticos, músicos, pedagogos, sicólogos y siquiatras.
"Se buscó lo imposible, reunir a expertos en la música y en la ciencia para deliberar sobre algo que nos interesa a ambas partes: la influencia de la música en el cuerpo humano", afirmó el biofísico alemán, Gerold Baier, catedrático de la Universidad Autónoma de Morelos, en entrevista con La Jornada.
"Unos piensan que la música tiene un efecto curativo, otros simplemente tratan de verificar su efecto fisiológico. Sin pensar en tratamiento o cura intentan comprobar que tipo de efecto se puede provocar con música y de que manera se relaciona lo audible con lo que es medible en términos fisiológicos", afirma.
La contribución de Baier, una de las más interesantes del encuentro, tuvo que ver con la creación de sonidos para el diagnóstico médico. "Uso datos clínicos y los convierto en sonidos para que los investigadores puedan escuchar lo que sucede en el cuerpo. Uso computadoras para generar un tipo de sonido o de música corporal para poder distinguir si los fenómenos que se escuchan están bien o si hay algo patológico, como el comienzo de una enfermedad", afirma.
Estudios en neurología
El investigador explica que cuando hay variaciones muy drásticas, éstas son fácilmente distinguibles. "En la neurología, básicamente en el cerebro humano, hay variaciones muy sutiles y partimos de que el oído es mejor para detectar dichas variaciones que la interpretación visual de los datos."
La aplicación médica de sus investigaciones se encuentra todavía en una etapa experimental. El científico trabaja con la clínica de neuropediatría de la Universidad de Kiel, que realiza registros en niños con algún padecimiento. A partir de ellos Baier crea sonidos para que los neurólogos hagan su diagnóstico.
El investigador, que imparte desde 1999 clases de licenciatura y doctorado en la UA de M, relata que llegó a esta área de investigación a raíz de un estudio de retroalimentación -lo que se conoce como bio-feedback o bio-información, método para entrenar a pacientes que padecen de epilepsia a prevenir que se produzca un ataque.
Después de un tiempo de entrenamiento los pacientes podían percibir cuándo se produciría un ataque epiléptico y aprendían a evitarlo por medio de la relajación. Sin embargo, sólo los jóvenes se beneficiaron del tratamiento, no así los pacientes con otras complicaciones neurológicas ni los niños. "Los niños normalmente no tienen la paciencia para sentarse frente a una pantalla durante varias horas cada semana, lo que implicaba el tratamiento. Se nos ocurrió que tal vez sería más fácil para ellos escuchar algo sin tener que concentrarse en pantalla. Así surgió la idea de usar sonidos para darles una retroalimentación audible. Tuvimos que pensar en cómo producir los sonidos y cómo recuperar las dinámicas epilépticas del cerebro", afirma.
Baier recrea el sonido producido por el mismo cerebro. "Paradójico, pero es un sonido que tiene que ver con el estado del cerebro", afirma. "Su efecto es como el de la música, uno no se da cuenta, pero de pronto se siente uno mejor; de igual manera, ajustando el estado de relajación con el sonido que se percibe al mismo tiempo, el paciente se acerca a un estado óptimo que le ayuda a evitar el ataque epiléptico", explica.
El investigador exhorta a tomar conciencia sobre el mundo audible, la percepción y el manejo de sonidos. "Es algo que se ha despreciado durante muchos años y ahora parece surgir una nueva conciencia al respecto. Congresos como éste le vienen muy bien a la ciencia, porque nuestro mundo está dominado por la influencia visual. También recibimos mucha información auditiva que es implícita, pero no nos damos cuenta plenamente de ella ni de si nos afecta o no. Tenemos una identidad auditiva, hasta una imaginación auditiva y no la sabemos manejar bien, no se entrena en la escuela", destaca.
Se trata de algo particularmente importante en los niños, que tiene consecuencias en el aprendizaje y afecta hasta a los bebés. "Los recién nacidos tienen alta capacidad para diferenciar sonidos y esto no se explota explícitamente en la educación."
El investigador concluyó que la ciencia tiene todavía un largo camino por recorrer para demostrar el efecto de la interacción musical en la inteligencia, la creatividad y el desarrollo general del cerebro.