ANTROBIOTICA
Drinking songs
Ampliar la imagen Imagen de la extinta loncher�a Oasis, en la calle Morelos, en 1986 FOTO Fabrizio Le�n Diez
I
EL CHUPE HA protagonizado rolas desde el principio. Empezando por las anacreónticas que, dice la Britannica de 1911, son "pequeñas piezas líricas, de índole sencilla, sobre el amor y el vino. La palabra inglesa parece haber sido usada por primera vez en 1656 por Abraham Cowley (el Oxford no desmiente a la enciclopedia) que tituló una sección de su libro anacreontiques porque eran paráfrasis de los llamados escritos de Anacreonte, en una medida familiar que supuestamente representaba la métrica de aquel griego". (El título completo de Cowley, por si alguien quiere buscarlo, es Anacreontiques; or some copies of verses translated paraphrastically out of Anacreon.) No todas las anacreónticas, rolitas para cantar en el banquete, junto a los amigos y los amantillos ocasionales, son del buen Anacreonte. Esta, por ejemplo, que traduce Gabriel Luna: "La negra tierra bebe, / los árboles beben la tierra, / el mar bebe las fuentes, / y al sol, la luna. / ¿Porque lucháis, compañeros, conmigo, / que también quiero beber?" El mismo Laguna halla en Esteban Manuel de Villegas una imitación de esa anacreóntica: "Bebe la tierra fértil / y a la tierra las plantas, / las aguas a los vientos, / los soles a las aguas, / y a los soles las lunas / y las estrellas claras. / ¿Pues por qué la bebida / me vedáis, camaradas?", y una más, en Charles Cotton -"bastante más verbosa que la de Villegas"-, una suerte de glosa empieza así: The Earth with swallowing drunken showers / Reels a perpetual round, / And with their Healths the Trees and Flowers / Again drink up the Ground... Juan Meléndez de Valdez tiene una anacreóntica preciosa, delicadísima; arranca: "Dame, Dorila, el vaso / lleno de dulce vino; / que sólo en ver la nieve / temblando estoy de frío. / Ella en sueltos vellones / por el aire tranquilo / desciende, y cubre el suelo / de cándidos armiños..."
II
EN SHAKESPEARE HAY un montón de rolitas vinícolas. Todas, creo, son felices. Esta, por ejemplo, que está en Antony & Cleopatra: Come thou Monarch of the Vine, Plumpie Bacchus, with pinke eyne: In thy Fattes our Cares be drown'd, With thy Grapes our haires be Crown'd. Cup vs till the world go round, Cup vs till the world go round: el Baco regordete, el ojo rosado, el ahogo de las penas, las uvas colgadas en el pelo, las vueltas del mundo que no importan. O aquella otra que se entrevé en la segunda parte de Harry el Cuarto y que anda así: A Cup of Wine, that's briske and fine, & drinke vnto the Leman mine: and a merry heart liues long-a: y sí, el corazón contento y alcoholizado parecería vive más. (A propósito, el gran Falstaff, gordo y dichoso, favorece todo el tiempo las imágenes que incluyen comida o vino: "Lest he transform me to a piece of cheese!", "You may buy land now as cheap as stinking mackerel", "Let me pour in some sack to the Thames water"...) Y en inglés la tradición avanza: en Irlanda, en el country (una terrible: So much wine de The Handsome Family: "Cuando te quedaste dormida con los dientes llenos de sangre, mejor agarré el coche y adiós: no hay ningún alcohol que te salve del fondo de esa copa..."), en el rock (una entre un millón: Boat Train de The Pogues: First I drank the whiskey / Then I drank the gin / I tried to make the toilet / And I broke my fuckin shin), en el blues, en el hip hop (¿cómo dice Missy Elliott, imposiblemente rápido, en Work it? "Let's get drunk, it's gon bring us closa / Don't I look like a Halle Berry posta? / See dem Belvedere playin tricks on ya / Girlfriend wanna be like me, neva!")...
III
PERO NADA NUNCA pudo prepararnos para José Alfredo el domingo pasado, a quien perseguimos por el centro. Tú les tomabas fotos a los letreros de las calles, a los focos, a tu reflejo en los charcos de la ciudad nublada. (Yo no me acuerdo qué hacía; verte, supongo.) Lo hallamos en La Ciudad de León, en Eje central, a la altura de Garibaldi, bajo la forma de una rocola inagotable. Lentamente, como una inyección de veneno espesísimo, se nos fue metiendo en el cerebro. "Tómate esta botella conmigo y en el último trago me besas: esperemos que no haya testigos, por si acaso te diera vergüenza"; o: "Se me doblan las piernas de sueño, dame pues otra mugre botella, pero dime que tú eres su dueño y brindemos contentos por ella"; o: "Esta noche le doy serenata, no me importa perder o ganar, esta noche le canto a la ingrata tres canciones que l'hagan llorar: si me matan al pie de su reja a lo macho me harían un favor". Eso no es poesía, pensamos, y teníamos razón: es otra cosa, más inmediata, más ronca y más pobre. Regresamos andando a la casa, que nos pareció lejísimos; al llegar nos echamos en el suelo -"no me digas que voy a perderte, no me quieras matar, corazón" me sonaba en la cabeza-, íbamos a hacer el amor, supongo, pero al final nos arrepentimos. Tomaste un par de fotos más, pero salimos borrosos o viendo hacia otro lado. Como los dos sabemos, el corazón es una jerga jodida y apestosa que debemos lavar con alcohol.