SALON PALACIO
Un exorcismo contra la violencia en el FIC
SIEMPRE ES UNA buena noticia que te inviten al Festival Cervantino. Ya sea como periodista o simplemente como observador y bebedor profesional. En esta ocasión el pretexto lo inventó el dibujante y recién inaugurado pintor Héctor de la Garza, mejor conocido como Eko, para hacer un breve comentario en la inauguración de la exposición intitulada Los 400 golpes (obviamente
en homenaje a Truffaut), colectiva en la que compartieron escenario plástico Fabricio Vanden Broeck, Mauricio Gómez Morín y el mismísimo Eko, todos convocados por la siempre arriesgada y propositiva subdirectora de Artes Visuales del FIC, Gloria Maldonado.
EL RITUAL DEL primer día es casi el mismo de otros años, llegar tempranísimo al hotel de donde salen diariamente los transportes que van a Guanajuato, sortear la resaca entre películas malísimas, el chofer que siempre se pierde y algunas chelas compradas apresuradamente en alguna tienda de paso. El complicado registro, las acreditaciones, los boletitos de comidas que en algunos lugares se pueden canjear por tragos y por fin la visita de rigor al bar El Incendio (igual de puerco que siempre, por suerte).
LA RECIEN ESTRENADA directora del Festival, Irma Gabriela Caire Obregón recorrió Los 400 golpes y sus ya de por sí grandes ojos (¿de herencia francesa?) crecían al observar las pinturas de mujeres violentadas en un paradójico exorcismo contra la violencia. Fabricio presentó dibujos y gráficas en blanco y negro fieles a su estilo plástico, pero Eko nos sorprendió con grandes formatos en color con texturas de hoja de oro como fondo.
EN LA EXPLANADA del Museo de La Alhóndiga se presentó simultáneamente una acción coordinada por el maestro Eloy Tarcisio, donde jóvenes estudiantes de arte aparecieron semidesnudos y cubiertos de lodo, escenificando un estético ritual de la cosecha del maíz. Afuera, largas vallas de metal protegidas por decenas de policías y elementos del Estado Mayor Presidencial aguardaban la hora en que el presidente Vicente Fox daría por inaugurado el 34 Festival Internacional Cervantino. Nosotros mientras tanto visitamos la cantina más bella de Guanajuato
y sus alderredores: La Clave Azul.
Moralino Código de Conducta del INBAL
NO ES BROMA, todos los trabajadores del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura tuvieron que chutarse el Código de Conducta del INBAL, cuyo slogan es: "Para que la transparencia dé frutos, no des más mordidas". Este código está signado por el director general del INBA, Saúl Juárez, quien escribe el siguiente mensaje que se antoja ser leído con voz engolada y en posición de firmes: "En concordancia con la vocación con la que fue creado, en el Instituto Nacional de Bellas Artes trabajamos, día a día, para contar con un código de conducta que nos brinde las herramientas necesarias para seguir construyendo una nueva actitud de servicio basada en los valores de la ética y la responsabilidad pública".
ESTE CODIGO PROPONE como principal compromiso "ejercer mi cargo con invariable apego a los principios de legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficacia" y entre sus deberes postula: "Actuar con honestidad e integridad, atendiendo siempre a la verdad, fomentando así la confianza de la sociedad en el INBAL". Pero este entrañable código se mete también con la higiene de sus trabajadores y enumera entre sus deberes: "Reportar toda situación que pudiese ser riesgosa para mi salud, seguridad e higiene y de mis compañeros". Pero por si esto fuera poco, todos los trabajadores tuvieron que llenar una "Declaración de los valores personales", donde debió elegir entre el arte y la consideración, entre la lucha y la belleza,
la elegancia y la caridad, el carisma y la bondad. No queremos imaginar que podría pasarle a aquel maligno trabajador que no esté de acuerdo en signar este ejemplar código moral.