Entre el clavel y la rosa, su izquierda escoja / I
Estas notas reflexionan alrededor de los dilemas que enfrentan las izquierdas actuales en México. Se las dedico por lo que representan a Alejandro Encinas, a Cuauhtemoc Cardenas y particularmente a quien para mi encarna una izquierda generosa y de valores: Patricia Mercado.
Hay muchos ajustes de cuentas que tienen que hacer las izquierdas con su pasado. La manera como encaran sus errores pasados, es decir, su forma de rectificar politícamente, es el primero de ellos. La forma en que conciben la interacción entre instituciones y movilización social es el segundo. Sus relaciones con sus contrincantes y, en consecuencia, su concepción sobre las negociaciones políticas es el tercer ajuste. Los tres hablan de su grado de compromiso con la democracia.
El PRD y sus aliados en la coalición Por el Bien de Todos (CBT) no pueden posponer indefinidamente el reconocimiento de sus errores durante la campaña presidencial. El argumento de rancio sabor stalinista de no autocriticarse para no hacerle el juego a la derecha es lamentable. Sus errores son, por lo demás, muy conocidos. Se expresan en uno táctico y otro estratégico. El error táctico basado en las percepciones que tenían de que ganarían con un amplio margen llevó a menospreciar el papel central que juega en una disputa electoral la confrontación con sus contrincantes principales, la respuesta a las acusaciones de sus adversarios -notoriamente a la campaña de miedo promovida por el PAN-, subestimando espacios de debate que podrían haber convencido a un segmento importante de los votantes independientes. El error estratégico fue concebir una coalición gobernante que, en los hechos, excluía a las clases medias. Esto fue aún más paradójico puesto que hasta el mes de abril un sector muy importante de las clases medias urbanas tendía a favorecer a la CBT.
Alternativa, el otro partido de izquierda, fue exitoso para obtener su registro. Desde el inicio de la campaña y de manera inequívoca expresó en público y directamente a dirigentes de la CBT que su candidata Patricia Mercado no declinaría dado que consideraban que su expresión política y valórica no encontraba expresión en los actuales agrupamientos de izquierda. Sin embargo, sus errores fueron de dos tipos: una equivocada política de alianzas para conformar el partido llevó a una disputa interna que pudo haber ocasionado su desintegración. Sin la presencia vigorosa de su candidata presidencial probablemente eso habría ocurrido. Por otra parte, esta izquierda socialdemócrata ha sido considerada desde Democracia Social en las elecciones de 2000 y México Posible en las elecciones de 2003 como un agrupamiento político de causas. Aunque tanto las políticas de género o de diversidad sexual se encuentran en el centro de sus planteos programáticos en esta campaña, Alternativa buscó ofrecer a los ciudadanos una agenda nacional alrededor de dos temas centrales: la reforma de la política y el combate a la desigualdad, mediante un conjunto de iniciativas legislativas de amplio espectro. El que se siga considerando a Alternativa como un partido exclusivamente de causas habla de la falencia central de este partido de izquierda en su tránsito a convertirse, como aspira, en un tercer polo signado por un claro compromiso con los valores socialdemócratas.
Para establecer un puente de comun entendimiento entre las izquierdas puede ser útil como punto de partida una definición de Norberto Bobbio. Dice que la democracia de los modernos "es el Estado en el que la lucha contra el abuso de poder se desarrolla en dos frentes: contra el poder desde arriba en nombre del poder desde abajo, y contra el poder concentrado en nombre del poder distribuido". Una segunda reflexión tiene que ver con el hecho de que más que nunca los partidos políticos no son el único espacio que produce política. Por ello, se requiere de una mayor precisión en relación a la respuesta de para qué sirven los partidos políticos.
La respuesta quizás es más fácil si sintetizamos algunos de los rasgos que definen la coyuntura política actual. El poder político constituido está suficientemente distribuido, por tanto no hay juego suma cero. Los poderes fácticos en cambio están concentrados, tenemos un problema grave de monopolios que bloquean el crecimiento económico y el bienestar social. El gran problema es el corporativismo no sólo ni fundamentalmente de las asociaciones de trabajadores sino de las fuerzas económicas: los grandes empresarios trasnacionales, de las comunicaciones, de las finanzas, de la fe, del conocimiento. El tema central se vuelve entonces cómo lograr la descorporativización de las elites.
Si la función central de un partido político es su capacidad de agregación de intereses sociales diversos, un partido de izquierda debe ser capaz de expresar esa agregación no como inventario de demandas sociales -la clásica shopping list de los partidos cacha-todo- sino como un proyecto que encarna formas nuevas de relacionarse de los ciudadanos con los poderes constituidos y entre ellos mismos.