Dundee Rep Theatre presenta su versión a la obra de Alfred Jarry, en el FIC
Ecos de Ubu Rey adquieren vigencia en la realidad mexicana de hoy
Al espectador le asalta, en Guanajuato, una pregunta: ¿México 2006?
El ejercicio discrecional e impune del poder, esencia del montaje que se desarrolla en un asilo
Guanajuato, Gto., 6 de octubre. El es un monarca grotesco, cobarde y senil. Ella es su esposa, corrupta, frívola y ambiciosa. Tal para cual. Esperpéntica pareja, encarnación de la estupidez y el mal gusto. Desgobiernan el reino rodeados de cortesanos ganapanes, oportunistas y medrosos. El y ella, variante escatológica del Rey Midas: todo lo que tocan se convierte en mierda.
Uno termina de ver la versión de Ubu Rey que trajo al Festival Internacional Cervantino (FIC) la compañía escocesa Dundee Rep Theatre, y tiene la extraña sensación de que eso no es mera ficción, que no es simple teatro del absurdo, que no se trata de una obra estrenada hace 110 años, sino que está basada en una realidad mucho más cercana en el tiempo y el espacio. ¿México 2006?
Alfred Jarry nació en 1873 y estrenó Ubu Rey en 1896. Se pregunta uno: ¿Cómo iba a saber él lo que ocurriría al otro lado del Atlántico en los albores del siglo XXI? Viene entonces a la memoria aquella idea según la cual el arte, además de una experiencia estética, también puede ser un espejo revelador, implacable, brutal, de la realidad. De ahí los ecos que la obra tiene en el presente mexicano.
Claro, a ello contribuye el tema esencial de la obra: el ejercicio descontrolado, excesivo, discrecional, impune, del poder.
Ubu Rey es considerada la obra primigenia del teatro del absurdo. Por lo menos, su antecedente más remoto. Su exitoso estreno en París, no sólo significó un escándalo social sino también marcó nuevos rumbos en la escritura dramática, así como en aspectos escenográficos y en el desempeño de los actores.
Su autor abrevó en dos obras de Shakespeare, Macbeth y Ricardo III, para crear una comedia satírica sobre el despotismo y la corrupción de los poderosos. No es nueva para el público mexicano. La versión que trae a Guanajuato la Dundee Rep Theatre -fundada en 1939- es de David Greig y la dirige Dominic Hill.
La característica que distingue este montaje es que la historia transcurre en un asilo, cuyos ancianos están al cuidado de un joven enfermero. Esto añade un elemento más a la de por sí provocadora obra: con excepción del enfermero, el resto de los personajes son interpretados por actores de más de 70 años, que llevan a cabo un impresionante despliegue físico con caídas, saltos, baile.
Esta variante propuesta en la versión de Greig -presentada en el teatro Principal de esta ciudad- le atrajo al director para poner en juego una paradoja: el poder encarnado en los ancianos, uno de los sectores más frágiles y olvidados en casi cualquier sociedad contemporánea.
En la versión de Greig, Papá y Mamá Ubu, en su desquiciamiento senil se creen emperadores de Kazajstán, donde tiranizan a propios y extraños. En su delirio siembran el caos, asesinan, destruyen, hasta que son invadidos por el enemigo. Papá Ubu es derrotado y Mamá Ubu huye con el enfermero.
Marcado slang escatológico
La historia concluye cuando el delirio Ubu termina, el asilo vuelve a la normalidad y la pareja se reconcilia serena y feliz, envuelto en las dulces notas de un jingle navideño.
El texto en inglés fluye vertiginoso, salpicado por un marcado slang escatológico y con referencias en algunos casos incomprensibles. En subtítulos se ofrece la adaptación y traducción en español -sin duda resultado de un trabajo arduo y complicado en extremo- que inevitablemente algo pierde en el traslado, pero que conserva y alcanza a proyectar lo esencial.
Ubu Rey: una recomendable experiencia cervantina.