Cine catalán de hoy
Por segunda vez se ha llevado a cabo en Barcelona el Encuentro de Críticos sobre Cine Catalán, aprovechando la presencia de varios colegas extranjeros que se encuentran en España, ya sea por haber cubierto el festival de San Sebastián o a punto de viajar al de Sitges (que comienza hoy). Organizado por el crítico José Enrique Monterde, de la Asociación Catalana de Críticos y Escritores Cinematográficos, el encuentro implica la exhibición para los invitados de películas recientes producidas en Cataluña -tres o cuatro al día- y una conferencia al final de la jornada con los productores y cineastas de las respectivas cintas.
Según se sabe, el cine catalán ha intentado establecer su propia personalidad dentro de un panorama dominado por el producido en Madrid. Uno de los puntos primordiales de debate en las charlas fue, claro, el idioma. Para algunos cineastas, la condición de que una película estuviera hablada en catalán era fundamental para su denominación de origen; otros, en cambio, lo consideraban un asunto sin importancia; mientras algunos argumentaban que no rodar en castellano inclusive limitaba las posibilidades comerciales de una película, así como la integración del reparto. Eso sí, para varios de ellos marcar una contracorriente frente al cine madrileño era un asunto de orgullo, lindante a veces con la pedantería.
Hace tiempo que la Escuela de Barcelona ha establecido una postura frente al documental que, mediante la figura emblemática del recién fallecido Joaquín Jordá, ha sido muy influyente en la transformación del género. No es casual que un buen número de las películas mostradas transitaban un territorio indefinido entre la ficción y el documental, retando la clasificación. Ya exhibida en San Sebastián fuera de competencia, Más allá del espejo es la última realización del propio Jordá, una reflexión sobre una rara enfermedad -la agnosia visual- que lo aquejó por varios años a raíz de una embolia. El cineasta ha reunido a otras personas que padecen variantes del mismo mal, y el resultado es, al mismo tiempo, la crónica de una lucha personal y una inquietante reflexión sobre lo incierto de la percepción humana.
El experimento más logrado en eso de estirar las fronteras del documental fue La leyenda del tiempo, segundo filme de Isaki Lacuesta, que narra dos historias paralelas situadas en Andalucía: la de un adolescente gitano nacido el día que murió Camarón, el legendario cantante de flamenco, y la de una japonesa que viaja a esa región porque desea aprender a cantar como aquel ídolo. Los personajes son reales, sin embargo han sido captados interpretándose a sí mismos en una realidad manipulada por el director.
Más pretencioso en el terreno del documental ficticio fue el ya conocido Marc Recha, cuyo Dies d' agost (Días de agosto), mezcla el travelogue personal -descripción de un viaje veraniego en compañía de su hermano- con una especie de aproximación panteísta al paisaje. Lo más sobresaliente de la película es una mirada a las texturas y sonidos de un río en una secuencia que evoca la estética de Tarkovski sin su fuerza mística. El enfoque de Recha es demasiado hierático para causar alguna emoción.
De hecho, podría hablarse de dos extremos en el cine catalán. Por un lado, ese laconismo hermanado con el paisaje, también visto en Honor de cavalleria, versión libre, deconstruída -y muy tediosa- de El Quijote según el realizador Albert Serra. Por otro, una verborrea en las películas urbanas de ficción -53 días de invierno, de Judith Colell; Remake, de Roger Gual, y Las vidas de Celia, de Antonio Chavarrías- que tiende a expresar sus preocupaciones temáticas mediante situaciones de cliché y diálogos demasiado explícitos. Al menos las películas de Colell y Chavarrías compensan su pronunciada exposición verbal con un llamativo sentido de la puesta en escena.
Por lo pronto, el segundo encuentro sobre cine catalán sí cumplió la misión de contrarrestar la imagen del cine de exportación español, representado por éxitos comerciales como Alatriste, de Agustín Díaz Yanes, y Volver, de Pedro Almodóvar. Si algo define al cine catalán actual, fuera del idioma, es que no se apega a una fórmula y se plantea la búsqueda y la experimentación como constantes.