A la mitad del foro
De lo ridículo a lo trágico
Ampliar la imagen Frente a Luis Inacio Lula da Silva, Felipe Calderón se declaró político de centro FOTOReuters
Felipe Calderón buscó el refugio de la política exterior ante el caos anarquizante de la política interior. Las componendas en la penumbra del sexenio foxiano incendian el llano, mientras en la atalaya alientan el retorno de los miedos fascistas, con el temor al castigo eterno en el más allá, como si no bastara el que padecemos aquí.
Vicente Fox invita al diálogo. Hablando se entiende la gente. En el Congreso de esta República representativa federal y laica, un diputado del PRD confiesa compartir la fe religiosa con el secretario de Gobernación y le implora "en el nombre de Dios": no represión en Oaxaca. Carlos Abascal, sinarquista entronizado al servicio del Estado laico, le aseguró: "No habrá represión en el nombre de Dios." Y convoca a las fuerzas confrontadas en la batracomaquia oaxaqueña. Asistieron obispos, empresarios y practicantes de la política en la vorágine de conversos, apóstatas, pecadores arrepentidos y remisos adoradores del buey de oro. Coro de notables y el milagro de la comunión del trío integrado por Ulises Ruiz, José Murat y Diódoro Carrasco.
No hubo diálogo , porque no acudieron al llamado del representante del Señor ni los maestros de la sección 22 ni el APPO de reciente trabazón. Al día siguiente ofrecerían testimonio fotográfico de ánimo cristiano. Con gesto de confesor, el secretario de Gobernación aparece en sendas imágenes con la mano sobre el hombro de Enrique Rueda, dirigente de la CNTE, y el de Flavio Sosa, dirigente de la APPO que fuera militante del PRD y lo dejó para unirse a Héctor Sánchez en la Unión Popular que contendió por el gobierno de Oaxaca: ve y no peques más. Pero en el sexenio agonizante no encuentran la punta de la madeja. Tejieron la densa trama para conservar el poder al que llegaron en nombre del bien común y para liberar al pueblo católico de la tiranía del Estado laico. En el nombre de Dios, dejaron hilar consejas de indisciplina militar.
Los del sonambulismo foxiano no son autores exclusivos de los dimes y diretes sobre la cadena de mando y la disciplina militar a la jefatura incontestable del Presidente de la República. En nombre de la democracia, sin adjetivos o distorsionada por la llamada participativa, tirios y troyanos se empeñaron en poner a los militares en medio del combate desaforado entre la ultraderecha y las izquierdas radicalizadas. La disputa por el poder, la ausencia absoluta del compromiso personal en lo que hacen pasar por política, multiplicaron los conflictos; la hoguera encendida en Oaxaca sobrecalentó el voluntarismo del todo o nada al conjuro de la movilización popular, plantones, toma de instalaciones públicas y privadas, barricadas callejeras y la suplantación del poder constituido por el del ilusionismo asambleísta.
Poder popular, obediente a la voz del conductor, del dirigente en rebeldía sistémica; de obispos, arzobispos y cardenales declarados redentores de lo terrenal por funcionarios sumisos que anteponen la obediencia al pastor del rebaño al juramento de cumplir y hacer cumplir las normas constitucionales. Ah, también de algunos navegantes de la transición atados al mástil de la nave de la locura. ¿A quién se le ocurre invocar a los demonios del golpismo, de las asonadas militares, de la indisciplina de jefes y oficiales al mando civil del Presidente de la República? Y hacerlo mientras cunde la violencia del crimen organizado; estallan conflictos sindicales a causa de la estulticia y la complicidad patronal de las autoridades laborales, y la proliferación de las protestas de organizaciones sociales, desatadas desde las alturas, alentadas por el miedo de la oligarquía, enardecidas por los recortes o la desaparición de prebendas.
Mercenarios, la mayoría, encubiertos bajo las banderas de Marx, del Che Guevara, de la democracia fetiche. O en el nombre de Dios. Ingredientes para una implosión brutal del sistema filantrópico que se impuso para desmantelar al Estado benefactor. Hablan de ayudar a los pobres, pero no de una política social de Estado. Y en plena tempestad dejan correr las consejas de las fuerzas militares ante la opción falaz de ser guardias pretorianas para la represión violatoria del derecho, o "indisciplinarse" al mando del jefe del Ejército Mexicano. El general secretario, Clemente Vega García, pronunció notable discurso en los primeros días de septiembre: Jamás al servicio del poder político, dijo. Mal lo interpretaron los del infantilismo democrático y quienes buscan en Oaxaca fantasmagóricos reflejos tuxtepecanos.
La indefinición de los mandos civiles ante la solicitud de ayuda federal para restablecer el orden y contener la violencia, dejó vía libre a la especulación. Para colmo, las maniobras y vuelos de la Marina revivieron las consejas de renuencia de los jefes del Ejército a intervenir. Y aumentaron los llamados a la resistencia en las barricadas. Y apareció el cadáver degollado del maestro René Calvo Aragón, disidente de la sección 22 del SNTE. Y el general secretario, Clemente Vega García, envió una carta de respuesta a una columna política. En primera persona: "Yo" escribe, obedezco el mando, las órdenes del Presidente de la República. Los medios de comunicación enumeraron las fuerzas del Ejército desplegadas desde hace tiempo en Oaxaca.
En el frente civil, volvió al Senado de la República, donde debe ser, el debate y resolución sobre si es o no dado el caso de declarar desaparecidos los poderes del estado. En Bucareli se reunieron 11 o 12 gobernadores en busca de autor. Con la lumbre en los aparejos hay senadores y diputados en agua de borrajas. Ricardo Monreal pide que Ulises Ruiz solicite licencia provisional y precisa: la Constitución local prevé que lo sustituya un senador, "pero no estamos pidiendo que sea gobernador Gabino Cué". Claro como el lodo.
Desde el 11 de septiembre hubo "punto de acuerdo de la Conago": respaldo al gobierno y al pueblo de Oaxaca para que desarrolle su vida institucional en paz y bajo el imperio de la ley. Firman los panistas Luis Armando Reynoso, Eugenio Elorduy, Juan Carlos Romero Hicks, Francisco Ramírez Acuña, Sergio Estrada Cajigal, Francisco Garrido Patrón, Marcelo de los Santos, Héctor Ortiz y Patricio Patrón Laviada; los priístas Jorge Carlos Hurtado, Jesús Silverio Cavazos, José Reyes Baeza, Ismael Hernández Deras, Miguel Angel Osorio Chong, Enrique Peña Nieto, Ney González Sánchez, José Natividad González Parás, Ulises Ruiz, Mario Marín, Félix González Canto, Jesús Aguilar Padilla, Eduardo Bours, Manuel Andrade, Eugenio Hernández y Fidel Herrera Beltrán; el poliarca Pablo Salazar Mendiguchía, y los perredistas Narciso Agúndez Montaño, Alejandro Encinas, Zeferino Torreblanca, Lázaro Cárdenas Batel y Amalia García.
Ante Luiz Inacio Lula da Silva, Felipe Calderón se declaró político de centro, como definiera al PAN en España ante José María Aznar. Y en Tabasco, Andrés Manuel López Obrador dice a sus paisanos que tiene que ganar César Raúl Ojeda el próximo domingo, "Si no, van a decir que ni aquí podemos ganar." Ambos volverán a la terca realidad de la política interior.
A verse en el espejo que es la obra de Gregorio Marañón: El conde-duque de Olivares o La pasión de mandar: "La vanidad es ridícula y el delirio es trágico, aunque lo trágico pueda tener, a veces, ribetes de grotesco".