Recolectarla "sería sencillísimo", asegura la investigadora de la UNAM Alejandra Cortés
Carece DF de un sistema integral para aprovechar el agua de lluvia
Propone inyectar líquido a los mantos freáticos para recargarlos
La capital comienza a mostrar signos negativos por la crisis hídrica
Consume a diario un volumen equivalente al estadio Azteca
Ampliar la imagen Dispositivo desarrollado por la investigadora Cortés y el estudiante Joaquín Pérez Valencia para recargar los mantos freáticos en el Distrito Federal
La ciudad de México carece de un sistema integral de aprovechamiento del agua de lluvia, pese a la enorme cantidad de líquido del que se podría disponer en época de mayores precipitaciones; además, tres cuartas partes del país se encuentran en zonas áridas.
Utilizar este recurso sería sencillo y de bajo costo, "casi de sentido común", pero no se hace, en gran medida por negligencia y falta de conocimiento, tanto del gobierno como de las empresas privadas, que serían los responsables de implantarlo, afirmaron en entrevista con La Jornada la doctora Alejandra Cortés, investigadora del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Joaquín Pérez Valera, estudiante de ingeniería civil de la misma casa de estudios.
El Distrito Federal y su área conurbada, con más de 18 millones de habitantes, consume 65 metros cúbicos de agua por segundo, equivalente al volumen del estadio Azteca; 70 por ciento de esa cifra se extrae del subsuelo, lo que puede agotar los mantos freáticos y acelerar el proceso de hundimiento de la ciudad.
De hecho, luego de 70 años algunas zonas de la capital ya se encuentran 15 metros por debajo de su nivel original.
Una de las alternativas que se ha explorado es la inyección artificial de agua tratada, pero esta opción plantea una dificultad: contar con una máquina que bombee el líquido con la fuerza suficiente para que la presión no la haga regresar.
Recarga inducida
Lo que plantean Joaquín Pérez y la doctora Cortés -quien dirige el primer proyecto sobre agua que otorga la Organización de las Naciones Unidas a un investigador mexicano- es más elemental: "ayudar" a que el agua de lluvia encuentre un cauce natural hacia la tierra para recargar los mantos subterráneos y evitar inundaciones.
Este método se conoce como recarga inducida, y los países que lo han desarrollado son, paradójicamente, los que menos problemas de escasez tienen, como Estados Unidos, Australia y Canadá (la nación con mayor cantidad de litros de agua dulce disponible por habitante).
El sistema consiste en cavar pozos secos -túneles verticales de unos dos metros de profundidad, rellenos de grava, que acumulan el agua y facilitan su reabsorción en la tierra- o trincheras, zanjas en el suelo que cumplen la misma función, entre otros implementos similares, que ayudan también a desarrollar actividades agrícolas.
Por ley, el Gobierno del Distrito Federal está obligado a proteger y aprovechar las aguas pluviales en las zonas de reserva ecológica, parques y jardines, pero en la práctica nada de esto sucede, afirman ambos entrevistados. Al no haber un sistema para aprovecharlos, miles de litros de agua de lluvia terminan en el desagüe.
Es importante destacar, dicen Cortés y Pérez Valera, que esta técnica de infiltración debe utilizarse sólo en los suelos que permitan el paso del agua. Las trincheras o pozos "pueden servir hasta de ornato, como jardineras o debajo de un parque, pero sólo donde el suelo sea permeable".
Pese a la gravedad del "estrés hídrico" en la mayor parte del país, el único lugar de la ciudad de México donde la doctora Cortés ha encontrado pozos de absorción es el Pedregal de San Angel, donde se desarrollaron para evitar inundaciones. En Querétaro se hizo un proyecto de recarga inducida mediante trincheras, y Joaquín Pérez Valera propone aplicarlo en la ciudad de Aguascalientes.
Poner en marcha estos proyectos es "sencillísimo, es cuestión de voluntad", señala. Además, resultarían una buena inversión, tomando en cuenta que ayudarían a resolver las alteraciones que los humanos han aplicado al ciclo hidrológico y que ya empiezan a agregarse.