Usted está aquí: sábado 14 de octubre de 2006 Política La salud en Chiapas

Neil Harvey /II y última

La salud en Chiapas

En la primera parte de este artículo vimos cómo se viola el derecho a la salud en Chiapas y concluimos que las recomendaciones que plantea el informe Pueblos excluidos, comunidades erosionadas: la situación del derecho a la salud en Chiapas, México (Physicians for Human Rights, El Colegio de la Frontera Sur y el Centro de Capacitación en Ecología y Salud para Campesinos-Defensoría del Derecho a la Salud 2006). Entre éstas destacamos la necesidad de aplicar los Acuerdos de San Andrés y apoyar los sistemas locales de salud en regiones autónomas. Para ello es necesaria la desmilitarización de la zona de conflicto y la plena protección de los derechos humanos en el estado. Si una de las barreras al acceso a la salud es precisamente la guerra de baja de intensidad, ésta debe ser suspendida de inmediato.

El informe citado describe cómo las divisiones políticas y religiosas y el manejo clientelar de programas sociales reproducen los conflictos y obstaculizan el acceso a la salud. Ante esta situación, pensamos que es necesario también valorar otros conceptos y prácticas que están presentes en el trabajo realizado por los médicos y parteras indígenas. Un texto que ilumina mucho este camino es el libro reciente del antropólogo Jaime Page, El mandato de los dioses: etnomedicina entre los tzotziles de Chamula y Chenalhó (PROIMMSE-UNAM, 2006).

El título del libro hace referencia a la cosmovisión prehispánica que se ha ido transformando por las relaciones con la sociedad dominante, las diversas iglesias cristianas y las cambiantes condiciones socio-políticas. Con base en una amplia revisión de la literatura académica y entrevistas con 13 médicos y parteras indígenas, el autor describe con detalle cómo éstos buscan cumplir con la obligación que dio origen al mundo, la de servir a Riox, es decir, el conjunto de las deidades que existen para proteger a la humanidad de los males. En esta cosmovisión las personas encuentran su razón de ser en el cumplimiento del mandato de Riox, pero, como señala Page, no debemos confundir esto con la simple subordinación a un ser sobrenatural, sino que coexiste una obligación de mantener relaciones sociales armoniosas y respetuosas. Servir a Riox es la expresión de este anhelo, pero es en el anhelo donde se da sentido y forma a las obligaciones y prácticas cotidianas, particularmente en el ámbito médico.

El incumplimiento de estas obligaciones genera las enfermedades, no porque Riox castigue, sino porque la transgresión disminuye su protección y el mal aprovecha la vulnerabilidad para agredir a la persona, propiciando la pérdida del alma y la enfermedad resultante. Para recuperar el alma y restablecer la salud, la o el ilol, o pulsador/a de sangre, tiene que ver en el comportamiento de las personas las razones que explican la enfermedad. Se trata de un diagnóstico más sociológico que puramente fisiológico, y tiene como objetivo principal la recomposicion de las relaciones de respeto mutuo, base principal de la salud.

Page explica cómo las parteras tradicionales reciben su mandato en sueños o mediante enseñanzas de sus padres. No pueden separar su trabajo de partera de su interés en buscar una mejor armonía comunitaria. Responden tanto a las necesidades fisiológicas como a la situación social en que se encuentran las mujeres, y lo más importante para que el parto sea exitoso es la tranquilidad de la mujer. Por eso las parteras tienen que buscar la armonía familiar, el apoyo del esposo, los padres y los suegros, para prevenir los males que podrían generar daño al bebé y a la madre. De nuevo, son las relaciones sociales de respeto mutuo las que determinan si la protección de las deidades está presente o no, lo cual se refleja en las complicaciones que puedan producirse en el embarazo.

Hace falta reconocer más estas conocimientos. A pesar de que un alto porcentaje de embarazos y partos son atendidos por parteras tradicionales, no son consideradas como iguales por el sector salud. Por ejemplo, los autores del informe Pueblos excluidos... señalan que "en la mayoría de casos las parteras tradicionales no cuentan con equipos para diagnosticar y tratar adecuadamente las complicaciones. Debido a esto, no son consideradas agentes calificados para la atención del parto, según la Organización Mundial de Salud (OMS), el Banco Mundial y estándares internacionales" (pp. 33-34). Cabe preguntar: de qué autoridad recibieron el mandato la OMS y el Banco Mundial para diseñar estándares internacionales, y qué participación en este proceso tuvieron las parteras indígenas, quienes siguen ahorrándole al Estado un alto gasto en salud, a pesar de no ser consideradas "agentes calificados".

No se trata de romantizar el trabajo de las parteras. Las complicaciones de los partos pueden representar riesgos graves que implican la atención del sector salud, que debe ser neutral, accesible y eficaz. Sin embargo, los intentos de mejorar el acceso a la salud no deben ignorar los aportes de médicos y parteras indígenas, sobre todo si el objetivo es reducir los conflictos en las comunidades. El mandato de los dioses complementa las recomendaciones del informe y ayuda a apreciar otras formas de entender y ejercer el derecho a la salud en Chiapas.

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