El oso, el puercoespín y el avestruz
Son tres figuras metafóricas que aparecieron esta semana en el congreso internacional El fenómeno migratorio y los derechos humanos, organizado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Colegio de la Frontera Norte. Las dos primeras, caras al ex embajador Jeffrey Davidow para ilustrar la relación bilateral entre Estados Unidos y México, fueron esta vez invocadas para calificar la falta de seriedad y la muy mala política migratoria entre ambos países. El oso de las barras y las estrellas, por arrasar con su fuerza la importante demanda laboral doméstica, sin importarle las leyes que regulan esa situación. Y el puercoespín tricolor, para describir la reactiva política mexicana en este sexenio, que no ha considerado las condiciones sociales actuales de la migración en Estados Unidos. Por cierto que el también presidente del Instituto de las Américas de la Universidad de California en San Diego se atrevió a puntualizar que el muro de la ignominia, que ahora permea la división entre ambos pueblos, "no es una violación a los derechos humanos". Aunque sin precisar con mayor objetividad que sí "se contrapone a la protección de los derechos humanos", como declaró con razón el Senado mexicano el pasado 5 de octubre.
El avestruz fue traído con acierto al escenario por el lado nacional, para designar la indiferencia con que en el fondo el gobierno mexicano ha pretendido solucionar el problema migratorio, y por consiguiente la falta de una política integral, ya no digamos de una política de Estado, que satisfaga los requerimientos legítimos entre las dos naciones. Desde hace décadas, en efecto, en el gobierno se piensa que la migración es sobre todo una válvula de escape para amortiguar los graves problemas económicos y sociales que nos aquejan, y "que lo mejor era no hacer nada para impedir o interrumpir ese flujo; que era problema de Estados Unidos", como expresó el embajador Andrés Rozental. Por todo ello me parece importante tomar también en cuenta en nuestro país la propuesta que Primitivo Rodríguez y Raúl Ross Pineda, miembros de la Coalición por los Derechos Políticos de los Mexicanos en el Extranjero, hicieron circular entre los asistentes al congreso, para contribuir al debate sobre seguridad fronteriza y reforma migratoria en Estados Unidos.
Para estos y otros investigadores independientes del tema, la actual política fronteriza de Estados Unidos "no tiene como objetivo cerrar la frontera a la migración indocumentada, sino restarle incentivos, desviándola hacia lugares altamente inhóspitos y peligrosos". Los resultados dramáticos y perniciosos recíprocamente de esta política, iniciada por el presidente William Clinton en 1993, son conocidos por todos: "cientos de muertes anuales, aumento de abusos contra migrantes, auge sin paralelo de la delincuencia organizada y de la corrupción, y con ello, condiciones propicias para la infiltración terrorista" de este lado de la frontera; mientras que del otro lado "la demanda de mano de obra migrante continúa abasteciéndose, pero a través de un perverso darwinismo social: quienes superen la vigilancia de la Patrulla Fronteriza, extorsiones, abusos, violaciones, temperaturas extremas, y no mueran en el intento" encontrarán trabajo en Estados Unidos. Ahí, además, "seguirán pagando el precio de su arribo al sueño americano sufriendo explotación, discriminación y, desde luego, la amenaza siempre presente de ser deportados".
Contrariamente a lo que por razones electorales votan los representantes en el Congreso, para los investigadores y organizaciones que suscriben la propuesta se da hoy en la mayoría de la sociedad estadunidense un acuerdo general para corregir las serias deficiencias legales, humanas y administrativas de las actuales políticas de seguridad fronteriza y migración, en torno a tres puntos: "A) seguridad fronteriza que evite la migración indocumentada y proteja al país del tráfico de drogas y la posible infiltración de terroristas; B) abrir opciones de regularización y ciudadanía, bajo ciertas condiciones, a los indocumentados que ya se encuentran en EU; C) crear programas de trabajadores huéspedes, sin daño al empleo, salarios y beneficios de residentes legales y ciudadanos. Además la población pide que los países de origen hagan lo que les corresponde para crear empleos bien remunerados que alivien la migración masiva de sus ciudadanos". Por ello proponen entre otras cosas establecer una seguridad efectiva, abriendo la puerta al flujo legal, seguro y ordenado de migrantes, por un lado, combatiendo y previniendo por otro el tráfico de personas y drogas, así como la posibilidad de acciones terroristas.
"México y otros países de origen -dicen también- crearían planes especiales de desarrollo, de carácter nacional y regional, orientados a generar empleos, mejores salarios, y oportunidades de adelanto para sus ciudadanos, particularmente en las regiones de alta migración", para lo cual "se crearía un fondo especial de inversión o compensación, al que podrían sumarse EU, Canadá y agencias como el Banco Interamericano de Desarrollo".