Como en tiempos del éxodo, ahí se jugará el futuro del PRD
En Cárdenas, la clave para definir comicios de Tabasco
Será el colchoncito si la contienda en Villahermosa es cerrada
Cardenas, Tab., 14 de octubre. Es un edificio chaparro y feúcho, con una gran imagen del cura Miguel Hidalgo que parece pintada por un niño. Es difícil creer que se lo disputan como si fuera un palacio. Pero sí, el agarrón fuerte fue por despachar en la presidencia municipal de Cárdenas. Y la batalla fue a dar al Distrito Federal, tras una caminata de más de mil kilómetros. Este domingo aquí también puede jugarse el futuro del PRD tabasqueño, y muchos piensan que también del nacional, y sobre todo la fuerza del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador.
Según definen los locales, este municipio es "el colchoncito que vamos a aventar a Raúl Ojeda (candidato perredista a la gubernatura del estado)". Por eso los perredistas tienen aquí a muchos de sus mejores operadores electorales, no para ganar la silla del edificio feo, que esa dicen tenerla segura, sino para tratar de remontar la escasa ventaja con que el PRI les ha ganado las últimas contiendas.
"El hecho de que nos hayan reconocido triunfos, sobre todo en el caso de Cárdenas, sirvió para demostrarle que sí se le puede ganar al PRI", decía López Obrador unos meses después del Exodo por la democracia, que lo llevó a la capital del país en enero de 1992.
Ciertamente, desde entonces el partido del sol azteca siguió teniendo triunfos, hasta llegar a quedarse con 11 de los 17 municipios, pero sus votos nunca le han dado para alcanzar la gubernatura. Elección tras elección, los perredistas aducen que se debe a que la cúpula de poder tabasqueña pone en juego todos los recursos del gobierno estatal y viejas y nuevas trapacerías.
Aunque también, claro, al lado del edificio feo hay un ejemplo. Una enorme manta dice: "¿Esta vez vas a votar por el PAN? ¡A Wilson!"
El mensaje se refiere al médico Carlos Antonio Wilson, el primer gobernante perredista del municipio y ahora candidato panista, aunque se sigue nombrando amarillo. La votación del blanquiazul en este municipio es consistente con la que tiene en toda la entidad: nunca ha rebasado el 6 por ciento. Por eso los panistas lo buscaron después de que fue apabullado en la elección interna.
Su caso ilustra la situación de una franja de ex miembros del PRD que emigraron a otros partidos o se mantienen a regañadientes en sus filas. En sus quejas, dicen que López Obrador se rodeó de priístas exquisitos y cometió muchos errores en la campaña presidencial.
Los dirigentes nacionales del PRD se preocupan de los votos que personajes como Wilson les pueden quitar. Pero los perredistas cardenenses aseguran que "nada más se llevará dos o tres puntitos, pues en su campaña ni siquiera lo han dejado entrar a muchas comunidades", como dice Rafael Acosta, quien aún no alcanzaba la edad para votar cuando marchó en el éxodo y hoy es candidato a diputado local.
El 2 de julio pasado, el PRD se impuso con 64 mil votos, contra 43 mil del PRI. Los perredistas locales creen que pueden mantener y aun acrecentar la ventaja. Y estiman también que si en el municipio Centro (con cabecera en Villahermosa) la contienda es muy cerrada, ellos representarán "un buen colchón para que Raúl Ojeda gane la gubernatura a Andrés Granier".
Las encuestas increíbles
A unas cuadras del edificio feo hay otro a medio construir que sintetiza la historia reciente de Tabasco. Algún día será la sede del ayuntamiento, pero antes fue una tienda del sindicato petrolero, y después un supermercado de la cadena de Carlos Cabal Peniche, el rey Midas del sureste.
La caída de Cabal no arrastró consigo a su amigo -y beneficiario de donaciones electorales- Roberto Madrazo.
Luego de hacer una parte de su carrera en el Distrito Federal, Madrazo vino a ocupar la presidencia estatal del PRI. Se cuenta que una de sus primeras órdenes fue retirar dos retratos del salón Presidentes. Así, desaparecieron las fotografías de Juan José Rodríguez Prats y de López Obrador. Tiempo más tarde, los tres habrían de pelearse la gubernatura.
Roberto Madrazo comandó una revuelta anticentralista que lo apuntaló como figura nacional, y lo hizo -sucesivamente- precandidato a la Presidencia, dirigente nacional del PRI y abanderado presidencial. López Obrador encabezó dos éxodos que lo llevaron a la dirigencia de su partido, a la jefatura de Gobierno del DF y a las puertas de Los Pinos. Más modesto, Rodríguez Prats se hizo cuadro de Diego Fernández de Cevallos.
Pese a sus tareas nacionales, estos tres tabasqueños nunca han abandonado el interés por el trópico. Y cada elección ha sido una prueba de fuerza entre Madrazo y López Obrador.
En 1988, bajo el influjo del movimiento cardenista, López Obrador se lanzó por primera vez al ruedo, y obtuvo 55 mil votos. En la elección federal de 1994 llevó a su partido a los 180 mil votos, 10 mil más de los obtenidos por el PRI seis años atrás. Pero el tricolor se despachó con 280 mil.
En la primera vuelta de 2000, los comicios anulados por el tribunal electoral, la diferencia fue de sólo 6 mil sufragios (306 mil contra 300 mil). En la elección extraordinaria el PRI aumentó su ventaja a 30 mil votos. Es decir, de una elección local a otra, el PRD ha tenido un crecimiento sostenido y en volúmenes mayores que los priístas. Pero nunca le ha alcanzado.
La excepción es la elección no comparable del pasado 2 de julio. López Obrador obtuvo aquí 512 mil votos, contra 344 mil de Roberto Madrazo.
En esas cifras pone el PRD sus esperanzas, aunque sus dirigentes saben que la elección de gobernador se cocina aparte.
"Está peleadísima, pero estamos abajo", confía un alto dirigente del PRD. "Podemos ganar", dice Leonel Cota, presidente nacional perredista, sin aventurar más allá.
Las últimas encuestas colocaron al PRD a una distancia de entre ocho y 10 puntos de su competidor, pero los perredistas citan a expertos que aseguran que aquí el porcentaje de "no respuesta" -es decir, de quienes no dicen por quién van a votar- es de los más altos del país.
O quizá se apoyan también en el dicho de Georgina Trujillo, hija de un ex gobernador y presidenta estatal del PRI: "Las encuestas no funcionan en Tabasco".
La elección de las mapacheras
En la semioscura sala, unas 40 personas, la mayoría mujeres, esperan sentadas. Muchas portan teléfonos celulares. Todas llevan papeles en las manos. Los perredistas vecinos dicen que las personas entran con copias fotostáticas de sus credenciales de elector y salen con sobres. Es compra del voto, aseguran.
A saber, porque en cuanto llegan más reporteros, y alguno se acerca con su cámara a la ventana, los priístas cierran las cortinas, la puerta, las ventilas, y se encierran a pesar del calorón.
Mario Alegría sale en plan de bronca, pero de inmediato se niega a decir nada. "No sé, esta es una casa particular".
Desde la esquina de enfrente unos hombres se hacen señas con otros que están parados en la azotea de la mapachera, como le llaman los perredistas.
A lo largo de la campaña, el PRD ha acusado a los priístas de repartir despensas, bicicletas y materiales de construcción. En varias ocasiones, los perredistas han abierto las bodegas y regalado todo lo guardado a quien quiera que se pare por ahí. Algunos piensan que exageran. "Hace cinco años decíamos que había que bajarle, y nos barrieron", dice la ex diputada Malú Micher.
Para los perredistas, las mapacheras son simplemente el preámbulo de la compra masiva de votos y un sinfín de trapacerías listas para este domingo. Los priístas dicen que son sus adversarios quienes buscan reventar la elección debido al costo que un descalabro aquí tendría para Andrés Manuel López Obrador.
A un lado de la presunta mapachera, adornada con mantas del PRI, hay una casa llena de carteles del PRD. Buena estampa de un estado que hasta 1988 fue del Revolucionario Institucional, sin fisuras. No importa que la unidad idílica de la entidad sea ya un borroso recuerdo. Los priístas siguen usando el discurso de la "unidad de la hermosa familia mexicana", y quienes se les oponen son los que quieren la división, el encono, el pleito entre hermanos. Ahora les llaman "chilangos fuereños".
No es casual que el lema de campaña del PRI sea: "Une a Tabasco, únete a Granier".
Y si conservar la unidad familiar no fuese suficiente acicate, siempre hay razones más poderosas. Si no se cree, atengámonos al dicho del priísta Granier en una reunión con grupos evangélicos: "Voy a ganar, ya Dios me lo dijo". Y eso vale más que un edificio chaparro.