Bajo la Lupa
Prueba nuclear de Norcorea: gravísimo error bushiano
Ampliar la imagen El líder norcoreano, Kim Jong-il, en imagen de archivo FOTOReuters
Toda la propaganda cacofónica del mundo no podrá ocultar el gravísimo error de la torturadora teocracia bushiana en referencia a su pésima política global basada en el unilateralismo maniqueo del "eje del mal", que incluyó en forma sicótica a Norcorea.
La agenda hexapartita de fecundas negociaciones había avanzado sustancialmente gracias al talento diplomático de los ex presidentes Carter y Clinton, pero desgraciadamente fue arrojada a la basura por la temeridad y soberbia incontinentes de los neoconservadores straussianos.
Han sido críticos muy acerbos del error bushiano tanto el Partido Demócrata como influyentes personalidades del Partido Republicano frente a la histeria propagandística de los multimedia controlados por la banca israelí-anglosajona.
Donald Gregg, ex embajador en Corea del Sur y asesor de Seguridad Nacional de Daddy Bush, sentenció en forma sensata que Baby Bush había cometido un "grave error" al negarse a negociar con Norcorea, Irán, Siria y Hezbollah: "Parece que no ven la diplomacia como herramienta para ser utilizada con países o partidos antagónicos" (Democracy Now!, 10/10/06).
El ultramontano Fox se trepó sin ser invitado al vagón texano de Baby Bush para sumarse a la "condena unánime (sic)" de Norcorea cuando la postura de México debe ser en favor de la abolición de todas las armas de destrucción masiva (atómicas y bioquímicas) sin selectividad alguna, en la línea conceptual de don Alfonso García Robles, nuestro único premio Nobel de la Paz (que tanto odia Castañeda Gutman por sus complejos de inferioridad al nunca haber obtenido un reconocimiento internacional de tal categoría).
La histeria de los multimedia controlados por la banca israelí-anglosajona constituye una espesa cortina de humo para encubrir el grave fracaso de la diplomacia de la torturadora teocracia bushiana que trastocó la correlación de fuerzas nucleares en el planeta.
No vemos ninguna garantía para el género humano que los otros ocho miembros del club nuclear -unos cobijados por el caduco Tratado de No-Proliferación (TNP), como es el caso cínico de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (sic), y de los otros tres clandestinos, Israel, India y Pakistán- posean armas nucleares, mientras se prohíbe su tenencia selectiva a Norcorea e Irán, cuando el único país que ha lanzado dos bombas atómicas sobre poblaciones civiles es precisamente Estados Unidos (EU).
El holocausto de Hiroshima y Nagasaki parece habérsele olvidado a los bélicos neoliberales nipones, quienes en su delirio revanchista, azuzados tanto por la llegada del fanático "samurái" de pacotilla Shinzo Abe (cuyo país participa con su ejército en la invasión ilegal de Irak) como por la torturadora teocracia bushiana, se aprestan a fabricar sus propias "armas de destrucción masiva" con el fin de desatar una carrera armamentista en el noreste asiático que representaría un jugoso negocio para el complejo militar-industrial de EU, amén que excita a los adversarios geoeconómicos de Washington a degollarse entre sí en la más depurada perfidia israelí-anglosajona.
Japón, Taiwán y EU cosechan las tempestades nucleares norcoreanas que alumbraron con sus vientos bélicos. ¿Cuál es la diferencia entre la figura distorsionada grotescamente por los multimedia de la banca israelí-anglosajona, aun aceptándola sin asentir, de Kim Jong-il, el líder norcoreano, con Baby Bush, Tony Blair, Junichiro Koizumi, Elhud Olmert o Bibi Netanyahu, mucho peores cuando se escudriña con serenidad la realidad de sus actos bélicos irredentistas?
La prueba nuclear del "loco" Kim Jong-il fue sencillamente magistral y propina un golpe de cuatro bandas, aunque una muy desfavorable que habría que descontar del total: es ejecutada el mismo día en que el flamante premier nipón, Shinzo Abe, visita China; cuando fue nominado secretario general de la ONU el canciller sudcoreano y le quita presión a Irán en un momento crucial; en contra: a unos días de las elecciones intermedias del 7 de noviembre, lleva agua al molino bélico del Partido Republicano.
Después del "síndrome Kamel Nacif" en el Capitolio que ha mancillado al Partido Republicano y ha salpicado hasta a Jeb Bush, los demócratas se han ido a la yugular de la torturadora teocracia bushiana sumida en un pantano de errores colosales, a los que se suma su derrota estratégica definitiva en Norcorea 53 años más tarde.
Mark Tran, de The Guardian (11/10/06), pregunta en su blog: "¿Quién perdió Norcorea?", en alusión al grave error de la "diplomacia" (sic) de EU. John Mac Cain, senador republicano y probable contrincante presidencial de Hillary Rodham Clinton, imputó al esposo de ésta con argumentos poco creíbles.
Los demócratas han culpado con justa razón el abordaje bushiano del "eje del mal", acoplado al fracaso de la invasión de Irak, como el detonador de la bomba de Norcorea orillada a una defensiva paranoica. Mark Tran coloca una pregunta impertinente de un anterior funcionario de EU: "¿Por qué el gobierno de Bush no habló con Norcorea, como hizo Gran Bretaña con Libia?" Touché.
La verdad la había anticipado Paul Dundes Wolfowitz, el jefe de los neoconservadores straussianos: Norcorea no es bombardeable porque no posee petróleo. No lo dijo, pero la razón verdadera es que el ejército de EU se encuentra secuestrado en Sudcorea a unos cuantos kilómetros de la frontera con Pyongyang bajo la amenaza de fuego, ahora nuclear, del "loco" Kim Jong-il. Además, Norcorea dispone de fronteras sensibles con Rusia (19 kilómetros) y China (mil 416 kilómetros) cuando el objetivo común de los tres es expulsar a EU de Sudcorea.
Mientras los multimedia anglosajones exageran el malestar chino, que inventan ser similar al de la torturadora teocracia bushiana, los titulares en China reflejan otro sonido de campana (y campaña) mediática. El Diario del Pueblo (12/10/06), más preocupado tanto por la "construcción de una sociedad socialista armónica" como por sus propios proyectos misilísticos y satelitales, titula: "China se opone a actos militares contra Norcorea", es decir, todo lo contrario a la negra propaganda israelí-anglosajona.
Sanciones habrá para cubrir las apariencias, pero no tan drásticas, como desean los neoconservadores straussianos, quienes en su desesperación financiera buscan su tercera guerra mundial.
La resolución del Consejo de Seguridad (sic) saldrá muy atenuada tras bambalinas y no podrá cambiar el curso de la nueva historia en el noreste asiático ni podrá ocultar el gravísimo error bushiano que cosecha una derrota estratégica más en el planeta, tras sepultar el TNP debido a su política unilateral de una pesa y mil medidas, lo cual ha desencadenado una carrera armamentista, como previeron Robert Mc Namara, ex secretario del Pentágono, y Muhamed el-Baradei, director de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
La otra solución -utópica, mientras permanezca la torturadora teocracia bushiana en el poder- consiste en revertir el reloj nuclear mediante la desnuclearización generalizada a pro rata y sin excepciones teológicas ni racistas.