Reclaman justicia para Alejandro García; el presunto asesino afirma que actuó solo
"Que lo sepan en el Senado, que no sean ciegos: aquí en Oaxaca hay sicarios"
Ampliar la imagen Familiares, amigos e integrantes de la APPO trasladan el cuerpo de Alejandro García Hernández al panteón Central de la capital oaxaqueña Foto: Francisco Olvera
Ampliar la imagen Los bomberos Gabriel de Jesús Vázquez y Mario López, así como el oficial Jesús Alberto Cervantes, fueron detenidos y amarrados por integrantes de la APPO en el momento en que trataban de rescatar un carro cisterna que los manifestantes tenían como barricada frente a la radiodifusora La Ley, en el centro de la capital oaxaqueña Foto: Francisco Olvera
Ampliar la imagen Los bomberos Gabriel de Jesús Vázquez y Mario López, así como el oficial Jesús Alberto Cervantes, fueron detenidos y amarrados por integrantes de la APPO en el momento en que trataban de rescatar un carro cisterna que los manifestantes tenían como barricada frente a la radiodifusora La Ley, en el centro de la capital oaxaqueña Foto: Francisco Olvera
Oaxaca, Oax., 15 de octubre. Después de un homenaje y un mitin en el zócalo de esta ciudad, esta tarde fue sepultado Alejandro García Hernández, quien murió la madrugada del sábado de dos balazos en la cabeza, tras un balacera en la que estuvieron involucrados militares. Ahí, familiares y ciudadanos insistieron en responsabilizar al gobierno de Ulises Ruiz Ortiz y enviaron el mensaje al Senado de que el crimen es una muestra más de la ingobernabilidad que vive Oaxaca.
"Que lo sepan en el Senado, que no sean ciegos: aquí hay sicarios, y los ocho muertos en la lucha reclaman justicia", expresó el suegro de Alejandro García, Manuel de Jesús Ramírez Martínez, ya de madrugada ante el féretro, al que se colocó una bandera de México y se le ubicó en los arcos del antiguo palacio de gobierno.
Además, al enrarecimiento de la vida en Oaxaca se sumó esta noche la versión de que comerciantes del centro histórico, con respaldo de golpeadores, intentarían "recuperar" por su cuenta el zócalo y las calles aledañas.
Ante este clima, el arzobispo de Antequera, José Luis Chávez Botello, manifestó su preocupación por los nuevos hechos de violencia "que han contaminado aún más el ambiente que respiramos y alimentan la desconfianza, queriéndonos arrinconar en el callejón de la violencia".
Afirmó que hasta el momento "ninguno de los actores principales ha reconocido sus errores" ni se ha "disculpado ante la sociedad", y sostuvo que la prolongación irrazonable de los conflictos sociales "puede mostrar intereses creados, alejamiento de las necesidades reales de la sociedad, falta de voluntad política, pérdida del sentido auténtico de una lucha o la débil participación responsable de la sociedad".
Esta noche también cerró con la detención, por parte de integrantes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), de tres bomberos que pretendían recobrar con una grúa un autotanque que servía de barricada en la radiodifusora La Ley.
El oficial Jesús Alberto Cervantes y los subalternos Gabriel de Jesús Vázquez Martínez y Mario López fueron detenidos y llevados al campamento del zócalo, donde los amarraron de pies y manos y los encapucharon. Sentados en las canteras del quiosco revelaron que el comandante del Cuerpo de Bomberos, Manuel Maza Sánchez, los envió "por órdenes de Ulises Ruiz" a llevarse el camión.
"Así recibimos la orden, que fue por instrucciones del gobernador", dijo el oficial Cervantes. A las nueve y media de la noche, los tres bomberos fueron desatados y se les descubrió la cabeza antes de entregarlos a la Fiscalía Especializada en Asuntos Magisteriales. "Estamos bien", declararon.
Declara el militar
Mientras se llevaban a cabo las exequias del brigadista Alejandro García, trascendió que este domingo fue puesto a disposición de un juez civil en un penal de los Valles Centrales el soldado Jonathan Ríos Vázquez, como probable responsable del delito de homicidio calificado en agravio de García Hernández, y de lesiones por arma de fuego a Marco Antonio Joaquín Benítez, quien resultó herido en el hombro izquierdo.
De acuerdo con sus primeras declaraciones -se mantuvo oculto el nombre del detenido y del penal al que se le consignó-, el militar habría actuado solo y bajo los efectos del alcohol, a pesar de las diferentes versiones de testigos y de uno de los hijos de la víctima, de que al menos dos personas dispararon contra Alejandro García.
No se quiso revelar la cárcel donde se internó al militar "por cuestiones de seguridad", y hasta esta noche la Fiscalía Especializada en Asuntos del Magisterio aseguraba que tampoco sabía el paradero de Ríos Vázquez. No obstante, se aseguró que le fue asignado un abogado de oficio.
"Hoy me siento radical"
Desde las 11 de la noche del sábado, en que el féretro con el cuerpo de Alejandro García llegó al zócalo, y a lo largo de la madrugada, decenas de personas llegaron a la improvisada capilla ardiente para ofrecer su pésame a Carmen Marín García y a sus dos hijos.
El primer cuadro de la ciudad fue reforzado por las brigadas móviles, como medida de seguridad, y en el transcurso de la noche se escuchaba, aun a lo lejos, el llanto de los dolientes.
A las 11 de la mañana, el ataúd fue cargado hasta la cercana parroquia de La Compañía, y a sus puertas fue recibido por el jesuita José González. Ya en la nave, el sacerdote comenzó la misa con el siguiente mensaje:
"Con profundo dolor e indignación, pero también buscando el consuelo, el confort de la palabra de Dios, nos reunimos para presentar al Señor nuestro dolor y esperanza por que Oaxaca sea más justa. Venimos a pedirle perdón al Señor por tantas ofensas que hemos sufrido, y no sólo por los grandes tiranos, sino por el pequeño tirano que todos llevamos dentro."
A las 12 horas, el cuerpo fue trasladado nuevamente al zócalo, y fue ubicado frente al quiosco, donde se escuchó una larga serie de voces de protesta por el crimen.
Otro de sus familiares, ante cientos de personas reunidas en el zócalo, expresó: "Ulises Ruiz es el asesino de Alejandro. El lo mandó matar porque ha querido callar las voces que no soportan más la humillación. ¡Muera Ulises Ruiz!" Su grito prendió en el sentimiento de la comunidad, que volvió a exclamar: "¡Alejandro no murió, Ulises lo mató!"
Ante la indignación social, el párroco de la iglesia de La Compañía, el jesuita José González, dijo a los fieles y a los deudos del rotulista, en la misa de cuerpo presente que se celebró en recuerdo de García Hernández:
"No queremos decirte que tu sangre será vengada, porque entonces seríamos iguales a los que te mataron. Queremos creer en la fuerza de la paz, del amor, y no dejar salir, en nuestro dolor, ese pequeño tirano que todos tenemos en germen en el corazón."
La actriz Ana Colchero ofreció su testimonio sobre la deficiente atención médica que recibió Alejandro García en el Hospital de Especialidades de San Bartolo Coyotepec, pero también convocó a constituir una comisión que se encargue del sustento de la familia García Marín. "Que todos nos hagamos responsables de las familias de los caídos. No podemos confiar en el Senado, en nadie más que en nosotros mismos", expresó.
La convocatoria tuvo una rápida respuesta solidaria. Una a una se levantaron siete manos para participar en la comisión propuesta.
Hasta el quiosco subió Marina Colmenares, de 77 años de edad, una de las más críticas y duras en su mensaje. "Hay personas que tienen la sangre envenenada de odio, de rencor, porque quién sabe cómo los criaron. No conocen el amor. Hoy nos han quitado a un hermano, que es nuestra sangre. ¡Tenemos que seguir, aunque nos maten!", afirmó.
Julio Martínez, vecino de García Hernández, también tomó el micrófono para manifestar que "la rabia indigna a la colonia Reforma Agraria", donde vivía el rotulista asesinado en las primeras horas del sábado.
"Los que teníamos miedo aquí estamos, pero la rabia indigna mi persona. ¡Si nos matan a uno, nacemos 10! Que en todos nosotros hay un radical más. ¡Hoy me siento radical!", exclamó, en franca referencia a la posición asumida por el gobernador Ulises Ruiz, quien atribuyó el movimiento a "un grupo de radicales". Julio Martínez cerró: "no estamos indignados unos cuantos, somos todos los oaxaqueños".
Dos horas después, el cortejo fúnebre partió del zócalo por las calles del centro histórico hacia la avenida Símbolos Patrios, donde se realizó un nuevo homenaje en el lugar en que Alejandro García fue asesinado. En el asfalto, con pintura de aceite, jóvenes escribieron con grandes letras "Alejandro, descansa en paz".
A las cuatro de la tarde, después de otro recorrido, el cortejo llegó al panteón General. Las consignas no paraban, y los familiares demandaron sustituirlas por un padre nuestro, pero antes que la oración terminara alguien comenzó a cantar el Himno Nacional, y la plegaria se fundió, literalmente, con las estrofas patrias.