Usted está aquí: lunes 16 de octubre de 2006 Opinión Desde el otro lado

Desde el otro lado

Arturo Balderas Rodríguez

Curiosidades del mundo desarrollado

La siguiente es una nota que apareció en las páginas interiores de uno de los diarios de circulación nacional de Estados Unidos.

Un individuo de aspecto común se presentó ante la cajera de un banco en la ciudad de Columbus, Ohio, y con la mayor tranquilidad le mostró una nota. De inmediato la cajera guardó cuatro billetes de 20 dólares en un sobre, se lo entregó y después oprimió el botón de la alarma silenciosa. Acto seguido, el asaltante se dirigió al guardia que estaba en el lobby del banco y le entregó el sobre al tiempo que le decía: "es tu día para ser héroe". Horas más tarde se declaraba culpable ante el juez, reconociendo su intento de asalto. Cuando se le preguntó por qué había actuado de tal manera, respondió: "Señor juez, yo sé que por el delito que acabo de cometer voy a ir a la cárcel. Eso me asegurará techo y alimento al menos durante los próximos tres años. A mi edad -62 años- es muy difícil que alguien me contrate por algo más que el salario mínimo, y eso sólo por algunas semanas. Con ese salario no puedo garantizar mi sustento ni un techo bajo el cual dormir". Un poco apesadumbrado y con alguna pizca de cinismo, el fiscal admitió que no era el plan de financiamiento por el que él hubiera optado, pero, aunque algo extrema, al fin y al cabo era una forma de financiamiento.

Con alguna certeza se puede decir que hemos escuchado historias similares en infinidad de ocasiones. Frecuentemente la trama es más sórdida y tiene un final más trágico, pero esta peculiar situación nos ofrece además otro ángulo: la forma dramática y desesperada en que un ser humano soluciona dos problemas elementales sobre los cuales la sociedad no ha tenido respuestas ni está dispuesta a encontrarlas: alimento y techo dignos para quienes más los necesitan.

Sucedió en el país más rico de la Tierra, donde evidentemente las carencias son menores, pero imaginemos una situación similar en países en los que la pobreza alcanza a más de la mitad de su población. En los bancos habría largas filas esperando a que el policía de guardia detuviera a quienes aspiraran a ingresar a la prisión como única vía para sobrevivir. Lo cierto es que de seguir así las cosas la ficción nos puede alcanzar como realidad fatal y los sistemas carcelarios se convertirán en algo cada vez más parecido a hospicios para indigentes, lo que se antoja una forma demasiado drástica de distribución de la riqueza.

Esperemos que los gobiernos de los países en desarrollo, como eufemísticamente se denomina a los pobres, ofrezcan mejores opciones para combatir la desigualdad y la pobreza y no sólo la recurrencia a obras de caridad, donaciones y maratones altruistas con los que los señores del dinero quieren convencer al mundo de que esas migajas son la mejor distribución de riqueza.

Manuel Martínez: fuiste consistente con tu envidiable sencillez y modestia hasta el final. Te vamos a extrañar.

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