EL CERVANTINO
El Festival Strings Lucerna ofreció un mosaico de sonoridades y sensaciones en Guanajuato
Guanajuato, Gto., 17 de octubre. El Festival Strings Lucerna cerró el domingo su participación cervantina con un concierto en el que cohabitaron partituras de épocas, latitudes e intensidades diferentes, desde Bach hasta una que se estrenó apenas hace unos meses, encargo que la agrupación hizo a Beat Ferrer.
Mosaico de sonoridades y sensaciones que durante casi hora y media estremeció al público que abarrotó el templo de La Valenciana, en un clima propicio para la nostalgia: bruma, lluvia ligera y viento frío.
Recerca a sei voci, de Bach, fue la obra con la que la orquesta de cuerdas abrió la sesión, partitura de profundo contenido espiritual, más que acorde con la naturaleza del recinto, la cual mostró, desde los primeros acordes, el virtuosismo de los músicos europeos y su notable calidad interpretativa.
Cuerdas prístinas, brillantes, de dulzura y suavidad arropadora que llegaron a un cenit del que nunca más bajaron a partir de la segunda pieza del programa, el Cuarteto para cuerdas número 8 de Dimitri Shostakovich, un salto musical de tres siglos en relación con la obra anterior.
Composición también de esencia mística, profunda, que conduce por diversos estados emocionales, de lo terso y tenue a lo explosivo y devastador, sin perder su aire brillante. Sonidos que danzan irreverentes, carnaval de sentimientos orgiásticos que en la parte final se consumen para concluir casi en suspiros, momentos en los cuales el sonido parece resquebrajarse, situándose en la frontera del silencio.
El público, emocionado, estalló en ovaciones para reconocer el trabajo de la orquesta suiza, encabezada en la batuta por el alemán Achim Fiedler, y dar paso así a un intermedio de 10 minutos.
Final febril
La segunda parte del concierto no fue menos emotiva, comenzando también con una obra de Bach, El arte de la fuga, que tuvo como eje el estreno en México de Anticresis para 14 cuerdas, escrita por Beat Ferrer para conmemorar el 50 aniversario de la agrupación.
Gentil, el director Fiedler dedicó algunos minutos para explicar las complejidades técnicas de la partitura y las razones de por qué los 14 instrumentistas son distribuidos de forma tan poco convencional: divididos en tres bloques ubicados a varios metros de distancia entre sí.
El propósito, explicó con su español entrecortado, es provocar efectos sonoros que semejen ecos o espejos, así como una especie de conversación entre violines, violas, cellos y contrabajo; para ejemplificar, pidió que algunos de los músicos tocaran ciertos pasajes. En son de broma, concluyó su intervención señalando que la obra, debido a su condición un tanto abstracta, parece ser premusical.
Absorta y cautiva en ese entretejido de sonidos, la concurrencia aplaudió fuertemente al término de la interpretación, momento en el que el sonido pareció congelarse en el tiempo, eternizándose.
El público estaba para ese momento más que prendido, entregado, y dentro de esa correlación emotiva que se había logrado con la orquesta, gozó en extremo la última obra del programa, el Concierto en Re para orquesta de cuerdas de Stravinsky.
Fue un final febril, un concierto que nadie deseaba que terminase, como lo demostró el hecho de que la orquesta obsequió tres piezas más, como encore.
Y así el Festival Strings Lucerna concluyó su actuación dentro del 34 Festival Internacional Cervantino, donde ofreció un par de conciertos, el primero el viernes pasado, en sustitución de último minuto del ensamble alemán Est! Est!! Est!!!, que canceló por ''causas de fuerza mayor".