EL CERVANTINO
Ensamble británico recrea los modos de la piratería musical en el barroco
Los intérpretes irrumpieron en el escenario ataviados cual filibusteros o corsarios
Después de sus presentaciones en el FIC, estarán en la Sala Carlos Chávez en el DF
Guanajuato, Gto., 19 de octubre. Los integrantes del ensamble Red Priest admiten que mucho de su quehacer y repertorio está, en cierta forma, relacionado con la piratería. Aspecto que no dudan en hacerlo público e inclusive en algunas de sus presentaciones, como la ofrecida este jueves en Guanajuato, utilizan vestuario que evoca a aquellos personajes que azotaron los mares en épocas pasadas.
En tono lúdico, el clavecinista y cantante Howard Beach aclara que tal premisa de trabajo es sólo en sentido figurado, además de que no debe alarmar ni extrañar a nadie, debido a que ''la piratería musical" fue una práctica común en el barroco, época en la que está centrada la propuesta artística del ensamble proveniente del Reino Unido.
Durante aquel periodo, explica, la piratería musical se presentó de diferentes maneras: desde el plagio de obra hasta la atribución falsa, a compositores famosos, de trabajos de autores desconocidos, además de que los arreglos a obras de otros eran frecuentes.
El concierto ofrecido este mediodía en el templo de la Valenciana, por los cuatro intérpretes de Red Priest, como uno de los platos musicales más exquisitos de la versión 34 del Festival Internacional Cervantino (FIC), buscó poner de manifiesto esos puntos de semejanza entre los músicos barrocos y los piratas, al presentarlos como personajes que se lanzaron a la aventura en busca de desconocidos tesoros; los primeros de tipo sonoro, mientras que los segundos, de joyas y oro.
Contra los convencionalismos
El de Red Priest fue un concierto lúdico, de cerca de 100 minutos de duración, que sorprendió y emocionó al público desde el principio mismo en que los intérpretes salieron al escenario con largos sacos, pantalones de cuero y uno de ellos hasta con un paliacate cubriendo su cabellera, cual filibusteros o corsarios.
Vestimenta más acorde para un grupo de pop o rock que para uno de música de concierto y que en mucho puso de manifiesto que la propuesta del ensamble está sustentada en romper prácticas y convencionalismos propios la llamada música culta.
Dos obras de Bach, una de Simonetti, el bello Adagio de Albinioni y el Aria amorosa de Handel, entre otras, integraron la primera parte del programa, conformado así para dar ejemplos de cómo operó la piratería musical durante el barroco.
Para mantenerse dentro de la temática de los piratas, la segunda parte del programa -intitulado Pirates of the Baroque- estuvo compuesto con temas referentes o relacionados con el mar, entre ellas el Concerto La tempesta di mare, de Antonio Vivaldi; Budro: a Pirate dance, anónima, y Senti la mare, de Tartini.
Libertad de interpretación. Música aterciopelada, tersa, brillante, llena de sutilezas, casi siempre en tono festivo, pero también de pasajes de dulzura extrema, de caricias profundas. Aguijonazos de placer al corazón, que el público, emocionado y feliz, ovacionó con frenesí.
Violín, chelo, flauta de pico y clavicordio en diálogo cachondo que en momentos inclusive se dio tiempo para guiños lúdicos y bromas musicales, como la de irrumpir de repente con el tema de la caricatura de Popeye el marino o en varios momentos semejar la forma de interpretar de los músicos de heavy metal.
Presentación harto teatral en la que el flautista Piers Adams buscó todo el tiempo la comunicación con la concurrencia, con gran manejo gestual y escénico, además de darse oportunidad entre obra y obra de explicar algunos aspectos relacionados con éstas.
Nada de atavismos, ni falsos acartonamientos, un concierto libre y gozoso, que a decir de Howard Beach ''en nada traiciona la esencia de la época y la música barrocas".
Tras el espíritu de la extravagancia
Entrevistado por La Jornada al término del concierto, el clavicordista Howard Beach agregó: ''El periodo barroco fue de una experimentación increíble. Los compositores no se quedaron con lo que estaba establecido o con la forma con que otros escribían, y cada uno creaba cada vez más de manera más extravagantemente. Lo que buscamos es precisamente alcanzar ese espíritu. Así que tomamos como eje la música del barroco y tratamos de acercarnos lo más posible a esa esencia.
''De ninguna manera creo que nuestro trabajo esté en contra del espíritu barroco, porque hemos estudiado la música de manera minuciosa. Mucha gente trata de recrear eso, de hacerlo actual, contemporáneo, y puedo asegurar en un cien por ciento que nosotros estamos comprometidos con esa música tal y como fue escrita; buscamos entender ese periodo.
-¿Por qué esa búsqueda por romper con convencionalismos, desde la vestimenta y la teatralidad en escena?
-Lo hacemos en primer lugar para nosotros; es involucrarnos en un momento, en un estilo, para hacernos sentir cómo se interpretaba esa música.
''Recreamos muchos sonidos de instrumentos que no son usados regularmente; también sonidos vívidos; es un reto para nosotros tocar esta música en este estilo en un mundo en donde existen versiones nuevas, contemporáneas. Y si lo hacemos con el sonido, porqué no hacerlo también con la vestimenta.''
-¿Cuál considera qué es el sentido del barroco hoy día?
-No es muy difícil de decir, porque esa música creada por aquellos compositores todavía nos da momentos impresionantes; cualquier persona puede regresar a ellos y ver partituras sin limitaciones. Estoy seguro que cualquier músico, sea cual sea su formación o procedencia, latinoamericano, chino o africano, puede volver a la música barroca y encontrará coloraturas que amará.
''Es una música que podrá ser usada en cualquier tiempo de la humanidad. Sus elementos pueden transportarse al futuro y, sin duda, compositores e intérpretes encontrarán en ella siempre muchas más posibilidades."
Después de esta única actuación cervantina, el ensamble Red Priest -nombre que rinde homenaje a Antonio Vivaldi, conocido como el Cura Rojo- ofrecerá un par de presentaciones el sábado 21 y el domingo 22 de octubre en la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario, ambas a las 18 horas.