Renacen antiguas costumbres del sistema político doméstico
Pasarela de suspirantes al CNCA, como en los viejos tiempos priístas
Los viejos esquemas de la política nacional se reprodujeron, como en un cuento inédito de algún autor costumbrista, antenoche en la capital mexicana, en el ámbito de la cultura. Era como poner en vida las frases de viejo cuño: "la cargada", "el que se mueve no sale en la foto", "la caballada está flaca".
Como no sucedía hace muchos años, pues con la llegada de la derecha al poder la comunidad cultural se fragmentó, luego de que el último régimen priísta cooptó mediante becas y otros métodos, lo que antes eran capillas identificables se convirtió en una derechización a ultranza y una verticalización a conciencia, pero finalmente una atomización del "sálvese quien pueda, pero yo primero".
En cambio, antenoche se reunieron tirios y troyanos, proyunques y supuestos progresistas. La mayoría y con muy escasas, contadísimas excepciones, en torno al viejo concepto quimérico del güeso.
La ceremonia de condecoración con la Medalla de la Orden de Isabel la Católica por parte del gobierno español a Saúl Juárez, director general del Instituto Nacional de Bellas Artes, devino la noche de este lunes en la embajada de aquel país en México, de una celebración sincera para el homenajeado en, después de los discursos, una comedia de equívocos de política como no se vivía desde los antiguos tiempos del régimen priísta: la cargada, el besamanos, la pasarela, las viejas prácticas en pos del "acomodo", en cuanto los tiempos políticos, marcados por la resistencia civil en contra de un proceso calificado de manera generalizada como el de un "fraude electoral" ha retrasado los tiempos de la transición de poderes y, por tanto, la ausencia de designación del que será el nuevo jefe de la cultura en México.
Así, la noche del lunes en la embajada española se sucedió el protocolo divertido y escenográfico del desfile de suspirantes, aspirantes, comparsas, cortesanos que se deshacían en cortesías y anhelantes intercambios de impresiones en medio de rumores, fintas, golpes bajo la mesa y demás gracejos que no se veían desde los tiempos de López Portillo y sus dinosaurios, bebesaurios y demás personajes y gestos antediluvianos.
Era más fácil contar a los que no asistieron que a los presentes de entre el listado, entre fantasioso y divertido, de los suspirantes y aspirantes a ocupar el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) en los próximos seis años.
Entre los comentarios dominantes figuró entre los presentes lo que denominaron el "periodicazo" del lunes que, lo dijeron muchos protagonistas importantes de la cultura mexicana, lleva la evidente intención de tumbar al puntero, el único que cuenta con un proyecto cultural serio, y ubicar a un candidato que ya ni figuraba en los momios.
También se mencionaron otros golpes bajo la mesa, otros amarres, otros acuerdos y otros enjuages, como las supuestas declinaciones en favor de grupos, o bien la incorporación reciente de nombres inimaginables entre los candidatos a un puesto que no parece interesar demasiado al dedo designador.
Era, en todo caso, una puesta en escena de humor involuntario y de evidencia de un vacío, el de la política cultural en México, que muchos se afanan por llenar.