Chihuahua: peligran 200 sitios arqueológicos
Enclavados en sierras, valles y desiertos, sufren saqueos y destrucción ante la abulia oficial
Ciudad Madera, Chih., 25 de octubre. Las barrancas y cañones de la Sierra Madre Occidental esconden en sus entrañas más de 200 sitios arqueológicos de enorme riqueza, que están a punto de perderse por el saqueo, la destrucción y la falta de recursos económicos para iniciar su rescate.
A lo largo de los ríos Papigochi y Sírupa, que serpentean entre las barrancas, se yerguen majestuosas las Casas de Acantilado, vestigios de culturas prehispánicas del norte de México que han sobrevivido a la destrucción y al olvido a que las ha condenado la falta de interés de los gobiernos federal, estatal y municipal.
Allí, en enormes cuevas, los antiguos pobladores del norte construyeron conjuntos habitacionales semejantes a fortalezas, que los protegían de ataques y han servido, a lo largo de siglos, para conservar en forma natural ese patrimonio cultural, hoy en riesgo de desaparecer.
El fotógrafo David Lauer y el explorador Carlos Lazcano dieron la voz de alerta hace 10 años. En su libro Explorando un mundo olvidado denunciaron el saqueo y la destrucción existente en el lugar, lo que les costó una demanda penal por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Paradójicamente, esto fue la llave para que dos fundaciones internacionales aportaran los únicos recursos que hoy día se invierten en investigación y rescate de las ruinas.
En un documento interno del Centro INAH Chihuahua, fechado en enero de 2001, el arqueólogo titular Eduardo Gamboa señaló el riesgo inminente de destrucción que enfrenta el patrimonio histórico localizado en la sierra, los valles y el desierto de Chihuahua, cuyas edificaciones en barro datan de los años 800 a 1200 después de Cristo.
Como causas del deterioro menciona el que los programas de desarrollo económico, "al no marchar integrados a las políticas de conservación del patrimonio cultural, ocasionan que la contradicción entre modernización y conservación de monumentos históricos y arqueológicos los afecte negativamente.
"Lo anterior ha provocado procesos incontrolados de aperturas de zonas arqueológicas al público, en aras de la atracción turística que representan, lo cual ha favorecido su destrucción", acotó.
Elsa Rodríguez, directora del Centro INAH Chihuahua, sostuvo que lo más grave es que, a pesar de que el instituto ya tiene concluido todo un trabajo previo de investigación e integrados los expedientes de por lo menos 20 de los principales conjuntos de ruinas, no existe presupuesto federal ni estatal para ejecutar el proyecto.
En toda la zona que forman los municipios de Madera y Casas Grandes, el INAH tiene localizados 200 sitios arqueológicos de enorme riqueza. Su rescate implicaría una inversión de al menos 250 millones de pesos, pero en los últimos seis años el gobierno federal apenas les destinó 40 mil. El resto de los recursos presupuestales están etiquetados para nómina de los trabajadores del instituto, acepta la funcionaria.
Del gobierno estatal y municipal no existen aportaciones. La única fuente de recursos que ahora se utiliza en el proyecto de conservación arqueológica son fondos proporcionados por la Fundación J.M Kaplan, de Nueva York, y World Monument, que en conjunto facilitaron 120 mil dólares para ese fin, dijo Rodríguez.
Con ese fondo, de 2004 a la fecha se restauraron los conjuntos Huapoca, y se trabajó en el mantenimiento de Cuarenta Casas, además de construir un centro de visitantes en cada uno, añadió.
Pero hay zonas de enorme riqueza que no se ha logrado rescatar, y de no adoptarse acciones urgentes podrían perderse irremediablemente, como son los conjuntos de ruinas localizados en la zona de la barranca de El Embudo, Ranchería y Sírupa, donde permanecen en pie construcciones de barro modelado en cuevas, que conforman los conjuntos habitacionales de los pueblos prehispánicos de la provincia serrana de Paquimé.
Toda esa región está poblada de sitios arqueológicos, algunos en buen estado de conservación y otros totalmente devastados por la acción irresponsable de la gente de la localidad, que cava en busca de objetos ceremoniales, momias y tesoros antiguos para vender a coleccionistas.
En la cueva de Jarillas, localizada en la barranca de El Embudo, están aún de pie enormes graneros de barro cocido, pero su rescate y preservación está en suspenso.
"Son lugares mágicos, de enorme riqueza, localizados en paisajes de una belleza natural única, que han sido saqueados y depredados a lo largo de generaciones, y siguen vivos a pesar del olvido y la falta de interés", afirmó el fotógrafo David Lauer.
En su opinión se ha hecho realmente muy poco para preservar esa riqueza cultural, a pesar de los buenos oficios de la directora del INAH, que en los últimos cuatro años retomó el proyecto de rescate, que estuvo perdido en el mundo de la burocracia federal.
Lauer aseguró que el INAH actúa muchas veces con prepotencia y no ha sabido integrar a la población de la zona para crear un proyecto social, que la involucre en el cuidado y preservación de las ruinas, y al mismo tiempo, la haga partícipe de los beneficios que puede dejar convertirlas en un atractivo turístico.
"La gente necesita alternativas. Madera es un pueblo de narcos, algunos viven muy bien pero la mayoría está fregada; hay gran pobreza en todos los sentidos y, como están las cosas, la poca actividad turística que se explota en torno a las ruinas no les deja beneficios; por lo tanto, no hay conciencia de su importancia como patrimonio cultural", destacó.
Ese punto de vista lo comparte Saúl Torres, director de fomento económico del municipio de Madera, que en dos años ha recorrido todos los despachos de los secretarios de Turismo federal y estatal en busca de apoyos, sin encontrar respuesta.
"Sólo aportan fondos donde ya están las inversiones fuertes. En el caso de Chihuahua es Creel y, a escala nacional, las ruinas de la zona maya o Teotihuacán, pero aquí, entre los animales que se refugian en las cuevas, los narcotraficantes y los vándalos están destruyendo toda la riqueza patrimonial de nuestros antepasados", dijo Torres, quien intentó sin éxito hallar recursos para crear un museo de sitio, donde se exhibieran objetos rescatados de las ruinas.
En este contexto, el municipio busca adquirir un terreno de mil 500 hectáreas para crear una área protegida en la zona de Huapoca, donde se localizan los conjuntos arqueológicos El Nido del Aguila, La Cueva de la Serpiente, El Mirador y Cueva Grande, que ahora pueden ser visitados por el público, pero todo depende de que se destrabe el nudo gordiano de la burocracia federal, a fin de rescatar del olvido esta zona mágica.