Desfiladero
Izquierdas modernas
Cuauhtémoc Cárdenas y Lula: vías paralelas
Ambos fueron domesticados por la derecha
El ingeniero, se dice, al gabinete de Calderón
Mañana, el ex obrero metalúrgico Luiz Inacio da Silva, a quien todo mundo conoce como Lula, será relegido como presidente de Brasil para un segundo y último periodo de cuatro años de gobierno, es decir, de continuidad neoliberal sin transformaciones en beneficio de las mayorías hambrientas. Su ratificación, por voluntad de los sectores populares, expresará también la anuencia de la oligarquía local y de los aliados internacionales de ésta.
Lula ganó las elecciones presidenciales de 2002, cuando se presentó a ese cargo por cuarta vez, después de perder en 1989 ante Fernando Collor de Melo, y en 1994 y 1998 ante Fernando Henrique Cardoso, el llamado "héroe de la batalla contra la inflación crónica", el adalid brasileño del FMI, quien durante su segundo mandato amarró los acuerdos necesarios con los grupos empresariales y financieros para que éstos aceptaran al "compañero" Da Silva como sucesor debidamente domesticado.
La historia viene a cuento por el paralelismo evidente entre Lula y Cuauhtémoc Cárdenas, el hombre a quien Vicente Fox hubiese querido entregarle la banda tricolor el primero de diciembre, en una ceremonia tersa y clamorosa, seguro de que el ingeniero no tocaría a la señora Marta o a los hermanos Bribiesca ni con el pétalo de una averiguación previa, y mucho menos alteraría el rumbo económico trazado en 1982 por Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari.
Lula nació en 1945 dentro de una familia campesina en Pernambuco, que en 56 emigró a Sao Paulo; en 57 empezó a trabajar como bolero; en 59 como aprendiz de obrero metalúrgico; en 66 ingresó al sindicato de esa industria y en 75 se convirtió en su líder nacional, cargo desde el cual dirigió importantes huelgas que contribuyeron a derribar a la dictadura militar erigida en 64.
En 80 contribuyó a formar el Partido de los Trabajadores (PT) y en 83 la Central Unica de Trabajadores (CUT); en 86 fue elegido diputado a la Asamblea Constituyente, que redactó la nueva Constitución del país, y en 89, 94 y 98 actuó como candidato presidencial del PT y exponente de un programa de transformaciones sociales profundas, que fue rechazado por los poderes fácticos, a la cabeza de los cuales estaba la televisión.
Pero en 2002 , al postularse por cuarta vez con la bendición del presidente Cardoso y la aprobación de los banqueros, introdujo cambios: hizo campaña de saco y corbata y "aprendió a sonreír" al dibujar una "política para todos", que le permitió ganar los comicios y, según Frei Betto, "llegar al gobierno pero no al poder", para limitarse a mantener los "equilibrios fiscales" impuestos por el FMI en beneficio exclusivo de los ricos.
¿Por qué se va a relegir Lula mañana? Por la misma razón por la que triunfó en 2002: porque los partidos de la derecha carecen de cuadros para generar consenso entre las mayorías hambrientas, ganar las elecciones con amplitud... y gobernar para los privilegiados, siguiendo un libreto que Fox respetó con exactitud desde su campaña hasta el día de hoy, mientras que su heredero formal, si acaso logra llegar a Los Pinos, asumirá el gobierno, al menos para la mitad de los votantes, como vulgar delincuente electoral, impuesto por los poderes fácticos de la manera más grosera con la obvia y odiosa misión de proteger los intereses de los privilegiados reprimiendo a los inconformes y extendiendo la pobreza de las mayorías hambrientas: una tarea despreciable de principio a fin.
La izquierda moderna
A diferencia de Lula, Cuauhtémoc nació en pañales de seda en 1934: hijo del presidente en funciones -un militar que entonces también estaba al frente del gobierno pero no tenía el poder, aunque a partir del 35 impulsaría una gestión pública extraordinaria, sólo equiparable a la de Benito Juárez.
Después de graduarse como ingeniero en la UNAM, Cuauhtémoc realizó estudios de posgrado en Francia y Alemania y fue subsecretario de Agricultura y gobernador de Michoacán. Para 1986 era, sin duda, la carta más fuerte que poseían los sectores nacionalistas del PRI, desplazados desde 1982 por los neoliberales... con los que 20 años después, quizá por vocación de poder, terminaría aliándose.
Candidato triunfador de las elecciones de 1988, pero despojado de la Presidencia por los poderes fácticos, en 1989 fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que volvió a postularlo en 1994 y en 2000, años en los que obtuvo un distante tercer lugar (a diferencia de Lula, quien en sus derrotas siempre quedó en segundo).
Inspirado tal vez en la experiencia del brasileño, que había ganado finalmente las elecciones de 2002, Cuauhtémoc lanzó una vigorosa ofensiva política dentro del PRD para cerrar el paso a Andrés Manuel López Obrador, y a la vez dentro de los sectores empresariales y financieros a efecto de conseguir, a través de ellos, el respaldo de los poderes fácticos para competir con éxito en los comicios del pasado 2 de julio.
Con esa intención , el 18 de marzo de 2005, aniversario de la expropiación petrolera, dictó una conferencia para recomendar la participación de los capitales privados en esa industria "sin modificar las leyes" (La Jornada, 19/03/05). Junto a él estaba Luis Téllez Kuenzler, ex secretario de Energía de Zedillo y furibundo neoliberal, que lo aplaudió.
Encarrerado, el 15 de abril de 2005 (una semana después del desafuero de López Obrador) expuso su oferta de gobierno ante el Consejo Coordinador Empresarial, cuyo titular, José Luis Barraza, lo cubrió de elogios, mientras el dueño de Kimberly Clark, Claudio X. González, el más salinista de los salinistas de este mundo, aseguraba que Cuauhtémoc representaba como nadie a la izquierda "moderna" que necesitaba este país.
Cuando el PRD formalizó la candidatura de López Obrador, Barraza y Claudio X., junto a muchos empresarios más, pusieron en marcha la campaña de odio y el fraude electoral contra López Obrador, mientras Cuauhtémoc aceptaba un cargo simbólico en el "gobierno" de Fox, desde el cual, según rumoraron las columnas políticas de esta semana, se dispone a incorporarse al gabinete de Felipe Calderón, el hombre al que su hijo, Lázaro, el gobernador perredista de Michoacán, hace cinco días no tuvo empacho en llamar, con todas sus letras, "presidente electo".
Ahora se entiende por qué.