Al otro día del cumpleaños de Pat
Luego del 11-S y la invasión a Irak, miedo e indiferencia moldean a la sociedad estadunidense con miras a los comicios
Ampliar la imagen Pat Tillman, a la izquierda, y su hermano Kevin, frente a un helicóptero Chinook en Arabia Saudita, antes de partir a Irak, en 2003 Foto: Cortesía de la familia Tillman
El cumpleaños de Pat es el 6 de noviembre y al día siguiente son las elecciones. Me hace pensar en una conversación que tuve con él antes que nos alistáramos en el ejército de Estados Unidos. Hablábamos del riesgo que corríamos al apuntarnos. Una vez que nos comprometiéramos, estaríamos a merced de los gobernantes y del pueblo. Nos podrían lanzar en una dirección que no deseáramos. Combatir como soldados nos dejaría sin voz... hasta que saliéramos.
Han ocurrido muchas cosas desde que entregamos nuestra voz:
Nos mandaron a invadir una nación porque de algún modo era una amenaza directa al pueblo estadunidense, o al mundo, o porque hospedaba terroristas, o porque participó en los ataques del 11 de septiembre, o porque recibía uranio de Níger para fabricar armas, o tenía laboratorios para producir armas móviles, o contaba con armas de destrucción masiva, o tenía necesidad de ser libertada, o necesitábamos instaurar una democracia, o detener una insurgencia, o detener una guerra civil que creamos y que no podíamos llamar guerra civil aunque lo fuera. Algo así.
De algún modo Estados Unidos se ha vuelto una nación que proyecta todo lo que no es y condena todo lo que es.
De algún modo nuestros gobernantes electos subvirtieron el derecho internacional o a la humanidad al poner cárceles secretas por todo el mundo, secuestrar personas, retenerlas por tiempo indefinido sin acusarlas de nada y torturarlas, todo en secreto. De algún modo esa política abierta de tortura se volvió culpa de unas cuantas "manzanas podridas" en las fuerzas armadas.
De algún modo el apoyo a los soldados aquí, en la patria, significaba que un niño de cinco años garrapateara un dibujo con crayones y lo mandara a la zona de combate, o pegar etiquetas en los coches, o cabildear ante el Congreso para que aprobara hacer más grueso el recubrimiento de los cascos. Es interesante que se crea que a un soldado, en su tercer o cuarto viaje, pueda importarle el dibujo de un niño, o una etiqueta oxidada en un coche mientras sus amigos caen muertos a su alrededor, o que un recubrimiento más grueso lo pueda proteger cuando un artefacto explosivo lanza su vehículo 15 metros en el aire y su cuerpo se desmiembra y su piel se derrite en el asiento.
De algún modo mientras más soldados perecen más legítima se vuelve la invasión.
De algún modo se ha permitido que los gobernantes estadunidenses, cuyo único mérito es mentir a su pueblo e invadir sin derecho una nación, despojen de todo valor, virtud y honor a sus soldados en el campo de batalla.
De algún modo se ha permitido que quienes hace décadas tuvieron miedo de combatir en una invasión ilegal envíen soldados a morir en una invasión ilegal que ellos emprendieron.
De algún modo se tolera que se simulen carácter, virtud y valor.
De algún modo se tolera que se obtengan ganancias de la tragedia y el horror.
De algún modo se tolera la muerte de decenas, si no de centenares o miles de personas.
De algún modo se tolera la subversión de las garantías individuales y de la Constitución.
De algún modo se supone que la suspensión del habeas corpus mantendrá la seguridad de este país.
De algún modo se tolera la tortura. Se tolera la mentira.
De algún modo se desprecia la razón para abrazar la fe, el dogma y la estupidez.
De algún modo los gobernantes estadunidenses han logrado crear un mundo más peligroso.
De algún modo un cuento es más importante que la realidad.
De algún modo la nación más razonable y respetada, en la que más se confiaba, se ha vuelto uno de los países más irracionales, beligerantes, temidos y que menos confianza inspiran en el mundo.
De algún modo estar informado políticamente, ser diligente y escéptico ha sido remplazado por la apatía mediante la ignorancia activa.
De algún modo los mismos criminales incompetentes, narcisistas, vacíos y malignos siguen al mando de esta nación.
De algún modo se tolera todo esto.
De algún modo nadie se hace responsable.
En una democracia, la política de los gobernantes es la política del pueblo. Así, pues, no se sorprendan cuando nuestros nietos entierren a los miembros de esta generación como traidores a la nación, al mundo y a la humanidad. Lo más probable es que lleguen a saber que ese "de algún modo" fue alimentado por el miedo, la inseguridad y la indiferencia, y que por eso el país quedó a merced de parásitos a quienes nadie frenó ni desafió.
Por fortuna, este país es todavía una democracia. La gente aún tiene voz. Aún puede actuar. Podría empezar el día siguiente del cumpleaños de Pat.
* Kevin Tillman se alistó en el ejército estadunidense con su hermano Pat en 2002, y combatieron juntos en Irak y Afganistán. Pat pereció en este último país el 22 de abril de 2004. Kevin causó baja en 2005.
Copyright Kevin Tillman. Este artículo fue publicado originalmente en Truthdig (www.truthdig.com). Para consultar la
versión original ir a http://www.truthdig.
com/report/item/200601019_after_pats_birthday/
Traducción: Jorge Anaya