Karma instantáneo
Hace apenas unas semanas, la señora Yoko Ono Lennon estampó su firma al final del par de cuartillas que salieron de su Mac y que en lugar de la vía mail, tan expedita como fría, nos llega envolviendo el nuevo disco de John Lennon, si nos atenemos a la opción semántica conveniente, ya que se trata de una selección de canciones que se untaron al soundtrack del filme The U.S. vs. John Lennon (Capitol), de David Leaf y John Sheinfeld, estrenado el 15 de septiembre en Nueva York, pero debido a la falta de política cultural en México, tan cerca de Estados Unidos sus gobernantes en cuanto se trate de enriquecerse y no de procurar a sus ciudadanos, no se ha proyectado aún en México.
Este documental y el texto de la señora Ono confirman una certeza que hemos mantenido desde el 8 de diciembre de 1980, cuando una pinche cucaracha disparó sobre la cabeza del humanista: el de John Lennon es un crimen de Estado.
Las evidencias se acumulan. La vigilancia extrema que el gobierno aplicó al músico además de un acoso que Lennon denunció en vida, confirman el miedo espeluznante que hizo perder el sueño a los poderosos: ¿cómo un simple mortal, un solo hombre, puede despertar la conciencia de millones, generar sentimientos positivos, alentar la unión y la armonía? Para colmo, Juanito Lennon pedía en sus poemas/canciones la igualdad social y denunciaba la injusticia, la explotación, el racismo, el machismo y todas las linduras de la "cultura occidental". Y fue ordenada su muerte, por "peligroso". John Lennon es un peligro para la civilización occidental, dijeron los gringos y pusieron en la mira a un poeta. ¡Ah, cómo son peligrosos los poetas, chingaos!