Funcionó al gobierno estatal predisponer a la gente mediante rumores
En Santa María Coyotepec pobladores fueron instigados contra los maestros
Testimonio revela que hubo francotiradores durante el ataque del viernes en el lugar
San Bartolo Coyotepec, Oax., 28 de octubre. Santa María Coyotepec, que cuenta apenas con 2 mil habitantes, pero alberga la casa de gobierno donde se supone despacha Ulises Ruiz y está la sede de la policía estatal, es hoy un pueblo sitiado por bandas armadas, un día después del violento ataque contra la barricada del movimiento magisterial, que se saldó con dos muertos, decenas de heridos, 17 docentes detenidos, un número indeterminado de secuestrados y desaparecidos y las primeras familias desplazadas que registra este conflicto.
Hasta esta noche los comandos armados organizados por el presidente municipal Jorge Pablo, priísta, mantenían bloqueados todos los accesos del pueblo, carretera, caminos vecinales y hasta las veredas rurales e impedían reiteradamente el ingreso de enviados de las organizaciones civiles de derechos humanos, de párrocos y familiares de los detenidos y periodistas. Sólo ingresaron dos ambulancias de la Cruz Roja que atendieron a 12 heridos, entre ellos una mujer, todos presos en la comandancia. Hasta la tarde de este sábado, el obispo auxiliar Oscar Campos intentaba negociar con las autoridades de Santa María salvoconductos para entrar en el pueblo y constatar las condiciones de los maestros retenidos, pero sin éxito.
El foco más violento
Santa María fue considerada estratégica en la jornada de bloqueos que planeó la APPO y el magisterio para este viernes, por ser la sede de los poderes estatales desde que Ulises Ruiz asumió el cargo y decidió mudarse. Pero, además, la comunidad es la vecina pobre de San Bartolo. En ésta se cuece la famosa cerámica de barro negro; en la otra se tejen los rodeles de bejuco para los cántaros que se venden en todo el mundo. Por la importancia de esa barricada, fue delegada una comisión de 400 maestros. Tocó a la zona Costa resistir en ese punto que, a la postre, se convirtió en el foco más violento de la jornada.
"Teníamos el encargo de resguardar la barricada frente a la casa de gobierno y nuestro campamento durante 24 horas. La orden era mantener la calma y no responder provocaciones. Somos un movimiento pacífico y eso lo hemos tenido muy claro desde el principio", expresa una maestra que pide se omita su identidad por razones de seguridad. Ella, como muchos luchadores de su región, tierra de finqueros y guardias blancas, tiene órdenes de aprehensión en su contra. Y ahora tiene, además, la herida de una esquirla de bala a la altura de la cadera.
En Santa María se echó a andar un operativo similar al de Santa Lucía del Camino, donde fue asesinado en otra barricada el periodista neoyorquino Bradley R. Will. El presidente municipal congregó a algunos policías del pueblo y a otros hombres a beber en la casa de gobierno. Se les entregó dinero y armas. Pero antes se había desatado una campaña de rumores y difamación contra los maestros para predisponer en su contra a la población. Se dijo que iban a cerrar el centro de salud. Cuando llegó la orden de ataque, los agresores dispararon contra la barricada.
"Nos quisimos replegar en orden hacia los lados y hacia nuestro campamento, pero en ese momento oímos un cohete y la balacera se generalizó. Disparaban desde todas direcciones. En ese momento supimos que había caído un poblador, el señor Esteban Zurita. Corrieron el rumor de que nosotros lo habíamos matado y el pueblo se enardeció. Se fueron contra nosotros con armas largas, machetes. Entraron en el campamento donde había muchas compañeras. Ya no fue posible un repliegue ordenado, huíamos en desbandada por la carretera. El padre de la iglesia nos dijo que dejaría abierta la puerta de la parroquia para guarecernos si era necesario, pero la gente nos cerró el paso.
"Me percaté de que los tiros no salían solamente del pueblo, sino de los cerros. Había francotiradores por todos lados. En esa carrera, a 500 metros del plantón, cayó Emilio Alonso Fabián, jefe de educación indígena de la zona 22 con sede en Pochutla."
El párroco de San Bartolo, quien varias veces intentó entrar en Santa María, considera que en ese pueblo "tuvo éxito la estrategia del gobierno de voltear la voluntad de la población contra los maestros". Por eso, la noche del viernes los maestros intentaban huir por el monte y los pobladores se lanzaban en plan de cacería tras ellos. También se supo que varios heridos no fueron presentados a la Cruz Roja, sino sacados por atrás de la comisaría y subidos en un camión de volteo. En horas de la madrugada se vio una caravana de vehículos sin luces salir del pueblo. Llevaban a 17 detenidos que fueron ingresados en la cárcel de Miahuatlán, a dos horas de distancia.
Muchos maestros se refugiaron en casas de vecinos de Santa María, pero luego los entregaron a la policía. Se cree que algunos todavía están ahí, secuestrados. Un habitante fue detenido y acusado de homicidio por insistir en proteger a los maestros. Hoy en la madrugada el presidente municipal ordenó quemar las pertenencias de los maestros, incluso varios modestos coches.