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El hablar de las cosas
Iker Larrauri: 50 años de trabajo
"...Esa cualidad que tienen los niños..."
El miércoles pasado, en el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, se reunió un montón de gente para festejar el primer medio siglo de trabajo de Iker Larrauri. Pero las palabras más precisas sobre el homenajeado no se dijeron allí, sino que habían sido anotadas unos meses antes en un blog por la veinteañera Laia Jufresa: "Los amigos de Iker somos también, necesariamente, sus alumnos. [...] Hablé de él cuando escribí mi carta pide-beca, de cuando llegué deprimida a decirle que sentía haber nacido demasiado tarde y él me dijo que a mi edad, Prepa 1, ciudad reducida aún con ríos, frente a Diego Rivera soplándole trucos, él sentía exactamente lo mismo. Muchísima más gente ha sido marcada por Iker. Todos los que hayan visitado el Museo de Antropología y recuerden con cariño chapotear en el caracol del patio, escultura suya, o bien quien recuerde los murales que pintó para retratar el episodio del estrecho de Behring y que, además de en el museo, nos chutamos en los libros de la SEP. O todos los que visitaron el Museo de La Venta en Tabasco, o el de Xalapa, o el Olímpico en Suiza, o -suertudos- el de El Cairo. Todos los que hayan visitado la Cámara Secreta del Templo de las Inscripciones, en Palenque. Todo el que haya recorrido la carretera hacia Xalapa y se haya extrañado con unas construcciones en forma de cono, sin saber que son graneros, que su peculiaridad yace en que no necesitan planos ni medidas ni medidores para edificarse y que cualquier campesino o agricultor, con un poco de cemento y un sistema de palos e hilos, puede construirlos sin fallo arquitectónico, sin saber que Iker los inventó."
http://www.elnorte.com/vida/articulo/685633/
http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n42667.htm
http://evasiontotal.blogspot.com/2006_06_01_evasiontotal_archive.html
Algunas décadas después, Iker ha transformado esa incertidumbre adolescente en una obra que es, además de museográfica, pictórica, escultórica, teórica, académica, social y humana que no es fácil de sintetizar. Para empezar por su trabajo como museógrafo: él le ha enseñado a muchísimas personas que todo artefacto guarda un saber sobre sus creadores, y su oficio consiste, básicamente, en convertir ese saber en un decir, en convencer a los objetos de que nos cuenten condiciones y temperaturas, desgracias y felicidades, desvelos y manías de quienes los fabricaron, o de las circunstancias naturales que les dieron origen. Lina Odena lo dice más bonito: "El museo es el sitio que alberga la materia transformada por la humanidad". La cosa más humilde, el fragmento más irrelevante, se convierte en un profesor de historia, en un testigo de sociedades, en un cronista consumado, en un vínculo entre uno y los otros, aquellos que habían sido enmudecidos por el tiempo y la distancia. No empleo el término "seducción" en su sentido de manipulación y aprovechamiento, sino en el que denota un acto de amor. Porque, como él mismo lo reconoce, Iker está enamorado de los objetos. Es amigo de la Coatlicue, y La maja, vestida o desnuda, es un viejo amor al que visita siempre que pasa por Madrid.
http://www.cnart.mx/cnca/nuevo/diarias/150598/ikerlarr.html
El comienzo fue más o menos así: "Larrauri había realizado trabajos de campo en la zona arqueológica de Palenque, donde se había descubierto un par de años antes la Cámara Secreta del Templo de las Inscripciones: 'Como tenía la preparación de arquitecto, Alberto Ruz, que era el arqueólogo jefe de los trabajos, me pidió hiciera un nuevo levantamiento de la cámara. Ya existía uno, pero se había hecho cuando el sitio estaba inundado y lleno de estalactitas y estalagmitas. Cuando fui ya habían pasado dos años del descubrimiento y ya se había aireado y limpiado el lugar, entonces hice el levantamiento. Al volver le hablé a Covarrubias de esa maravilla y él me decía: 'qué barbaridad, qué lástima que esa belleza, esta obra tan importante, la pueda ver poca gente'.
"Entonces llegar a Palenque era como ir a la Antártida o algo así, tardaba uno por lo menos dos días. Covarrubias pidió a Larrauri hacer una réplica de la Cámara Secreta para que la gente pudiera verla en el antiguo Museo Nacional de Antropología que estaba en la calle de Moneda 13 (hoy de las Culturas): 'Me dijo: quién mejor que tú que la viste y la viviste. Ese fue mi primer trabajo museográfico y -dice riendo- me amolé, ya nunca más salí de los museos, que son el objeto de toda mi actividad profesional."
http://www.conaculta.gob.mx/saladeprensa/2003/28may/museografia.htm
Y, en efecto, fue director técnico del equipo que elaboró el programa arquitectónico y de exposiciones para la planeación e instalación del nuevo Museo de Antropología, trabajo del que se desprendió el diseño arquitectónico de Pedro Ramírez Vázquez. "Tuvimos la oportunidad de concretar muchas ideas que posteriormente crearon un estilo mexicano que fue reconocido en todo el mundo; por ejemplo, mientras en Europa usaban cualquier vitrina para guardar sus vestigios, nosotros las construíamos. Ellos iluminaban toda la sala, y nosotros, cada una de las piezas."
http://www.informador.com.mx/informador/modules/xfsection/article.php?articleid=24633
En los años setenta, cuando Guillermo Bonfil Batalla dirigía el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Iker echó a andar el Programa de Museos Escolares, partiendo de "esa cualidad que tienen los niños de recoger y coleccionar objetos, que es humana, que ningún otro bicho en el mundo la practica, de recoger canicas, piedras, estampas y cuanto hay, despiertan su deseo de coleccionar, intercambiar y enriquecer su colección". Más tarde, Iker habría de colaborar con Bonfil en la fundación del Museo de Culturas Populares, que en años posteriores fue dirigido por la entrañable Cristina Payán.