Brad Will
Ampliar la imagen Brad Will fue abatido el viernes pasado en Oaxaca FOTOFrancisco Olvera
El largo y delgado cuerpo yace sobre el frío asfalto de una calle en el municipio Santa Lucía del Camino, Oaxaca. En el torso desnudo un hilo de sangre muestra las heridas mortales, provocadas por dos balas calibre nueve milímetros. Asida a su muñeca se encuentra una cámara de video HD profesional. Su nombre es Bradley Will y nació en Estados Unidos. Tenía 36 años. Era periodista de la red alternativa Indymedia.
Brad Will fue asesinado el pasado 27 de octubre. Grababa el ataque de pistoleros al servicio de Ulises Ruiz en contra de las barricadas levantadas en la colonia Calicanto. Un regidor, el jefe de seguridad de la alcaldía y dos policías disparaban a los opositores al gobernador del estado. También lo hicieron contra Brad, que documentó la agresión, siempre detrás de un grupo de jóvenes. No se expuso, pero los pistoleros lo tenían en la mira. Cayó abatido a balazos.
Enfermo, Will llegó a México en octubre de 2006. Su amigo el periodista Al Giordano, editor de The Narco News Bulletin, le recomendó que no viajar al país. "Conociendo -escribió Giordano- la mala suerte que había tenido Brad cubriendo otras noticias (la policía lo había golpeado en Nueva York y en Brasil mientras hacía este trabajo importante, pero peligroso), sus dificultades con la lengua española y el riesgo elevado que corren periodistas independientes (...) le rogué que no fuera." El periodista no le hizo caso.
A pesar de estas dificultades Brad se integró rápidamente a sus labores informativas en Oaxaca. No era, ni mucho menos, un novato. Además de trabajar en Indymedia fue impulsor de radios libres en Estados Unidos, donde participó en la emisora neoyorquina Steal This Radio, una de las más prominentes estaciones piratas de mediados de los noventas. Activista informativo, dondequiera que hubiera movilizaciones populares Brad buscaba la forma de estar para contar la historia. Narró y filmó así ocupaciones de tierra en el noreste de Estados Unidos, luchas contra la privatización en Bolivia, protestas contra la globalización neoliberal y tomas de tierra en Brasil.
Su trabajo periodístico en el sur de México resultó impecable. Tanto así que acabó siendo incómodo para el poder. Las imágenes que grabó de las agresiones en contra del movimiento popular oaxaqueño captaron los rostros de pistoleros y asesinos. Su última crónica, "Muerte en Oaxaca", es un dramático testimonio del asesinato de Alejandro García Hernández, activista de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), y de la represión del gobernador Ulises Ruiz contra los insumisos.
Brad es un ejemplo de la nueva generación de activistas informativos trasnacionales incubados y reproducidos por la lucha de Seattle contra la Organización Mundial de Comercio en 1999. Se trata de periodistas que laboran por fuera de los grandes consorcios informativos, utilizando las herramientas informáticas más modernas, tales como el php, lenguaje de programación que permite la publicación abierta e interactiva a través de Internet (véase Wilkipedia).
Indymedia, la red mundial de centros de medios independientes con la que él colaboraba, es una muestra emblemática de este compromiso político. Formada por colectivos locales en los cinco continentes, nació de la colaboración entre activistas tecnológicos -hackers- y activistas informativos tradicionales. Lo novedoso de su modelo es que fue pionero en agrupar, hacer visibles y facilitar la publicación de informaciones generadas por quienes participaban en protestas sociales, rompiendo el cerco mediático de los grandes consorcios informativos.
Will vivió con gran sencillez, en un edificio abandonado, alejado de las comodidades materiales. Su trabajo de periodista era voluntario. La mayoría de sus ingresos sirvieron para financiar su actividad. Músico y compositor, se convirtió, también, en una trovador de la nueva épica altermundista.
Para su compañero Teo Ballve, "su rostro parecía siempre feliz. No lo puedo describir de otra manera. Recuerdo su entusiasmo. Recuerdo su compromiso". Según su amiga Jennifer Whitney tenía "un enorme corazón abierto, y absolutamente dedicado a ponerse al servicio de la gente en lucha. El era una de esas extrañas personas que parecen, al menos en la superficie, haber encontrado una especie de equilibrio entre la gran seriedad de las luchas que cubría y la alegría y la esperanza necesarias para darle al trabajo".
El 17 de febrero de 2005, Brad escribió, después de una salvaje represión gubernamental en contra de una ocupación de tierras en la ciudad de Goiania, Brasil, de la que él informó ampliamente: "No puedo decirles lo bien que se siente estar vivo". Trágicamente, después de su experiencia oaxaqueña, no puede decir lo mismo.
Este 29 de octubre, en plena ofensiva policial contra el movimiento popular, entre gases lacrimógenos y gendarmes golpeando ciudadanos que resistían la represión con sus cuerpos, centenares de oaxaqueños humildes visitaron su féretro para rendirle un último homenaje. Mujeres llorando y rezando besaron el ataúd para agradecerle su compromiso y honestidad, y darle la despedida. El recuerdo de Brad quedará vivo en la memoria de una de las más grandes revueltas en la historia contemporánea de México.