Oaxaca
La suma de las ineptitudes semeja a las progresiones geométricas -2, 4, 8, 16, 32, 64, Fox, Ruiz- y no a las aritméticas -1, 2, 3, 4, 5, el PRI de Salinas de Gortari, el PRI férreo y no el PAN eunuco.
En Oaxaca las progresiones geométricas se multiplican y los últimos sucesos son fiel reflejo de lo que podría seguir sucediendo en el país. Son, asimismo, lamentable retrato de la contumacia de nuestros gobernantes. Oaxaca viaja por México y por el extranjero. ¿Cuántos muertos más requiere México para que Marta Sahagún, Vicente Fox y Ulises Ruiz hagan lo que deberían haber hecho antes del primer muerto? Es decir, generar una serie de respuestas que ofrezcan al menos esperanzas a los más pobres y la renuncia del gobernador. La torpeza de los gobiernos federal y estatal ha cobrado demasiadas vidas. Cada muerto pesa y vale mucho más que los mandatos de Fox, de Ruiz, de Carlos Abascal y del resto de los dirigentes vinculados con el poder y con la ineptitud que devino asesinatos. La historia no suele registrar rebeliones ni protestas sin causas. En Oaxaca las hay. Y de sobra.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas de los 50 municipios más pobres de México, 21 se localizan en Oaxaca y es muy probable que los niveles más altos de desnutrición, de enfermedades previsibles y de muertes tempranas ocurran ahí. Aunque no cuento con datos fidedignos, estoy casi convencido de que el mayor estado exportador de hombres, sea a la ciudad de México o a Estados Unidos, proviene también de Oaxaca, en cuyos pueblos, al igual que en Puebla -el gobernador Marín lo sabe-, no se ven ni rastros de hombres.
No es la serendipia la que vio nacer en la región de Loxicha, en 1996, al Ejército Popular Revolucionario ni es el azar el que ha levantado, desde hace cinco meses, las voces de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Los responsables de las protestas actuales son los antecesores de los Murat y de los Ruiz. Son ellos quienes han vertido toneladas de humillación, de miseria y de injusticia sobre los oaxaqueños. Entre otras causas, la lucha de la APPO y de los maestros consiste en bregar por la justicia. En algunas circunstancias la justicia puede ser tan preciada como la vida misma.
¿De qué sirve que Ulises Ruiz reconozca que "el 40 por ciento de los municipios más rezagados del país están en Oaxaca"? De nada: El -al igual que el dinosaurio de Agustín Monterroso- sigue ahí. De nada: a pesar de la inmensa pobreza el partido de Ruiz siempre ha ganado las elecciones. De nada: el gobierno de Vicente Fox ha sido incapaz de entender y dimensionar adecuadamente el problema actual.
Los muertos de Oaxaca son víctimas de Ruiz, de Fox y de Abascal. No de quienes cansados de vivir despojados defienden sus derechos. No de quienes incorporan a sus lenguajes las palabras dignidad, justicia, razón. El mapa oaxaqueño representa una porción importante de México en el mundo: la matanza de Agua Fría, la violencia contra San Pedro Yosotato y San Isidro Aloapam, las amenazas contra Proax, así como el secuestro y tortura de indígenas en Tantetze son motivos suficientes para avergonzarnos ante lo que obstinadamente llamamos civilización.
El asesinato de quienes se han opuesto a Ulises Ruiz, aunado a las advertencias de la Secretaría de Gobernación y al despliegue de las fuerzas militares en varios puntos del estado -escribo el 29 de octubre-, constituye una terrible amenaza para el resto de los mexicanos y para el futuro de la nación. Provocación pavorosa porque el gobierno continúa demostrando cuán endebles y prescindibles son las vidas de algunos connacionales y porque el uso del poder, representado por las fuerzas militares, parece ser portavoz y voz ante la ineptitud y el tartamudeo de nuestros dirigentes.
¿Por qué no exige Fox que dimita Ruiz? ¿Cuántos muertos más requieren nuestros gobernadores? ¿Hasta dónde proseguirá la impunidad? ¿Acaso pretenden Fox y su gabinete culpar a la APPO de los 11 muertos o desvelarán de dónde y quién les paga a los paramilitares? La falta de sabiduría de nuestros jerarcas ha permitido nuevamente que la bestia encerrada en los corazones heridos se exprese.
Oaxaca en el sur, en el centro y en el norte es el cúmulo de la humillación, del rezago, de la corrupción y de la ineptitud. Tanto al señor presidente como al señor gobernador -me dicen que así se dice- les corresponde ahora hacer cuentas.