Un escenario pesimista
A menos de un mes de que termine la administración de Fox se han presentado diferentes análisis sobre el funcionamiento de la economía y las perspectivas económicas. Destaca, por reiterado, el balance que ha hecho público el gobernador del Banco de México. Tanto en la Cumbre de Negocios en Monterrey como en la Convención del Mercado de Valores ha insistido en que a esta economía le han hecho falta políticas públicas que promovieran la competitividad, lo que implica una valoración crítica sobre el desempeño gubernamental.
Un gobierno tiene la encomienda fundamental de mejorar la calidad de vida de su población. Para ello tiene que cumplir con las responsabilidades administrativas que le corresponden, que frecuentemente son obstáculos al crecimiento y a la competitividad, al tiempo que debe corregir las fallas de mercado que provoquen que el bienestar general de la sociedad no crezca o incluso disminuya. La primera y principal falla de mercado deriva de la existencia de mercados dominados por monopolios, duopolios, o bien por oligopolios. Estas estructuras empresariales concentradas impiden que sus mercados funcionen eficientemente, lo que se expresa en precios por encima de los que prevalecen en el mercado internacional.
Al gobierno le corresponde corregir esa falla de mercado, ya que eso permitiría mejorar la competitividad de esa industria y la de la economía en su conjunto. Hacerlo, por supuesto, involucra la posibilidad de generar beneficios que pudiesen resultar inferiores a los costos involucrados, pero también es posible que se logre corregir eficientemente esa falla y que, en consecuencia, un buen desempeño gubernamental remueva importantes obstáculos al crecimiento. No hacerlo implica que, necesariamente, el gobierno incumpla con su responsabilidad, permitiendo que las fallas de mercado persistan.
Guillermo Ortiz se ha dedicado a criticar esta incapacidad gubernamental, ya que, en su opinión, esa carencia de políticas públicas es la que explica el decepcionante desempeño de la economía mexicana. Nuestro creciente rezago frente a las economías y las sociedades exitosas tiene justamente como base la falta de competitividad general de las empresas. Frente a ello ha insistido en que el gobierno tiene que eliminar los obstáculos existentes en sectores dominantes de la economía, como energía, telecomunicaciones y transporte. Hacerlo implica actuar para promover mercados competitivos, lo cual sólo puede lograrse a través de una regulación adecuada.
No intervenir para corregir una falla de mercado constituye una importante falla gubernamental. El decepcionante desempeño económico resulta, en consecuencia, de la carencia de políticas públicas. Es el gobierno el causante, en última instancia, de un producto per cápita que se ha estancado. Pero las críticas son más amplias. Este gobierno ha recibido entre 350 y 400 mil millones de dólares, derivados de los altos precios del petróleo y de la reducción de las tasas internacionales de interés, que no sirvieron para ampliar la capacidad potencial de crecimiento. Esto significa que se dilapidaron recursos extraordinarios que debieran haber servido para impulsar el crecimiento del país. Se evidencia, de nuevo, la incapacidad gubernamental y su irresponsabilidad en el cumplimiento de la tarea fundamental.
El nuevo equipo que administrará al gobierno no parece decidido a corregir los importantes errores de la administración saliente. Por el contrario, cada vez que analiza el funcionamiento económico ilustra su convicción de que se podrá mejorar con mayor esfuerzo, cuando de lo que se trata es de implementar medidas regulatorias que promuevan la competitividad y que impidan la existencia de empresas dominantes que impiden la competencia.
El asunto no se resuelve permitiendo la participación privada en el sector energético, sino mejorando la eficiencia de las empresas públicas, al tiempo que se actúa para promover competencia en los otros sectores dominantes. Si ello no se implementa, nuestro rezago competitivo se ahondará, aunque trate de ocultarse. A ello parece conducirse el próximo gobierno. Así las cosas, un gobierno que carece de una visión crítica del desempeño del gobierno foxista y que enfrentará un entorno internacional en el que habrá una desaceleración pronunciada de las grandes economías, con precios del crudo que tenderán a reducirse, requiere soluciones decididas que mejoren el bienestar general. Un gobierno con estos grandes desafíos requiere de grandes hombres y mujeres. De ésos no habrá en ese gobierno.