Usted está aquí: sábado 4 de noviembre de 2006 Opinión Desfiladero

Desfiladero

Jaime Avilés

¿Dónde está Cuauhtémoc?

Complicidad ante la matanza de Oaxaca

La toma de posesión, en el Auditorio Nacional

El Claustro de Sor Juana seguirá siendo laico

Ampliar la imagen Efectivos de la Policía Federal Preventiva patrullan el centro histórico de la ciudad de Oaxaca Foto: Francisco Olvera

Tal como anticipó este espacio el sábado anterior, el ex obrero Luiz Inácio da Silva, mejor conocido como Lula, arrasó en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil, ampliando por cuatro años más el gobierno de la izquierda "moderna" de aquellas tierras. Al mismo tiempo, su equivalente mexicano, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, colocó una pesada lápida sobre la tumba política donde se encuentra desde que aceptó el cargo de maestro de ceremonias de Vicente Fox.

Cárdenas debió alzar la voz y renunciar en protesta por el asesinato de dos personas, un adulto y un muchachito; las lesiones sufridas por decenas más; la detención y tortura de otras 70; la desaparición de un número que aún se desconoce y el saqueo de comercios y negocios particulares, todo ello perpetrado brutalmente por la Policía Federal Preventiva durante el asalto de esa fuerza militar disfrazada, acompañada de paramilitares bien reconocibles, que Fox, patrón del ingeniero, lanzó el domingo sobre la ciudad y el pueblo de Oaxaca, y que hasta ayer seguía causando indecibles sufrimientos a los hombres, las mujeres y los niños que en las barricadas exigen la renuncia de Ulises Ruiz.

La alianza con el mandatario de ultraderecha, algo que para incontables ex simpatizantes -y ahora antipatizantes- de Cuauhtémoc es una traición al movimiento democrático fundado por él en 1988, se ha convertido hoy, gracias a su indignante silencio, en un acto de complicidad con las fuerzas represivas del régimen y con las "autoridades" que las usaron ilegalmente para tratar de aplastar -sin lograrlo- un conflicto que se podía resolver por medio de la política.

Pero su responsabilidad es aún más grande, porque al callar ante la violencia empleada desde arriba contra un sector de la población que sin duda votó por él cada vez que fue candidato a la Presidencia, Cárdenas se volvió igualmente cómplice de lo peor del PAN, esto es, del Yunque, y de lo peor del PRI, léase de la mafia de Emilio Gamboa Patrón, Manlio Fabio Beltrones, los pederastas de Cancún, el góber precioso de Puebla y el occiduo Roberto Madrazo, para quienes la permanencia de Ulises Ruiz Ortiz al frente del "gobierno" de Oaxaca es requisito indispensable, al menos hasta el mes de diciembre.

Los panistas necesitan apoyar al chacal oaxaqueño para que los priístas, a su vez, los ayuden a "garantizar" (piensan ellos) la toma de posesión del presidente espurio, el próximo día primero. Al mismo tiempo, los del PRI tienen que sostener a Ulises, chapaleando en sangre o como sea, hasta que se venza el término de dos años previsto por la ley a partir del día en que asumió la jefatura del Ejecutivo estatal; entonces podrán echarlo tranquilamente a la basura y sustituirlo por un interino de su propio partido, sin tener que volver a celebrar elecciones.

Este fue el mismo razonamiento que aplicó el PRI en Puebla para evitar la caída de Mario Marín, antes también de diciembre, lo que habría forzado a la realización de nuevos comicios, que habrían sido ganados arrolladoramente por el PAN. Así, para evitar la reposición de un proceso electoral fraudulento en Oaxaca, que al repetirse tal vez daría la victoria al PRD (aunque de eso, después del 2 de julio, ya no existe seguridad ninguna, sobre todo ante lo que acaba de suceder en Tabasco), ahora el PRI consiente que Ulises mande a sus pistoleros a la calle a disparar contra personas indefensas.

Y, en consecuencia, Gamboa jura en la Cámara de Diputados que él y los suyos lo defenderán "a muerte", pero son Fox, y detrás de él, Felipe Calderón, quienes traducen esas terribles palabras en trágicos hechos, con un matiz: los que mueren debido a la defensa presidencial del asesino son hombres del pueblo y, en su gran mayoría, militantes de izquierda. Y Cuauhtémoc Cárdenas guarda silencio.

A la mitad de esta semana, algunos ingenuos abrigaron esperanzas al saber que Cuauhtémoc había ido a la Secretaría de Gobernación a entrevistarse con Carlos Abascal, pero su decepción fue mayúscula cuando la dependencia reveló que había acudido a esa oficina a tratar asuntos relacionados con la conmemoración del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, como por ejemplo, quizá, el precio del kilo de confeti que sin duda tendrá que adquirir por toneladas para arrojárselo en coloridas nubes a Calderón, a fin de darle más realce a los festejos.

Militarizar Chapultepec

La que empieza a circular con insistencia es la versión de que el primero de diciembre no habrá ceremonia en el Palacio Legislativo de San Lázaro, porque el PRI y el PAN ya no podrían justificar, ante los ojos del mundo, una nueva ocupación militar del recinto del Congreso. Por ello, en las alturas cada día más chaparras del régimen que se desmorona a pedazos se está pensando en trasladar el sainete de la entrega-recepción de vergüenzas al Auditorio Nacional.

La hipótesis tiene lo suyo. Se trata de una hermosa caverna con 10 mil asientos, que ofrece importantes ventajas logísticas. Queda a unos metros del Campo Marte, espacio donde aterrizaría el pelelicóptero -como ya se le conoce al vehículo oficial de Calderón- y las aeronaves de los invitados especiales. Además, todo se localiza dentro del perímetro de Chapultepec, en el que también están la residencia oficial de Los Pinos y los cuarteles de las Guardias Presidenciales.

En otras palabras, Calderón asumiría el "mando" (?) en un territorio controlado por el Ejército Mexicano, pero con aspecto de parque recreativo: el escenario ideal para colocarse al frente de un "gobierno" condenado a imponerse al descontento de un pueblo entero por medio del terror y de la fuerza, en un clima de aparente "normalidad". No está mal...

Norberto: regalo frustrado

La Jornada denunció ayer que Vicente Fox planeaba devolver el Claustro de Sor Juana a la Iglesia católica, en pago de favores recibidos del cardenal Norberto Rivera Carrera, sobre quien pesan acusaciones de complicidad con pederastas. Antes que Rubén Aguilar pudiera abrir la boca al respecto, Sari Bermúdez, desde el Conaculta, ayer mismo negó la versión. Y Oaxaca sigue sangrando y mostrando el futuro que se acerca a pasos de gigante.

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